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Sus padres eran trabajadores arriba del promedio. Alfas por su puesto.

Su madre cirujana plástico y su padre abogado. Tenían un trabajo bien establecido.

Un matrimonio con 4 hijos. (Si son más pero con 4 está bien aquí)(No me se los nombres de sus hermanos así que los inventé, además de que puse a su desendiente)

El hijo mayor; Umen Uzui. 20 años. Estudiante de piloto. Príncipe sin título, según sus hermanos. Serio, astuto y reservado. Bastante arisco. Atleta perfecto. Alfa.

El segundo hijo; Tenma Uzui. 18 años. Estudiante de cirujano dentista. Libertino en exceso. Extrovertido, sin filtros. Altera en 97%. Alfa.

Tercer hijo; Tengen Uzui. 16 años. Estudiante de preparatoria. Bien parecido. Casanova "indirecto". Extravagante, se describiría el. Arrogante y narcisista. Alfa.

Y último hijo; Silen Uzui. 14 años. Estudiante de secundaria. "El principe frío". Despreocupado. Idol de su escuela. Desinteresado sobre temas amorosos, catalogado como Asexual. Serio, ególatra. Alfa.

"Apesar de haber hecho las tareas atrasadas y trabajos extra... Saque 9.

Mis padres me van a matar"

No es que Tengen no fuera listo. Lo era. Por en cima del promedio. Pero sus hermanos lo eran aún más. Un prodigio tras otro; decía su madre. Siendo una familia de Alfas su padre quería todo perfecto, su madre igual aún que no lo dijera tan abiertamente como su padre, sabía que esperaba perfección de sus hijos.

Aún que su padre era la excepción. Afirmando que no era tan bueno como los demás. Incluso su hermano menor era mejor en muchas más cosas que cuando el tenía su edad. Y no era mucha la diferencia. Dos años.

Dos años y su hermano menor le pisaba los talones.

Había querido tener amigos desde la primaria, pero debido a las exigencias de su padre, no había podido. Entre clases extracurriculares y maestros particulares, fue simplemente imposible.

Además de que sus progenitores eran clasistas de primera. Creían que los Beta solo existían para servirles. Y que los Omega solo servían para bienes sexuales. Cosa que claramente tenía en contra. Eran personas. Y si no tenían antenas saliendo de la cabeza junto a una piel verdosa para él eran igual a él.

Sintió libertad al estar en preparatoria; con personas de todo tipo a su alcance. Era... Fue... Sub-real.

Había respirado con libertad o más o menos igual. Pues a pesar de que tenía más libertades, estaban restringidas. Si quería hacer algo primero debía destacar en alguna materia, por no decir que tenía que hacerlo en todas.

Entrando al nuevo ciclo había podido seguir el régimen de su padre. Pero que en algún punto se había salido de su control cuando obtuvo una nota con un 7 gigante en rojo.

No había sido por falta de asistencia o intelecto. Solo que había olvidado que en los años de escuela las tareas eran las que contaba.

Gran error.

Le costó uno de los sermones más denigrante, más grandes y largos de parte de su padre.

Había negociado con los maestros, era un alumno destacado así que no tuvieron problemas con dejarle tareas y trabajos extra que ayudarían a su última evaluación. Pero no había sido suficiente. Ya que debido al tiempo solo podrían ponerle 9. No podían desplazar a quienes tenían trabajo, forma y sobre todo tiempo.

Y lo entendía. Pero su padre no lo haría.

Ahora se encontraba caminando de regreso a su casa, aún que realmente no quería llegar. Pero no tenía muchas opciones.

Diez añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora