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Jake hizo el sonido de una arcada mientras sus ojos se volvían vidriosos al ver a su mejor amigo, Sunoo, abrir una gran lata de duraznos

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Jake hizo el sonido de una arcada mientras sus ojos se volvían vidriosos al ver a su mejor amigo, Sunoo, abrir una gran lata de duraznos. Ni siquiera el aroma de aquella fruta se había expandido cuando él ya estaba por vomitar su delicioso almuerzo que había tenido esa mañana.

Sunoo detuvo en seco sus acciones y lo miró con una ceja en alto.

— ¿Se puede saber qué tienes? — Preguntó al verlo de esa manera.

— No soporto el aroma a durazno. — Apenas lo mencionó y ya se encontraba inclinándose hacia enfrente con el sonido de una arcada.

Sunoo suspiró antes de responder. — Entonces ve a la otra habitación, Jake. No he comido y esto es lo único que hay.

Jake lo miró confundido. — ¿Cómo puede ser que eso es lo único que haya?

Sunoo se encogió de hombros. — No lo sé, pero si no lo soportas, anda a otra parte.

A partir de ahí fue que Sunoo siempre cuidada a su mejor amigo de los duraznos, pues el omega castaño realmente no soportaba aquel olor que a Sunoo le encantaba ya que eran de sus frutas favoritas.

Jake no puede recordar desde cuando fue que comenzó a repudiar aquel olor; quizá fue cuando comió por accidente aquellos duraznos en mal estado a sus ocho años. O cuando alguien le aventó uno de los duraznos como los que Sunoo comía y casi se asfixia con el que estaba comiendo a los diez.

No lo sabe con certeza.

Pero de lo que si está seguro es que odia el olor a durazno y que esa fruta le ha causado muchos accidentes.

Ahora que lo recordaba, agradecía a los cielos y mares que su aroma no hubiese sido a durazno. Por suerte, un adictivo aroma a kiwi era el que desprendía su omega. Suspiró aliviado al recordar como su mellizo, Heeseung, lo molestaba continuamente con eso.

— Te apuesto dos de mis domingos a que el aroma que tendrás será el de durazno. — Dijo Heeseung riendo mientras veía la cara de su hermano tornarse roja por las náuseas.

Eso había sucedido cuando tenían trece años y apenas comenzaban a presentarse como alfa, omega o simplemente beta. Jake estaba preocupado, pues bien sabía que su olor comenzaba a ser un poco cítrico y de alguna fruta, sin embargo el día de su presentación terminó con su dulce olor a kiwi y, por supuesto, ganó la apuesta.

Jake suspiró mirando el reloj de pared en el pequeño departamento que compartía con Sunoo, pues iban a la misma universidad, solo que su amigo se especializaba en educación temprana y él en relaciones internacionales.

Se levantó del sofá y caminó hacia la puerta, un tanto preocupado debido a que ya pasaba de la hora de llegada de Sunoo y éste aún no estaba en casa. Salió y recorrió el trayecto hacia la universidad, encontrándose con su amigo a pocos metros de él.

Inmediatamente sonrió mientras agitaba la mano, vio como el otro omega lo notó y también saludó, pero se detuvo en medio del camino así que Jake optó por caminar hacia él felizmente.

𝗣𝗲𝗮𝗰𝗵𝘆 𝗦𝗺𝗲𝗹𝗹 | sungjakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora