8✨

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Zenitsu no salió de su casa los próximos tres días. Su madre quería estar completamente segura de que el rubio no quedaría lisiado de por vida.

El primer día en casa después de su caída, los mellizos Hashibira habían ido de visita. Gyutaro levándole dulces. Y Ume cremas para los moretones.

Tanjirou e Inosuke igual fueron a visitarlo después de la escuela.

El segundo día fue por qué el golpe en la mejilla ahora estaba morado y no quería que lo vieran así.

El tercer día fue como regalo, ya que era viernes y Kaigaku le dijo que podía quedarse. Ya le diría el pelinegro a sus padres que se les había hecho tarde para salir al colegio.

Zenko y Ki habían hablado con la madre de Enmu, la cuál había pedido disculpas y reprendido a su hijo por su comportamiento. El cual no era malo, pero si imprudente.

-"Solo quería acercarme a Agatsuma-chan, es bonito y quería estar a su lado un rato"-

Ahora estaba en su cuarto, recostado de nuevo. Había insistido a su hermano que no era necesario. Sin embargo, lo había hecho acostar de nuevo. De a ver sabido que estaría así de aburrido, no le habría hecho caso a Kaigaku de no ir a clases.

Estaba aburrido mirando el techo, esperando a ver si dormía en algún momento hasta que la puerta fue abierta.

-¿Cómo te encuentras, enano?-

El pelinegro entraba con las manos en las bolsas de su pantalón.

-Estoy aburrido...-

-No hay mucho que hacer estando en casa ¿Cierto?- Se sentó en la cama del infante, revolviendo su cabello.

-Llevame al parque ...-

-¿Eh? Pero...-

-Por favor...- Dijo mirando al mayor con cara triste.

-No Zen, no hagas esa cara...- Gritó sonrojado. Poniendo la sábana sabré el rubio.

Todos lo sabían pero el no lo aceptaba. Si Zenitsu le pedía a Kaigaku lastimar a alguien solo por qué si el lo haría sin pensar. Aún que claro está; el menor jamás le pediría eso a su hermano y Kaigaku se alegraba interiormente de que su pequeño hermano solo le rogase por cosas "mínimas". Cómo; Ir al parque.

-Vale, vale... Pero debemos avisarle al abuelo...-

-¡Si!-

💜✨💛

Iba de camino al parque como se había acostumbrado. Para ser una actividad que empezó hace poco le era imposible no hacerla aún sabiendo que el niño amarillo seguramente seguiría en su casa.

Los niños que decían eran amigos del pichoncito le habían comentado lo alterada que se ponía la madre Agatsuma.

Dedujo que hoy tampoco estaría ahí, pero desde lejos pudo ver la cabellera rubia. En esa cabecita infantil.

Ahí estaba Zenitsu sentado en la banquita de siempre, aún que está vez no estaba solo o con los niños de siempre. Está vez un niño pelinegro estaba a un lado de él. Con el seño fruncido Y una paleta en la boca miraba hacia los juegos. Mientras el rubio abrazaba ese peluche de pichón.

A dos metros fue que el menor lo notó. Hizo crecer su sonrisa dando un brinco de la banca al suelo.

-¡Uzui-san!- grito con alegría.

Diez añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora