Capítulo 7

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3 de noviembre de 2022.

Creo que a estas alturas ya me conocéis lo suficientemente bien como para saber que me gusta vacilaros y  bromear un poquito con todo. Pues bien, en este capítulo no es que me apetezca mucho. A ver, tampoco quiero haceros spoiler, ya lo vais a descubrir por vosotros mismos en nada. Pero eso, quería que lo supieras.

La verdad es que cuando pienso en los días 3 y 4 de noviembre de 2022 aún se me revuelve el estómago. Lo que fue, probablemente, uno de los mejores días de mi vida, seguido del que, sin duda, ha sido el peor día de mi vida.

Sabéis en las películas cuando el protagonista ha pasado por un trauma muy fuerte, ¿verdad? Llega esa fecha y siempre se encuentra fatal y sus amigos cercanos lo saben perfectamente porque saben lo que ocurrió aquel día. Pues a mí eso siempre me había parecido una tontería. No lo entendía. Quiero decir, yo siempre pensé que si tenía un trauma como ese, me iba a perseguir toda la vida, en general. Habría días mejores y otros peores, pero sólo porque fuese la fecha en la que ocurrió no me iba a sentir mucho peor. Probablemente ni fuese consciente de esa fecha.

Pero estaba completamente equivocado, y el 4 de noviembre de 2022 me lo demostró. Tampoco quiero daros mucho más la chapa con esto. Además, tengo que irme a un sitio (no porque quiera, pero tengo que). Así que bueno, voy a empezar a contaros lo que pasó el 4 de noviembre. Cuanto antes me lo quite, mejor.

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Fer: Oye, ¿te apetece quedar?

Fer: Entre lo que ha pasado con Julia, y ahora lo de Haizea... necesito distraerme.

Fer: Y contigo me siento súper a gusto.

Martín: Claro jo, yo encantado.

Fer: ¿Te apetece venir a mi casa?

Fer: Mis padres no están y podemos jugar a la play o ver pelis, lo que quieras.

Martín: ¡Me apunto!

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Estar en la habitación de Fer era cómo estar en casa, no os voy a mentir. Estar con él, rodeado de sus cosas, con todo su olor por el cuarto... no podía soñar con algo mejor.

—¿Qué te apetece hacer? —me dijo él mientras se sentaba en la cama.

—No lo sé, lo que quieras —la verdad es que con estar con él me era más que suficiente, no necesitaba nada más.

—Si quieres podemos echar un Mario Kart, que también tengo la Switch.

—Eres consciente de que te voy a ganar, ¿no? —le dije con tono burlón—. Prepárate para morder el polvo.

—Ya te gustaría a tí —se levantó y vino hacía mí, me hizo cosquillas en los costados y luego salió corriendo hacía el salón—. ¡Menuda paliza te voy a dar!

Yo salí corriendo detrás de él, y cuando llegue al salón ya estaba preparando la Switch.

—Oye, Fer —comencé a decir sin estar muy seguro de querer hacer eso—. Aquel día, en la fiesta en tú casa... quisiste decirme algo en el baño, qué... ¿qué era?

La pregunta le pilló completamente desprevenido, porque se puso blanco como la leche. Jamás había visto a Fer así de blanco, sin palabras que decir. Esta no era la primera vez que quedábamos a solas desde aquel día, pero ninguna otra vez había tenido el valor de preguntárselo.

—Yo... Eh... Bueno... —comenzó a decir. Realmente estaba muy nervioso. Fer García así de nervioso... Con... Conmigo. WOW.

—A ver, no hace falta que me lo digas —Me moría de ganas por saberlo, pero que iba a hacer...

El Hada de los Dientes (en pausa, continúa en octubre) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora