El día se le ha echado encima a Agoney. Se ha levantado pronto y ha recogido la ropa que le quedaba. Poco más tiene que hacer en su piso pero sigue retrasando lo que sabe tiene que hacer y cerrar de una vez por todas esa puerta. Mira a su alrededor. Todos sus recuerdos de los últimos años recogidos en cajas de cartón o guardados en un almacén en las afueras de la ciudad. Solo tiene con él un par de cosas, su ordenador, un cuaderno con sus notas personales y un par de cargadores. Lo demás se puede quedar atrás. Mira la papelera donde ha tirado la invitación que le mandó Raoul para la primera fiesta del Kudhabi o el ticket de esa vez que fueron a merendar y se dijeron mentiras frente a una magdalena moderna.
Y ante sus ojos, el recuerdo de que todo ha acabado, que su hermana está a salvo y que su relación con Raoul no tiene arreglo. Se sube a la cama descalzo con el pantalón de pijama más viejo que ha encontrado y juraría que tiene hasta algún roto por alguna parte. El panel se ondula con el movimiento y hace que una foto caiga. Agoney ríe cuando ve que foto es. La recoge y se sienta en la cama con las piernas cruzadas y la foto entre sus manos. No puede evitar pasar un dedo por las facciones de Raoul. En esa foto está más joven y sus rasgos no son tan afilados como ahora, pero aun así se puede observar que iba a ser un chico muy guapo. Pelo dorado oscuro y ojos claros que brillaban cuando se reía. Lo ha visto así muchas veces y se castiga mentalmente porque no lo va a volver a hacer.
El sonido del timbre lo distrae y lo dejaría pasar si no estuviera esperando una pizza para cenar de uno de los restaurantes italianos favoritos de Raoul. Sabe que eso es machacarse pero es la única forma que ha encontrado de despedirse del otro chico. No se molesta en arreglarse pero se acuerda de coger su cartera que descansa sobre la cómoda de la habitación.
—¡Voy! —Abre la puerta y no mira al frente, se entretiene buscando algo de dinero en su cartera. —Perdona, no tengo efectivo. ¿Puedo... —Cuando sube la mirada, no se lo puede creer. —¿Raoul?
—Hola. —La voz del otro chico suena casi como un susurro. —Creo que habías pedido pizza. —Le tiende la caja que lleva en las manos y Agoney la recoge con un movimiento automático.
Se quedan mirando en el descansillo, Agoney con la pizza en las manos y Raoul tocándose la manos con nerviosismo. Es el primero que quita la mirada, observando alrededor y dejando claro su evidente estado de nervios.
—¿Quieres pasar? —Agoney rompe el silencio entre los dos, abriendo un poco más la puerta y retirándose hasta dejar la pizza sobre la mesa baja del salón. Duda un momento, no sabe si Raoul va a querer sentarse en el sofá con él o siquiera quiere comer pizza. La verdad es que no sabe qué esperar de Raoul en este momento. —O igual prefieres decirme lo que sea desde ahí, no sé. Lo que tú quieras, Raoul.
El rubio sonríe cuando se da cuenta que el otro chico está igual o más nervioso que él. Da un paso adelante y entra en la desconocida casa de Agoney.
—Prefiero pasar y hablar esto en privado, si no te importa.
—No, no, para nada. Me parece genial. Eh, perfecto, sí, pasa, pasa. —Se acerca para cerrar la puerta y danza un poco alrededor del otro chico. —¿Quieres pizza? —Se gira para buscarlo y choca con el cuerpo de Raoul que no se había movido de la entrada. El rubio lo agarra para que no caiga por el choque, pero Agoney se separa rápidamente, sintiendo un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
—Pizza estaría bien. Me encanta esa pizzería.
—Lo sé. —Raoul se sienta en el sofá así que Agoney opta por acercar una silla a la mesa, no queriendo invadir su espacio personal.
Agoney abre la caja de pizza y la mira, sin atreverse a coger un trozo. Está algo bloqueado por la presencia del otro chico en su salón. Deja la pizza y se levanta. Va a la cocina a coger algo de bebida, necesita alejarse y poner en orden sus pensamientos. Se apoya en la encimera y toma aire. Está de espaldas a la puerta así que no escucha cuando Raoul se acerca y se coloca detrás de él pero sin tocarlo.
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Kudhabi
FanfictionUn club y muchos secretos se dan cita en esta historia de sexo, amor, amistad y traición. Dos personajes que no tienen nada en común se verán atrapados entre las mentiras que esconde la noche más elitista de la capital.