– Debo ir a hablar con el – decía Alberto adolorido.
– Te clavaron un cuchillo, te desangraste, y casi caes al suelo, por suerte de salve, Alberto, ¿y crees poder ir a preguntarle porque te hizo eso? – decía Isabela irónicamente.
– Si me creo capaz, lo soy – respondió Alberto, parándose de la cama del cuarto de invitados.
– Esto no funciona con el poder de creer en ti... que seas capaz de ir y hacerlo, okey, pero que tu cuerpo lo sea, en estos momentos, no... ahora acuéstate que debo seguir vigilando el Encanto – dijo Isabela, parándose del suelo para salir del cuarto.
– Pero sí puedo... agh – iba a decir Alberto, pero fue detenido al tocar su herida y mancharse de sangre la mano, las vendas no fueron suficientes en ese momento.
– En serio necesitas descansar, Alberto, y si debo detenerte de salvarnos de tu ex... – Isabela con unas cuantas plantas recostó a Alberto en la cama y lo puso a dormir con algo de manzanilla – lo haré –
– Espera... Isa... *uaaah... no sabes... de lo que es capaz... – dijo Alberto, y después de bostezar, se quedó dormido.
En la mañana...
Alberto despertó de golpe, lo que lo mareó un poco, y le dio un pequeño dolor de cabeza al sentir su herida, seguía sangrando un poco, aunque fue por el pequeño toque que el ser marino le dio.
– Agh... Isa... Isabela... ¡¡ISABELA!!... – Alberto salió corriendo del cuarto gritando el nombre de Isabela por toda Casita.
– Cálmate ya, niño... ¿para que necesitas a Isabela? – Alma se fijo en la herida de Alberto – ¿qué te pasó anoche, Alberto? –
– Estaba vigilando... por la noche... el Encanto... Isabela... agh... cayó la cabeza de... y luego yo lo... y el me hizo... – Alberto se comenzó a hiperventilar.
– Calma, Alberto, es muy temprano para que te pase esto – decía Alma, Alberto comenzó a respirar más calmadamente.
– Bueno... Isabela... y yo... vigilábamos el Encanto... y luego cayó la cabeza de... Julieta... y perseguía a quien la mató... y luego... me pasó esto... porque me clavaron un cuchillo... Isa me salvo y ella... me dormí y... no se que pasó después – dijo Alberto como podía.
– Espera aquí – dijo Alma, fue a ver la puerta de Julieta, ya no estaba ahí, de la desesperación, Alma se tropezó, y de no ser por Alberto, hubiera caído del primer piso – gracias, pero... no... estamos muertos –
– Au... no se preocupe, no es nada – dijo Alberto, evitó tocar su herida, pues era eso el responsable de su pequeño dolor.
– Ay, no... tendrás que curarte de la forma tradicional... esperar meses a que cicatrice – dijo Alma, y más que preocupada o triste por la pérdida de Julieta, estaba decidida.
– ¿Por qué la puerta de Bruno parpadea, señora Alma? – preguntó Alberto al ver la tal puerta.
Alma no quería creer en tanta tragedia que estaba pasando, pero tenía que darle la razón a Alberto, pues el si tenía la razón.
– De Bruno nos ocupamos después... hay que avisar lo de Julieta – dijo Alma.
– Creo que eso es algo que no se les dice a todos – dijo Alberto.
– ¿Qué?, ¿qué ella murió?... Eso es algo que debemos hacer si o si, ella curaba a todos los que se lastimaban... no decirles y dejar que mueran es algo demasiado horrible, aunque claro... – Alma sabía que sería hipócrita decir todo lo demás, y paró.
Antes de salir Alberto y Alma de Casita, las puertas de esta se abrieron, dejando ver a Isabela, se veía cansada y lastimada, pero lo de ella era demasiado menos que Alberto.
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🔥 Eclipse camaleónico ☄️ (Camilo × Alberto)
Roman d'amour⚠️ ADVERTENCIA: Contenido no apto para menores de edad, si lees esta historia y no te gusta, evita dejar malos comentarios y darle mala fama, esto es un FANFIC, su contenido puede ser perturbador para algunas personas, así que lee bajo tu propio rie...