Era un hombre tímido y solitario, la mayoría de mis amigos le hacían bromas y lo fastidiaban por su manera de ser, se podría decir que yo era su único amigo, siempre trataba de integrarlo a todas nuestras reuniones, aunque el asistía he intentaba encajar, a todo momento se le veía relegado y pensativo, una noche lo vi que venía de los lados del malecón, su ropa estaba mojada, no podía ser que se hubiese metido al mar, ya que las autoridades lo prohibían, venía sonriente y eufórico, además de eso muy locuaz algo que no era de él, me decía que estaba enamorado que había conocido la mujer más bella del mundo, se llamaba Deborah decía, donde vivimos es un pueblo pequeño y yo no recordaba a nadie con ese nombre, le pregunté cómo la había conocido, me dijo que en el malecón, eso era algo fuera de todo contexto en dicho lugar no había nadie de noche, pero yo lo veía lleno de ilusión y feliz.
Así fue cada noche, siempre se iba al malecón, no le importaba acompañarme a nuestras reuniones, yo lo veía alegre, pero notaba que algo en el cambiaba, no podía decir que pero era un hombre diferente, pensé en locura, en brujería, en cuantas cosas puedan suceder cuando algo se sale de lo normal, para lo que no estaba preparado era para la realidad, Deborah existía, una noche lo seguí, quería saber en realidad lo que estaba pasando, la mujer como tal existía, era bella como ninguna otra, estaba dentro del mar, desnuda por completo o al menos lo que yo podía ver, era mágica, su cuerpo era perfecto, se besaron con pasión, hablaron casi hasta el amanecer, yo estuve allí todo el tiempo, con celos, con envidia, no entendía como el más idiota de todos, se había conseguido la mujer más hermosa del universo, lo vi marcharse a su casa, mientras ella sin salir del mar se despedía de él, yo seguía ahí viendo a esa diosa, cuando el se hubo marchado, ella se dejó ver por completo cuando se sumergió en el agua, no podía creer lo que veían mis ojos, era algo que no podía ser, Deborah era una sirena, si se que es loco, si se que nadie me lo creería nunca, pero era así, estaba ante una sirena real, la más bella que pueda haber.
No podía salir de mi asombro, así que le pregunté a mi padre que pensaba de estos seres, me dijo en son de burla que no creía que existieran y de ser así, eran mucho pez para un hombre y muy poca mujer, no toqué más el asunto pero estaba a punto de enloquecer con lo que había visto, a la noche siguiente volví, siempre se veían al lado del malecón, pero en el último rincón, por si algún policía o intruso pasaba por allí no los viera, el la vio salir de dentro del mar, no se si no le parecía extraño, como un ser humano puede llegar de dentro del mar, la luna me dejaba ver su cara, el no veía nada, sus ojos parecían los de un loco, ella se dejó ver por completo, una sirena, pero mi amigo no lo notó, solo miraba la cara de esta, ella dio un chillido agudo y el espectáculo mágico y terrorífico se hizo real ante mis ojos, todo el lugar se lleno de sirenas que daban chillidos, pero ya no eran mujeres mitad pez, mitad persona, eran monstruos que llenaban el mar, Deborah era también uno de ellos, ya no era bella, ya no era humana, el no veía, el no escuchaba los chillidos, Deborah lo abrazó y se lo llevó al fondo, yo corrí a ayudarlo, los chillidos se hicieron tan agudos y fuertes que caí de rodillas y tape mis oídos, iba a enloquecer con aquel ruido ensordecedor, sentí cuando de mis oídos salía sangre, empecé a perder el sentido, aún así alcancé a ver cuando todas se hundían llevando a mi amigo con ellas, el no veía, no entendía, estaba perdido.
Al amanecer me despertó un policía con cara de pocos amigos, no entendía que hacía allí, llamó a mis padres y la reprimenda fue dura, los padres de mi amigo pusieron la denuncia por su desaparición, yo no dije nada, quien me creería ese cuento tan loco, dos días después por las aves de carroña encontraron el cuerpo de mi amigo, había muerto ahogado, según los médicos había consumido algo que le había hecho perder el conocimiento, yo sabía que eran las sirenas las que lo habían llevado a la muerte, pero por que no se quedaron con el, o acaso lo que vi y viví esa noche solo fue parte de mi imaginación, como dije antes nunca hablé de este tema hasta hoy, años después estaba de pesca en un lugar solitario y a la distancia vi saltar un gran pez, me puse alerta, quería atrapar semejante ejemplar, pero este dio un chillido que yo conocía muy bien...
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