"Es una promesa, querido Park. Seremos adultos y luego viejitos y moriremos juntos. No tendré esposa hasta que tú lo tengas."
Park Jimin solo quería que su hyung estuviera a su lado y lo amara en una sociedad que lo juzgaba; pero Jungkook se enfocó...
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Octubre, 2012.
Poco a poco fueron olvidando las cosas que habían pasado entre ambos, al menos Jungkook trataba de que se extinguieran de su pensamiento; sin embargo, para Jimin era difícil olvidar. Era muy obvio que tenía una huella muy profunda en su ser; del rechazo, del casi beso con su amigo, del deseo que sentía por él y de todas las veces que calmó sus erecciones mentalmente para que no se diera cuenta que el causante de aquello era su hyung.
Gradualmente habían podido entablar conversaciones normales, pero la confianza ya no era la de antes. Jeon pasaba mucho más tiempo con Namjoon y sus amigos de la universidad, a quedar con Park y arriesgarse a que demostrara de otra forma sus sentimientos.
En el fondo tenía miedo de que nuevamente se atreviera a besarlo y esta vez no tuviera las fuerzas para detenerlo.
Pero la pregunta era; ¿por qué no las tendría si estaba tan confiado en lo que él quería realmente?
A pesar de todo lo que había pasado, el mayor quería demostrarle que todavía sería su amigo.
Ese día Park Jimin cumplía diecisiete años de edad. Jungkook tenía diecinueve y Namjoon dieciocho.
Unos días antes del trece de octubre, Namjoon le había insistido a Jungkook que realizaran una fiesta sorpresa para el castaño; pero, el mayor, sabiendo que a Park le gustaba más que fuera algo íntimo, le dijo que sería mejor que le llevaran un pastel a su casa y esa fuera la sorpresa.
Aquella mañana no le avisaron en ningún momento al menor que irían a su casa y se dirigieron a la mejor pastelería de la ciudad para adquirir un pastel de cumpleaños.
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Era simple pero sabían que se vería precioso frente a Park con una velitas encendidas y con su rostro iluminado, no solo por el fuego sino por su maravillosa sonrisa. Sin darse cuenta, el que había rechazado a Jimin, tenía una hermosa imagen mental de aquel castaño.
Cuando llegaron a casa de Jimin, tocaron la puerta. Nam llevaba el pastel, a pesar de que sabía que era el rey de la destrucción y era probable que se le resbalara de las manos.
