Capítulo 13

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8 de noviembre de 2022, todavía.

Cuando recuperé la consciencia estaba confuso. Por un momento me sentí yo mismo. Sólo tenía mis propios pensamientos en la cabeza, los de nadie más. Aproveché ese momento de lucidez y bajé al salón. Las escaleras estaban llenas de sangre, así como el salón y... Mireia... estaba ahí, muerta. Click. En mi cabeza ya no estaban solo mis pensamientos. Mi mirada cambió y me agaché a recoger uno de los dientes que se encontraban al lado del cuerpo de Mireia.

Ay, coño, que acabáis de ver cómo la palma Mireia. ¿Qué tal? Me da mazo pena, pero realmente es mi muerte favorita de todas. ¿No os pasa lo mismo? A ver, la de Fer también tuvo su punto guay eh, igual es mi segunda fav. No lo sé, tendría que pensarlo.

Por cierto, os veo un poco confusos. A ver, que normal eh, también os digo. O bueno igual no, quién sabe, que igual esto es más obvio de lo que pensaba o vosotros sois más listos de lo que pensaba.

Pero estoy seguro de que más de uno de vosotros se estará preguntando, y este tío (si, yo), ¿como cojones nos ha estado contando la historia de todos los asesinatos si él no estaba allí? Ah bueno, pues en realidad no es una explicación difícil. Sí que estaba allí. ¿Qué? ¿Martín? ¿Estabas allí y no hiciste nada? Ah, ¿qué no lo habéis pillado aún? Bueno, pues lo explico de otra forma para que se entienda mejor: Hola, me llamo Martín y soy el asesino de esta historia.

Supongo que a partir de ahora podéis llamarme Martín o el Hada de los Dientes, como más os guste, ambos tienen su encanto. A ver, yo ya os avisé de que habría un plot twist, normal que os haya sorprendido. Y si tú, que estas leyendo esto, no estas sorprendido... espero que guardes tus dientes a buen recaudo, igual a la mañana siguiente te despiertas sin dientes. Sin dientes y... muerto. Jeje.

Mientras observaba la escabechina que estaba montada en el salón, una voz sonó detrás mía.

—Martín —me giré y vi a Julia delante de mí, observándome—. Este no eres tú. No quieres hacer esto.

—No me toques los cojones —le espeté yo—. Matarte es lo único que quiero ahora mismo, Julia.

—Martín, por favor, no tienes por qué hacer esto.

—Claro que tengo que hacerlo —le dije yo convencido—. Eres una zorra, Julia. Estabas celosa porque Fer pasaba más tiempo conmigo, tratabas de puto culo a Haizea, le jodiste la vida a Rosa... Te mereces todo lo malo que te pueda pasar. Te merecer todo este sufrimiento y, después, te mereces morir.

—¿Y entonces por qué los mataste a ellos? ¿Por qué no sólo matarme a mí?

—Yo... —No sabía qué decir. Ella tenía razón... ¿Por qué los había matado? Julia era la única culpable, pero yo los había matado a todos, ¿por qué? ¿Y por qué ella no había huido?—. Voy a matarte, hija de puta.

—No, no quieres matarme Martín, pero, al mismo tiempo... si quieres —dijo ella—. Este no eres tú pero, al mismo tiempo, si que lo eres.

—¿Qué? —Estaba confuso. En realidad, no sé si lo estaba o si simplemente quería negar lo que ya sabia, lo que poco a poco había ido viendo.

—Eres Martín, pero también eres el Hada de los Dientes —respondió Julia con convicción—. Yo la invoqué. Estás poseído, Martín.

    Me quedé incrédulo, en el sitio, sin saber qué decir. Julia, al ver cómo estaba, continuó mientras blandía un cuchillo de carnicero .

    —¿No has tenido la sensación de que tenías cambios de personalidad Martín? Sobre todo cuando estabas tú sólo, lo has notado, ¿verdad? Como había alguien en tú cabeza. Que algunos de tus pensamientos no eran tuyos. Que alguna de tus actitudes no eran realmente tuyas.

El Hada de los Dientes (en pausa, continúa en octubre) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora