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Transcurridos tres días de la boda y de la llegada de Kyojuro, poco a poco las tensiones entre los pobladores y el "invasor" iban en descenso.

Algunas mucamas y doncellas de la limpieza ya lograban entablar una pequeña charla con él, principalmente sobre el amanecer que tuvieron o solo un saludo cordial.

Con relación a su marido, podría describirse como normal y educado, Soyama aún se refería a él por su apellido de soltero, lo cual apreciaba, sería muy incómodo ser llamado por su nombre de pila por un desconocido, su desconocido esposo.

—¿Qué tal tus clases con Douma? —inició Soyama en el desayuno, por desgracia, solo en las comidas era que podían verse las caras, el trabajo de uno y la educación de otro hacían sus encuentros prácticamente nulos.

—Es un buen hombre —respondió, ignorando por completo que Douma le rogó a su señor más de una vez para no ser su maestro —, en un inicio lo consideré burlesco y extraño, pero es un docente fenomenal. Sigo sin poder leer sus expresiones o emociones, jamás logré interactuar con alguien así en mis años de vida.

—Disculpa si en algún momento consideraste que te haya faltado al respeto. —se apresura a decir el Emperador inclinando la cabeza como perdón.

Escandalizado, Kyojuro agitó las manos e intentó que Soyama se irguiera.

—No, no, en ningún momento me he sentido así, alteza, solo es una situación inoportuna para mí.

Al levantar el rostro, Soyama sonrió con alivio, nuevamente Kyojuro podía apreciar tal linda curvatura.

—Me alegra escucharlo, sin embargo, hazme saber si te hace daño ya sea física o mentalmente ¿De acuerdo?

Kyojuro relajó su postura al escuchar a Soyama, su moral y corazón no creían en la posibilidad de tener tal comportamiento amable de alguien que lideró un asesinato masivo hacía unos años.

Era tan diferente a lo planteado por sus ancestros que, según, todos los gobernantes deseaban la sangre ajena, verla derramada con gracia en el prado, armas y armaduras por igual, apilar los cadáveres y usar su piel como alfombra y vestimenta.

En cambio, tiene una charla amena y educada con él ¿Sus ancestros pudieron errar por una vez? Miró a su platillo que poco le faltaba para ser consumido por completo.

—¿Estás bien? —escuchó de Soyama.

Sus gafas no dejaban ver sus expresiones con claridad, pero a juzgar por la tonalidad de su voz, podría decir que estaba algo preocupado por él y su baja de emoción ante sus clases.

—Sí, lo estoy —mintió —, solo me llegó a la mente algo que mencionó el Consejero ayer.

—¿Sabes? Ahora eres parte del Imperio, cuando gustes siéntete en la libertad de llamarnos por nuestros nombres, después de todo —hizo una pausa, movió su cojín hasta estar a una distancia considerable de Kyojuro, lo tomó de una de las manos y dijo: —, ya somos familia.

Sin saber cómo reaccionar Kyojuro se quedó estático unos minutos, solo mirando como su esposo tomaba de la mano con la suya enguantada con tanta confianza, Soyama al ver que Rengoku no reaccionaba, lo soltó.

Y, creyendo que había incomodado a Kyojuro, se levantó de la mesa y se encaminó a la puerta, no sin antes voltear a verlo y decir:

—Comeré en mi alcoba, tengo trabajo que hacer, nos vemos en la cena.

La puerta se cerró.

No obstante, Kyojuro llevó su mano a su pecho y la abrazó con la otra, la sensación era tan familiar que la confundiría con una caricia de su querida progenitora, y a la vez, le recordaba al beso.

Su primer beso fue con su enemigo, sorprendentemente no fue desagradable, más bien, estaba repleto de inocencia y dulzura. Llevó unos dedos a sus labios recordando la sensación.

Era tan extraño.

En eso, Nakime llegó abriendo la puerta con fuerza, tanta que tuvo que frenarla antes de ser estampada contra la pared, Kyojuro rió con disimulo.

—El Consejero Douma lo solicita en la biblioteca real, alteza. —dijo una vez recuperada su seria compostura.

—En seguida iré.

Ella se despidió con una reverencia y salió del comedor, entonces, él también se puso de pie y se encaminó a la biblioteca.

El día anterior hicieron un recorrido por todo el palacio para evitar los retrasos por... Inconvenientes. Así que, con más calma y confianza se dirigió a su destino.

Al llegar, se acomodó el cabello para no señalar que acababa de despertarse, lo mismo para su precioso kimono en tonalidades azules.

Abrió las enormes puertas y, lo primero que distinguió fue a su maestro sentado en una de las mesas de lectura moviendo su abanico y sonriendo de forma vacía.

—Oh, buenos días Empetutriz. Espero que esté listo para nuestras lecciones de hoy.

—No me subestime tan pronto, Consejero.

Ambos se dirigieron una mirada llena de reto, para sus espíritus orgullosos de sus conocimientos, el estar juntos era una verdadera batalla campal.

Feliz navidad atrasada 😘🎉

Sacrificio de amor {AkaKyo} HiatusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora