—¡Hasley ya es hora a la sala VIP! —gritaba con gruesa voz uno de los guardias haciendo que me levanté de un tirón del asiento donde esperaba que mi tortura empezara.
Me acomode de nuevo mi ropa de trabajo, digo, si se podría llamar ropa. Sé como estoy vestida porque una de las chicas que trabajan aquí me lo dijo: llevo un pequeño vestido de satín blanco ajustado al cuerpo con un cintillo como los que llevan los ángeles sobre sus cabezas. ¡Pues sí!, voy de ángel o algo parecido. Abro la puerta para salir, camino por el pasillo que por lo que me han contado está lleno de cuadros de obras de arte robadas. Continúo preguntándome como no caigo como antes, debe ser que me he acostumbrado a caminar por aquí, levanto mi mano porque sé que me falta poco para llegar a la gran puerta dorada.
Al hacer contacto con la madera sé que llegué, guiándome por mi mano voy tocando para saber dónde está la manija de la puerta y cuando la hallo doy unas cuantas respiraciones y entro. Sé que no estoy a la vista de nadie por las cortinas, me posicionó ya que en segundos se abrirán; si no impresionó al que esté detrás de esas telas me golpearan y me llevarán al averno. Tomo la gruesa cinta y la posicionó en mi cara tapando mis ojos desde que los primeros clientes que los vieron me gritaron que era repugnante, que no habían pagado por ver a un fenómeno sino a una sexy mujer que con solo mirarla los pusiera duros.Suena la música, es el momento de avanzar, camino por la pasarela de manera provocativa balanceando mis caderas de un lado a otro acercándome cada vez más al tubo. Poso mis manos en este moviéndolas de arriba hacia abajo una y otra vez, mordiéndome el labio inferior seductoramente. Lo rodeo comenzando a bailar, me meneo lentamente pasando mis manos por mis pechos, luego tomo fuertemente el tubo y me suspendo con mis brazos hacia arriba. Abro mis piernas unos minutos, después tomo el tubo con ellas soltando así mis manos las cueles meso al ritmo de la música.
Siento la mirada del cliente más importante del bar sobre mí; Máximo me dijo que si todo salía bien y lo engatusaba con mi espectáculo él puede invertir en el bar. Nuevamente tomo el tubo entre mis brazos abro mis piernas y las voy bajando así mismo hasta topar el piso con ellas abiertas. Suelto mis manos posicionándolas al frente, muevo mis caderas hacia arriba y luego las bajo en un movimiento tan sexy como sé que puedo hacerlo, repito durante unos segundos más. Cuando intento levantarme siento como me sostienen de la cintura y me elevan en el aire posicionándome a horcajadas en su regazo. Intento no forcejear por qué no quiero que se enfurezca y se quiera ir.
Siento como su nariz va subiendo por mi hombro hasta mi oreja erizándome la piel a su paso, aspira fuertemente, con sus manos me aprieta un poco más la cintura. Trago grueso porque no puedo controlar las miles sensaciones por las que está pasando mi cuerpo en este momento y, si soy sincera, nunca había sentido nada parecido. Escucho como su corazón se acelera, sé que esto puede terminar mal si sigue así, por lo que decido intervenir.
—Se…se...señor —intente sonar lo más segura que pude pero fallé.
El cliente VIP estalló en una grave y ronca carcajada dejándome perpleja, ¿cómo un señor de unos 40 o 50 años podía tener una risa tan sexy?
—Señor... ¿Quién te dijo que yo era un viejo? ¡Por Dios!, no llego ni a los 30. —Me quedé atónita con esa voz tan grave y su pequeño acento ruso. Esto último lo hacía sonar muy sensual.
—Yo no me acuesto con ningún cliente, ni VIP. Sólo soy una bailarina.
Intenté levantarme, este ejerció aún más fuerza en su agarre y me elevó posicionándome delante de él. Cuando menos me lo esperé tiró de la cinta que cubría mis ojos y quede paralizada con estos bien abiertos sin siquiera parpadear pero a los segundos los cerré llevándome una reprimenda por su parte.—Estás vestida de ángel pero tienes los ojos de demonio.
Empecé a temblar sabiendo lo que venía: insultos, golpes y una semana sin comida. Realmente lo que llegó después jamás me lo esperé; me besó, su beso era tan demandante y desesperado que me paralicé. En ese instante no sabía cómo responder a lo que estaba sucediendo, solo volví en sí cuando mordió mi labio inferior con fuerza para que reaccionara y lo besara. Quise apartarme pero no me dejó, con sus brazos me apretó contra él tomando mi cara con una de sus manos la giró hacia la suya y volvió a besarme con la misma intensidad de antes.
Ese segundo beso me robó el aliento, temblé en sus brazos y no de miedo, aún sin entender que estaba sucediendo conmigo. Y sí, le respondí el beso como demandaba ser respondido, sabiendo lo caro me podía costar; desplace mis brazos por su pecho y los cruce detrás de su cuello. Tomé con una de mis manos su cabello, tiré de este sacándole un gruñido que le hizo vibrar un poco el pecho dejando escapar un jadeo. Cuando el beso se intensificó más sonó el timbre de que su turno había terminado sacándome de mi transe, empujándolo me separé un poco y los guardias entraron por la puerta indicándole que ya se tenía que ir. Solo sé que se marcharon cuando el sonido del sus pasos apresurados estuvieron fuera de la puerta y esta se cerró. Fue ahí cuando mis piernas flaquearon y tuve que sentarme en un sillón pensado si volvería a ver al Ruso.
Ya ven cómo está tomando color esta historia. Prepárense para el capítulo tres este se viene explosivo.
¿Qué creen de Hasley?
¿Cómo se imaginan a el ruso?
Déjenlo en los comentarios que esperaré leer con ansias ❤️.
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Las réplicas del amor
De Todo-¿Qué quieres de mí Caésar? -pregunto sin preámbulos. -Todo. -Siento como me toma de la cintura fuertemente y me acerca con rapidez a él-. Quiero todo de ti o ¿es acaso que no te das cuenta? -Siento su respiración en mi cuello que sube lentamente ha...