"Es una promesa, querido Park. Seremos adultos y luego viejitos y moriremos juntos. No tendré esposa hasta que tú lo tengas."
Park Jimin solo quería que su hyung estuviera a su lado y lo amara en una sociedad que lo juzgaba; pero Jungkook se enfocó...
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Después de notar que más de dos ojos miraban su teléfono, Jungkook decidió guardarlo rápidamente e introducir una conversación para que Jimin se distrajera, lo cual logró gracias a la falta de concentración del menor.
Jimin era como un niño, un pequeño e indefenso menor que necesitaba que lo cuidaran y protegieran a toda costa. El mundo es malvado y Jeon sabía que su pelirrosa favorito debía de tener una supervisión. No entendía que probablemente se había convertido en un hombre con sentimientos grandes y deseos que lo desgastaban.
Se pusieron a ver el atardecer desde la ventana de la habitación de Jimin. Ambos colocaron sus codos sobre el marco y se inclinaron para admirar el paisaje.
Un lindo color naranja y morado moteaba el cielo, que lentamente se transformaba en una manta con miles de luceros titilantes. La oscuridad de la noche. Preciosa para cenar bajo la luz del universo.
El menor soltó un suspiro y deseó que esa noche no acabara nunca. Estar en silencio en compañía de aquel chico era lo más preciado que había en su vida.
-Muy pronto te recuperarás por completo, Minnie.
Jungkook estaba ansioso por ver a su amigo feliz.
Suave.
Era suave. Todo en Jimin era suave; su piel y sus manos, sus labios y el color de sus ojos, sus cabellos de ángel y sus pasos, su voz y su cuerpo, sus curvas. Todo.
Con la luz amarillenta que le caía sobre el rostro, se creaba un gran cuadro artístico digno de plasmar en un lienzo. El chico de cabello gris quería acercarse demasiado a su cuerpo para detallar cada rasgo, cada línea y cada punto que formaban al pequeño Park Jimin. De pronto, nada en él estaba ahí a propósito. Era un nuevo despertar. Lo estaba viendo con otros ojos. Era bello.
-Estoy muy feliz de-
De repente los brazos de Jungkook rodeando su torso, lo interrumpieron. No era algo que demostrara todos los días. Tenía que aprovechar que su hyung se estaba expresando de tal forma.
Sí lo quería, Jimin sabía por la preocupación que demostraba hacia él. Sin embargo, nunca había decidido acariciarlo para decirle "te quiero".
Por un segundo habían olvidado que la música que se reproducía del portátil de Jungkook estaba a todo volumen.
Y no sabían en qué momento la música había cambiado. De hecho, el mayor estaba confundido. No recordaba haber descargado en su playlist, canciones tan melancólicas y tonos tan melodiosamente tristes. Como música de salón.
-Seré tu amigo por siempre, toda la vida. Te apoyaré hasta el final, Minnie.
Esas palabras habían salido del fondo de su corazón. Y su mirada decía mucho más. La forma en la que pasaba su vista por todo el rostro de Jimin. Es como si hubiera querido devorarlo ahí mismo, pero en un sentido más romántico de la palabra.
