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Meg me da un manotazo en el brazo, devolviéndome a la realidad. Sabe que he estado viendo por encima de ella.

— ¿Qué diablos te pasa? —pregunta con el entrecejo fruncido y las mejillas infladas.

— Perdón, ando distraído —tomo la taza de café y me la llevo a los labios, teniendo el descaro de seguir mirando al mismo punto. Con la vista periférica noto que Meg se cruza de brazos y río levemente, avergonzado—. Lo siento, ya volví. ¿Qué pasó ahora con Deuz?

— Ya no importa, ahora tenemos un problema más grande —suspira, echándome su típica mirada acusatoria. Con inocencia falsa, me señalo a mí mismo, como si preguntara "¿Yo?". Ella asiente—. ¿Se puede saber qué tanto andas de mirón por allá?

Esbozo una sonrisa ladina, volviendo a dirigir la mirada al sitio. Meg gira la cabeza con disimulo para saber qué es lo que atrae mi atención. El chico pelirrojo del pueblo está acunclillado acariciando a un gato negro, con una sonrisa ligera y serena. Dos pájaros de mal agüero conviviendo. Pero, no sé, visto desde aquí, no me parece que ninguno de los dos sea capaz de hacer algún tipo de daño.

— ¿En serio? —ella voltea hacia mí, incrédula— ¿Por eso es que has estado distraído?

— No le llames "eso" —frunzo el ceño—. Es una persona.

— Quién sabe —da vueltas a su café con el removedor, burlona—. Así que ahora sientes simpatía por el hijo del diablo.

Me encojo de hombros.

— Se llama Aiden, no "hijo del diablo", ni "brujo" ni nada de lo que siempre lo llamas. Y sí, puede que sienta simpatía por él. No me parece que ha hecho nada para ser tratado de la manera en que es tratado.

— Es un imán de desgracias, Spring. Todas las tragedias que han ocurrido en el pueblo seguro se deben a que él sigue aquí. Aquel cazador debió haberlo matado cuando tuvo la...

— ¡Meg, basta! —dejo la taza vacía sobre la mesa, disgustado. Ella se sobresalta, no suelo mostrarme enfadado nunca— No voy a tolerar tus insensibilidades. Estamos hablando de un ser humano igual que nosotros y si no estás dispuesta a tratarlo como tal, entonces no quiero seguir en esta conversación.

Meg se toma unos segundos antes de cerrar los ojos, suspirar, y decirme con el tono de mayor decepción que le he oído usar:

— Ethan Spring, eres raro.

Me paro de la mesa y, sin despedirme ni dudar, camino hasta el otro lado de la calle, donde está él dándole mimos al gato. Parece estar murmurándole algo al mismo, pero su sonrisa desaparece cuando nota mi presencia a su costado. Voltea a mí, inexpresivo pero con cierta confusión en los ojos. Le extiendo la mano, sonriendo cálidamente.

— Hola, me llamo Spring —digo. Puedo sentir las miradas de todos los vecinos que estaban alrededor sobre mí, pero no me preocupo. Estoy esperando su respuesta.

Parece estarlo procesando durante varios segundos, pasando sus ojos de mi mano a mi rostro. Finalmente, carraspea y se incorpora. Es más alto que yo.

— Aiden —contesta, casi en un susurro, tomando mi mano con poca firmeza, como si no estuviera seguro de corresponder el saludo. No me mira a los ojos.

— Parece que hiciste un amigo —enarca una ceja, desconcertado. Señalo con la barbilla al gato que no se ha movido de su lado, y él sonríe ligeramente al verlo.

— Ah, él. Sí, supongo —bufa—. Al menos los animales se me acercan.

— Aún no tenemos tanta confianza para que me estés diciendo "animal" —libera algo de aire con una sonrisa, supongo que riendo—. ¿Vas a algún lado?

Aiden mira hacia un costado, y luego voltea a mí con una ligera mueca, confundido. Abre la boca, como a punto de hablar, pero vuelve a quedarse callado.

— Lo digo por... si gustas tener compañía. Quiero acompañarte, si está bien —agrego. Frunce el entrecejo, pero es más duda que molestia.

— Uh... claro, iba a comprar pan —se rasca el costado del cuello—. ¿Por qué quieres venir conmigo?

— ¿Por qué no?

— Creo que este pueblo ya te ha dado mil razones —suspira. Me encojo de hombros.

— Vale la pena el riesgo.

Parece querer ocultar una sonrisa. Asiente con la cabeza y continúa el camino, y supongo que está bien que lo siga.

— Por cierto —le digo tras un minuto en silencio—, mis padres son los dueños de la panadería. Si quieres los convenzo para que no te cobren.

Aiden chasquea la lengua y vuelve a sonreír.

— Ah, de ahí se me hacía conocida tu cara.

redhead || foxtrap fnafhs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora