Capítulo 11 - Querido Alberto

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La luz del sol ya daba a entender que era hora de despertar, pero no había muchos ánimos por parte de la gente.

Alberto despertó en la cama de Camilo, pero el no estaba ahí, por lo que se puso un par de huaraches y fue a buscarlo.

Fue en la cocina que Camilo se encontraba, cocinando el almuerzo.

– Milo, ¿qué haces despierto tan temprano? – dijo Alberto algo somnoliento.

– Te quise preparar el almuerzo, Beto, todo esto... solo me deja con las ganas de tener un momento tranquilo contigo, si hoy me duermo y no despierto mañana, quiero saber que lo último que hice contigo fue maravilloso – dijo Camilo sirviendo los platos.

Alberto sintió algo de culpa, no dejaba de pensar que todo lo que había pasado era su culpa, pero decidió prestarle más atención a Camilo para ponerlo de buen humor.

Ya una vez almorzando, la mirada de Camilo era de tristeza, recordar el día pasado lo ponía muy mal, más aún por ser algo demasiado reciente.

– ¿Sabes, Milo?... Tal vez todo esto es como para actuar ya, pero... – Alberto hizo una pequeña pausa para ver si Camilo le estaba prestando atención – es posible que debamos tomar un momento para pensar las cosas antes de hacer algo, digo, para no hacer nada mal, así que, ¿quieres salir a una cita hoy? –

Camilo miró a Alberto bastante sonrojado, y el chico marino parecía apenado.

– Pues... claro... quiero despejar mi mente, ¿te parece después del funeral? – respondió Camilo con una gran calidez.

– Claro –

En la tarde...

Ya todos estaban en la iglesia, algunos vestidos muy formalmente, y otros algo informales pero no muy fuera de lo esperado.

La misa iba bien, pero Alberto sentía algo de dolor al ser el último que había hablado con Alma, y ni siquiera había sido de algo bueno.

Camilo no había podido decirle unas últimas palabras a su abuela antes de lo ocurrido, pues a pesar de ser una persona rígida con él, eso no quita que fuera familia y le tuviera un aprecio solo por eso.

Horas después (en Casita)...

El entierro había terminado, y muchos aldeanos se acercaban a Camilo para darle sus condolencias.

Pocos fueron los que se dieron cuenta de que faltaba Isabela, pero decidieron no preguntar por cierto respeto, pues creían que la nieta mayor estaba dolida.

– Y... ¿a dónde quieres salir, Milo? – preguntó Alberto.

– Pues conozco el pueblo entero, realmente no hay lugar donde no haya estado antes – respondió Camilo con cierta alegría destacable al final.

– Que hayas vivido aquí toda tu vida, no significa que conozcas el lugar por completo, yo viví en el mar por años, y aún así no lo conozco al completo... y preferiría no hacerlo... – Alberto quería conocer algún lugar que Camilo no conociera, pero muchas opciones no había.

– ¿Y si solo vamos a caminar por ahí y vemos que pasa? – sugirió Camilo.

– Mmmm... okey... – respondió Alberto tomando de la mano a Camilo para luego salir corriendo ambos hacia el pueblo.

En la plaza...

Los puestos se veían más limpios que antes, y mejor también, pues el sistema económico había vuelto a lo que era antes en el Encanto, todos hacían su trabajo y no recibían dinero pero si podían conseguir todo lo que quisieran.

– ¿Qué te parece un pastel? – preguntó Alberto pensando en los sabores que podría probar.

– Tal vez, pero podríamos ver más opciones – Camilo no sonaba seguro de ir a comer en la pastelería.

🔥 Eclipse camaleónico ☄️ (Camilo × Alberto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora