11. La tormenta de arena

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El sábado llega antes de lo que se puede imaginar Agoney. Y para no variar mucho en la rutina que tienen entre ellos, no habla ni ve a Raoul en toda esa semana. Aparece un par de veces por el club para intentar hablar con Miriam o con alguien pero solo se encuentra con Ricky que no le da la información que está buscando.

Ese sábado por la mañana, se acerca al club para dejar algo de ropa para la fiesta de la noche. Estuvo buscando por Internet con Paula y descubrieron un par de páginas con ropa específica para el tipo de fiesta al que va a ir y decidió comprar unas prendas que no está muy seguro de si se va a sentir cómodo llevándolas pero ahí las tiene, por si acaso. En la puerta, saliendo del club, se encuentra con Israel, el ayudante de la señora Díaz quien lo mira con algo de fastidio en la cara.

—Buenos días, Israel.

—Ya me iba. —La respuesta es tan seca que pararía a otra persona pero no a Agoney que tiene un objetivo en mente y no piensa detenerse ahora.

—¿Te da tiempo a un café conmigo? Tengo un par de dudas sobre unos documentos que me mandó mi abuela. —Hace hincapié en el "mi abuela" para dejarle claro que no puede negarse.

El chico cierra la puerta del coche que estaba abriendo en ese momento con fastidio y sigue a Agoney hasta dentro del local. Ahora no hay camareros pero Agoney es capaz de preparar un par de cafés con una máquina automática que encuentra en la cocina del local.

—Siento si no está muy bueno. No me atrevo a tocar la cafetera de Miriam y arriesgarme a que me arranque los ojos. —El intento de broma muere en sus labios cuando ve que el otro chico da vueltas a la cuchara sin hacerle mucho caso. —Esta noche hay una fiesta. ¿Vais a venir tú y mi abuela?

Israel sube la mirada y se le queda mirando fijamente, incomodando a Agoney que da un sorbo a su taza, pensando la mejor manera de sacar el tema que le da vueltas en la cabeza.

—No. Tu abuela nunca viene a las fiestas. La tuya fue especial.

—Ya.

—Además, ¿qué hace tu abuela en una fiesta BDSM?

Ese comentario provoca la risa de Agoney que se la contagia un poco al otro chico, el ambiente se distiende un poco entre ellos e Israel parece un poco más relajado.

—Yo nunca he ido a una. Estoy un poco asustado. —Agoney siente que compartir esas confidencias puede ayudarle a entablar una mejor relación con el otro joven. —Espero que haya zona para principiantes porque si no...

—No te preocupes. El señor Vázquez sabe lo que hace.

—Sí... Raoul siempre tiene esa seguridad aplastante, ¿verdad? —Agoney observa al otro chico que se limita a dar un largo sorbo de su taza. —¿Hace mucho que lo conoces? —Israel lo mira, dejando la taza sobre la mesa. —Al señor Vázquez, me refiero.

—Un par de años. El señor Polo nos lo presentó y estaba muy interesado en entrar en el negocio. Conectó muy bien con la señora Díaz.

"Dos años" es lo único en lo que puede pensar Agoney. El tiempo que Álex le dijo que llevaban investigando el caso de las chicas desaparecidas. Odia que todo lo que va averiguando relacione a Raoul con la desaparición de su hermana. Siente una lucha en su interior que le pide que confíe pero que a la vez no se fíe.

—El señor Polo es Enric, ¿verdad? ¿El amigo de Raoul?

—Sí. —Israel parece algo más incómodo ante la idea de que Agoney sabe quién es Enric.

—No lo conozco mucho pero parece un tipo un poco especial, ¿no?

—No lo sé, he hablado pocas veces con él. —Israel saca el móvil de su bolsillo y lo consulta un par de veces. —Me tengo que ir. Gracias por el café, Agoney.

KudhabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora