Capítulo VIII - Saúl (II)

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Creyó verla en una callejuela angosta y oscura, caminó firme y veloz hacia allí, pero al llegar tan solo vio a dos hombres, por lo que salió de allí derrotado. Se le estaban acabando las opciones, ya la había buscado en zonas que Annette solía frecuentar, los bares de mala muerte estaban todos ubicados en ese distrito y en ninguno de ellos había logrado ubicarla.


—¡Maldita sea! —exclamó molesto, pateando una botella de plástico en el suelo.


Suspiró de forma pesada y se agarró el cabello, ya no había tiempo, ella no tenía tiempo, tenía que encontrarla ya y tras una corazonada recordó la zona de los puentes que estaba no muy lejos de allí, donde tal vez podía encontrarla. Apuró el paso sin pensarlo más y mientras avanzaba volvió a perderse entre sus memorias.


Para ese día estaba programada la cuarta de cinco citas con Samara, había tenido algunos avances con ella en las anteriores sesiones. Romper el hielo le costó un poco, pero ya sabía un poco más de su paciente y esperaba esta vez avanzar, les quedaban pocas sesiones de las programadas, así que tenía que hacer lo posible por engancharla para que siguiera en terapia de forma particular, así funcionaban las cosas.


Esta vez había pasado casi media hora y ella no había llegado, por lo que decidió adentrarse en el lugar e ir a buscarla. Recorrió pasillos y salas de descanso donde pacientes de aquella Casa de reposo pasaban el tiempo, mientras eran tratados según sus diferentes diagnósticos. Salió sin titubear hacia el jardín donde la vio por primera vez y allí, luego de recorrer las zonas de descanso, la notó a lo lejos, casi oculta tras la pared del ala norte y los árboles frutales.


A medida que se acercaba notó que tenía un cigarrillo encendido en la mano y era imposible no ver lo tranquila que estaba recostada en la pared, casi se veía altiva con una mano cruzada sobre su torso, justo debajo de sus pechos pronunciándolos un poco, mientras la otra sostenía el cigarrillo frente a sus labios.


—Aquí estás... Me preguntaba... ¿Qué pasó para que no acudieras a nuestra cita programada?Ella se volteó a mirarle extrañada y volvió a inhalar de su cigarrillo, como si él no estuviese hablando con ella.


—¿Perdón? ¿Cuál cita? —preguntó ella ignorante del asunto, dejándolo un poco confundido.


—Soy tu psiquiatra. ¿Recuerdas?


Ella resopló un poco molesta y sacudió su largo cabello, terminó su cigarrillo y mientras lo apagaba con su zapato, se quedó mirándole como un felino territorial, con esos ojos verdes chispeantes en vetas doradas en el iris que no recordaba antes.


—Mire, doctor, usted me está confundiendo con alguien más...


Dicho esto ella puso sus brazos sobre la cintura y le sostuvo la mirada desafiante, una actitud que contrastaba por completo con la que le había visto en las primeras citas.


En tan solo segundos Saúl comenzó a unir cabos en su cabeza, recordó frases sueltas de la historia clínica de Samara Morris "memoria alterada, recientes intentos de escape, actitud desafiante y errática, síntomas psicóticos...". Supo entonces que probablemente ya no se encontraba frente a la misma chica tímida y ansiosa de las primeras citas, estaba en presencia de una persona distinta, pero necesitaba que ella misma confirmara sus sospechas.

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