Jennifer llevaba ya casi 8 meses de embarazo y por razones personales e ideológicas se negaba a hacerse un eco para determinar el género de su bebé, pero pensaba mucho junto a Edison, su esposo, los nombres que le pondrán si fuese niño o niña.
El último mes sentía como el bebé se movía y parecía querer salir de su vientre, pensaron que debido a esa hiperactividad podría tratarse de un varoncito, pues tanta fue la curiosidad que finalmente decidieron ir a realizarse la ecografía, para salir de dudas y no seguir con la insaciable incertidumbre.
Cuando llegaron dónde el médico, se encontraba sonando en la radio una muy hermosa canción, pegajosa y cuya melodía transmitía Paz y tranquilidad, era una canción verdaderamente agradable. No obstante la paz duró poco en el momento en que al realizarse la ecografía el bebé no se movió ni un milímetro, todos estaban sorprendidos, intentaron de todo para hacer que se moviera pero seguía allí en posición fetal durante casi tres horas. Supusieron que habría algún error con las máquinas y probaron con otra mujer embarazada a quien sí le funcionó.
Desilusionada Jennifer salió hacia otro médico dónde curiosamente sucedió lo mismo...El bebé no se movía. El doctor mencionó que debía hacerse otros exámenes dónde se determine con mayor exactitud el estado del no nacido llegando a conjeturar que estaba muerto.
Jennifer estaba horrorizada al igual que Edison, no obstante cuando llegaron a casa se encontraba sonando por la radio la misma canción que habían escuchado en el consultorio y milagrosamente el bebé empezó a moverse como nunca.
Llamaron al doctor para que vaya el mismo a presenciar aquella escena y cuando llegó el bebé se encontraba muy pasivo, inamovible. Lo que parecía una estupidez para las demás personas, para Edison y Jennifer era un milagro, y cada vez que querían sentir a su bebé dentro del vientre de ella ponían la hermosa melodía e inmediatamente el bebé empezaba a moverse.
El momento del parto por fin llegó y ante el miedo de los médicos y la tecnología llamaron a una partera del pueblo quien ayudó a dar a Luz a Jennifer, era un varoncito, pero no tenía pulso, estaba muerto. La partera se los hizo saber pero la pareja de forma muy mal disimulada, despidió a la señora y puso en la grabadora la canción que tanto amaba el no nacido, pues era impresionante como este abrió los ojos, unos ojos cuya pupila se encontraba totalmente dilatada, empezó a llorar y a moverse como como cualquier recién nacido.
Desde entonces Los padres decidieron guardar el secreto dentro de su hogar, el niño crecía con normalidad y se mantenía vivo únicamente mientras la melodía sonaba y sonaba.
Jennifer y Edison guardaron muy bien el secreto por más de dos años, el bebé crecía con normalidad, aunque su cara era muy extraña, por no decir deforme, su cabeza mucho más grande de lo normal de dónde se podían presentar abultadas venas color verdoso, sus ojos seguían siempre dilatados y oscuros y aquellas ojeras impresionantemente marcadas. Pero el amor de sus padres era mucho más grande que ponían aquella dulce y pegajosa melodía a todas horas, sin descuidar ni un momento al pequeño.
Pero como pasa en todo matrimonio, el dinero empezaba a escasear y Edison pese a tener un trabajo no conseguía cubrir los gastos por si sólo, fue entonces cuando Jennifer decidió ir en busca de un trabajo al que encontró con algo de dificultad.
¿Quién cuidaría ahora de Johan? Así se llamaba aquel bebé; y tras una amena conversación entre ellos decidieron contratar una niñera, una mujer sencilla a quién le dieron claramente las indicaciones de como cuidar al bebé, con la condición de que no contase nada de lo que ocurría dentro de la casa.
La mujer aceptó los términos y condiciones, pues tenía una inmensa necesidad de trabajar.
El primer día cuando llegó a casa de la pareja fue muy bien recibida por Jennifer, Edison, el pequeño Johan y una muy hermosa melodía que sonaba fuertemente por toda la casa. Pero en cuanto vio al niño se sintió horrorizada y aún así logró mantener la cordura, disimuló perfectamente su terror.
Las indicaciones eran simples, por nada del mundo debía dejar que la canción deje de sonar.
Habían transcurrido solo tres horas cuando la melodía que al principio le pareció reconfortante empezó a volverse irritable, por su parte el niño era sereno, apacible y pese a su rostro deforme y extraño no le causaba problemas. La niñera fue a la ducha y pensó que no sería mala idea poner una nueva canción mientras se bañaba.
El niño quedó jugando en la sala y ella desconectó el Bluetooth de los parlantes y puso una de esas canciones actuales, muy pegajosa y estruendosa. Entró a la ducha y empezó a cantar y bailar sin saber que afuera de ella el pequeño Johan empezaba a morir lentamente, se puso de un color morado como si le faltará la respiración y su carne empezaba a descomponerse y a emitir un hedor casi insoportable.
El olor llegó hasta la ducha, la putrefacción estaba a escasos pasos de la niñera que cuando salió del baño se encontró con una imagen que jamás en su vida podría olvidar; Johan ya no estaba, en lugar de él había una masa viscosa y cadavérica que se consumía lentamente y de dónde millones de gusanos empezaban a brotar de él.
La niñera estaba horrorizada, y tras un vano intento desesperado por hacer que el bebé que se descomponía en frente de sus ojos volviera a la normalidad corrió hacia los parlantes para colocar de nuevo la pegajosa melodía, aquella suave canción que hacía mención al aroma de las flores, a lo hermoso del rocío en el amanecer y la brisa golpeando la ventana...
Sin embargo fue demasiado tarde, el bebé no volvía a su estado anterior y seguía en ese repugnante estado de putrefacción.
La niñera tomó su bolso para salir corriendo, pero la puerta estaba se cerró con tal furia que hizo que ella retrocediera de inmediato, de repente un perfume exquisito la envolvió por completo, un olor similar al jazmín y una brisa golpeando suavemente sus mejillas tal como decía la canción, la niñera cayó al piso desmayada mascando espuma y con sus ojos reflejando el horror que sentía en ese momento .
Cuando despertó la putrefacción no había desaparecido conjuntamente con el hedor y el cadáver del niño, pero ella se encontraba atada a una vieja silla de madera donde una tenue luz le pegaba en la cara. Frente a ella estaban Jennifer y Edison con un rostro que reflejaba el dolor, el odio y la venganza.
Le golpearon varias veces para que confesara lo sucedido y pese a su arrepentimiento estaba a punto de ser asesinada. De no ser por la policía que había sido alertada horas antes por los vecinos debido al mal olor que se desprendía de la casa pudieron salvarla.
Una vez recuperada la niñera huyó de aquel pueblo tratando de empezar una nueva vida, buscar un trabajo y olvidarse de lo sucedido en aquel lugar.
La niñera soñaba constantemente con el niño, y no había un solo día en el que esa canción dejara de sonar en sus oídos y por las noches empezaba a sentir escalofríos, sudaba frío y ni siquiera rezando se podía olvidar de aquella escena, era una completa maldición, y no importaba cuánto esfuerzo ponía para evitar a toda costa volver a pensar en dicha melodía.
Consiguió trabajo nuevamente de niñera, pues no tenía muchas opciones debido a su estatus social y aquel día que conoció al nuevo niño (Martín) de quién se haría cargo supo que no tenía escapatoria, que aquel recuerdo nunca se iría y entre lágrimas y locura encendió la radio y ...
"El aroma de las flores viene a mí, viene a mí, como tu recuerdo viene a mí, viene a mí
Y me envuelve con un manto, su perfume no saldrá jamás de aquí, no saldrá jamás de aquí
El rocío por la mañana viene a mí viene a mí, en forma de brisas oh sí
Y golpea en mi ventana, siempre así siempre así, y me dice que jamás saldrá de aquí, jamás saldrá de aquí, porque es aquí donde perteneces, tu destino ha sido así, tu destino ha sido así..."
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