XIX

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Ese lugar, ese momento especial, no debía rendirse

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Ese lugar, ese momento especial, no debía rendirse. Se soltó del agarre de Nappa, — ¡necesito encontrarla! ¡ella me salvo! — ladeó para ver a su amigo, — encuentra a Kakarotto, dile que arregle todo para quedarnos en tierra. — ordeno.

Él asintió, — pero, ¿qué ocurrio? ¿como llego aquí? No comprendo. — expreso confundido.

Él pelinegro solo negó, — no lo hagas, simplemente lo que te pedí, ¡ahora! — sin dudarlo corrió, a tropezones en la arena, respiraba agitado.

La busco, observo las olas y hasta grito su nombre, no la dejaría ir ahora, no podía, vivio años con su muerte encima sintiéndose perdido, pero ahora que la tenía no la dejaría ir.

No supo cuantas horas corrió, simplemente pudo ver el atardecer acercarse, estaba agotado, su cuerpo no lo resistió, cayó de rodillas en una zona alta en donde el mar estaba centímetros abajo, — Bulma... — la llamó una vez más.

Observo la marea moverse, hasta que en un movimiento casi divino, de ese lugar emergió una mujer, esa mujer que él estaba desesperado por encontrar. Era ella, quien le sonreía, se inclino sobre la tierra, quedando frente a frente con él, — ¿por qué no me dejaste ir? — inquirió viéndolo a los ojos.

Él pirata simplemente resoplo aliviado, — porqué ya te deje ir una vez y me perdí en un infierno, si deseas estar en el mar navegare hasta el ultimo instante de mi jodida vida, si deseas la tierra haré lo necesario... — ofreció.

La peliazul se inclino más besándolo de golpe, él sujeto su cintura, los amantes perdidos él uno por el otro, unidos, aunque de diferentes mundos, sentían lo mismo.

Al separarse. — navegaremos en los mares, juntos... Es tu hogar tanto como el mío.

— A donde vayas yo iré, te daré lo que me pidas, si deseas navegar en el barco o junto a el, lo que desees, Bulma. — acaricio su cabello húmedo.

— Creo que deseo ser humana por un tiempo. — sonrio, mientras unía su frente a la suya.

Una risa ahogada se le escapo. — ¿como me salvaste?

Una sonrisa ladina se formo en sus rosados labios. — el beso de una sirena cura todas las heridas de un guerrero.


El Cofre De La Muerte. || V.B ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora