Cuando la vida de Taehyung se pone de cabeza, él sabe perfectamente qué hacer. Bien, en realidad no tiene idea; pero si de algo está seguro, es que no debería haber terminado en el departamento de Jung Hoseok. Tampoco debería haber permitido que su...
nota: creo que al inicio no lo mencioné, pero lo hago ahora. Habrán capítulos en donde no haya mucha interacción entre los personajes, espero que igual te entretenga. Eso es todo, ahora sí continúa tu lectura.
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No fue solo una vez. A Taehyung le hubiera gustado decir que sí, que se había mantenido firme en la decisión que tomó con anticipación por la simple labor de lucir como una persona sensata. Al inicio lo había hecho, o al menos lo había intentado, empujando con todas sus fuerzas la idea de "le diste punto final, se acabó" hacia el reflector principal de su mente. Su voluntad cayó tan solo dos días después, y no quiso aceptarlo hasta el momento en que terminó estirándose a su suerte sobre un fino escritorio de caoba que, por supuesto, no era suyo ni este año ni los que vienen. Maldito Hoseok. Quisiera poder culpar de todo a ese nombre, pero él sabe bien que esto no es nada más que cosa de los dos. La situación escapaba de sus manos, verdaderamente. Empezaba a creer que no podía quedarse a solas con Hoseok, y no estaba exagerando.
No sabe en qué momento las cosas se habían convertido en Hoseok preguntándole (a la hora de salida) en dónde se encontraba y él respondiendo ''en la cafetería de la esquina" y, entonces, Hoseok pedía disculpas por la tardanza generada por el trabajo y él se mostraba tan comprensivo como dubitativo del lugar donde estaba y tal vez no debería de. No sabe cuándo todo empezó a ser "te espero en la planta recreativa" o "¿te llevo a casa hoy también?", todo eso convirtiéndose en algo tan natural que empezaba a ponerle los nervios de punta cuando lo pensaba e intentaba usar su lado lógico.
Pero de alguna manera estaba bien. Más que bien, a veces. A menudo. Siempre.
No puede mentir. A veces era embarazoso, el recobrar parte de su lucidez cuando estaba en el regazo de Hoseok y observaba su reflejo en el ventanal frente a él. Aunque este mismo daba a la calle y era de aquellos que tienen efecto espejo por fuera, no podía evitar recordar que había otro que daba hacia la planta 9B, en donde habían otros trabajadores y que no tenía el mismo efecto (únicamente cubierta por persianas y, sobre ellas, cortinas de un tono oscuro y que, si bien no dejaban ver nada y lo cubrían todo, seguía haciéndole dudar). Incluso si el ventanal hubiera tenido un caro polarizado y ellos solo se dedicaran a tontear con besos acalorados, el pánico no hubiera tardado en llegar. Sin embargo, debe admitir que había sido gracioso cuando Hoseok propuso pagar por ese servicio si eso le hacía sentir menos nervioso; él se había negado, por supuesto. Con ese detalle, los encuentros en la oficina habían disminuido considerablemente, siendo un acuerdo casi tácito el encontrarse fuera de horario laboral.
Así que ahora era eso, a veces era el departamento de Hoseok, la mayoría de veces era el suyo y como que iba encajando. Aunque el tiempo con Hoseok no era realmente mucho, le había ayudado bastante a pasar las noches sin tener que pensar demasiado (en su situación actual, por ejemplo). A veces se apenaba por Hoseok, cuando a las 5am abría los ojos, somnoliento, y le veía calzándose los zapatos para marchar a su casa porque tenían trabajo más tarde. Bueno, el idiota era un poco bastante responsable. Casi le había querido decir que se trajera cambios de ropa en el auto y que podía dejar algunos utensilios de aseo en su departamento. No lo hizo, claramente. Eso habría sido peligroso. Las cosas iban bien como estaban, podía decir.
