xii

102 15 12
                                    

— Definitivamente está enamorado de ti —cruza las piernas, con actitud segura y orgullosa.

— No lo está —frunzo el entrecejo—. Eso sería tonto...

— Entonces es tonto que tú estés enamorado de él —alza una ceja y siento el calor en el rostro—. Sí, eso es lo que creí. Literalmente ayer se te confesó, según lo que me cuentas.

— No tiene sentido, ¿okay? —me masajeo el tabique, intentando encontrar unas palabras adecuadas— Tal vez actúa como actúa porque nunca ha tenido un amigo antes y está confundido y...

— Oh, por Dios —me interrumpe con desgana, rodando los ojos—. A este punto solo estás intentando encontrar excusas patéticas.

— ¡Pero-!

— Escucha, Spring —vuelve a cortarme el habla, inclinándose para adelante y sin sutileza en su hablar—. Aiden será todo lo inexperto en relaciones que quieras creer, pero hay algo que no es. Él no es estúpido. Es lo suficientemente inteligente para entender que lo que le pasa contigo no es lo de un simple amigo.

— Nunca tuve la intención de llamarlo estúpido —vuelvo a fruncir el entrecejo. Meg exhala—. ¿Y qué es lo que tanto te hace insistir?

— Por dónde empiezo, a ver —cierra los ojos, moviendo el pie—. ¿Has notado esa manía que tiene de verte de arriba abajo? No te mira completamente, se detiene en tu boca y después vuelve a mirarte a los ojos.

— ¿Qué-?

— A un amigo no lo miras con ese deseo de darle un beso.

Si antes sentía el rostro tibio, ahora directamente está hirviendo. Meg parece querer aguantarse la risa.

— Más te vale que le des pronto lo que quiere. O a lo mejor él te besa primero.

— Eso no va a pasar, Meg —eufórica, golpea la mesa con la palma.

— Cien monedas a que él te besa primero porque tú no tienes los huevos para afrontar tus sentimientos —sonríe, y a este punto no sé si me está tomando el pelo.

— Si esto de las apuestas se va a volver algo recurrente, creo que deberías dejar de ir a esa cantina. Te están malinfluenciando —alzo una ceja, rezando porque eso logre desviar la conversación.

— Cuando tu prometido es un soldado y anda todo el tiempo haciendo de escolta y entrenando en vez de andar en casa, y tu amante es una princesa que a duras penas y puede salir del castillo, te quedas sin cosas que hacer —rueda los ojos.

— ¿Deuz? ¿Ahora lo extrañas? —sonrío de lado, y Meg niega con la cabeza.

— Es buen amigo más que esposo, creo que hasta él sabe que no siento nada por él —bufa—. Pero el compromiso ya está hecho, así que... de todas formas es alguien con quien puedo tener una conversación decente. Es chistoso.

— Me había asustado por un segundo, creí que te empezó a gustar él. Me cae mal —Meg se ríe.

— Spring, ¿estás intentando cambiar el tema? —pregunta, burlona, y decido rendirme al fin. Cruzo los brazos sobre la mesa y descanso la cabeza en ellos, y puedo sentir la mirada victoriosa de Meg encima mío. El silencio se extiende por unos segundos, hasta que Meg se impacienta y decide seguir metiendo leña al fuego— ¿También has notado que se muerde el labio cuando te mira? Le pones.

— Meg, es que... —intervengo inmediatamente para evitar que siga hablando, alzando la mirada de mis brazos y apoyando la frente en una mano— no soy como tú, ¿está bien? No tengo el valor que tú y Joy tienen para llevar lo que tienen a escondidas, no tengo el valor para arruinar lo que tengo con Aiden por unos sentimientos estúpidos.

— Vuelves a referirte así a tus sentimientos y te pego —frunce el entrecejo, y cuando me mira así sé que habla en serio—. Spring, ¿sabes por qué soy tan insistente con este tema?

— ¿Porque te encanta joderme la vida? —sonrío de lado, con sarcasmo.

— Porque quiero que seas feliz —mi expresión burlona desaparece, dando paso a una de pleno shock—. Nunca te he visto sonreír con tanta amplitud como lo haces cuando estás con él o hablas de él. Desde que tengo memoria has crecido con preocupaciones, con el peso de las expectativas de tus padres, con miedo. Pareces una persona completamente distinta ahora que estás enamorado, y no pienso quedarme sentada de brazos cruzados viendo cómo te niegas la oportunidad de ser enteramente feliz por una vez en tu puta vida. ¿Será difícil? Sí. ¿Es riesgoso? Sí. Pero también eres un terco y si te propones algo, lo cumples —se inclina en mi dirección—. Quiero que te propongas ser feliz. Proponte no dejar pasar esta oportunidad.

Suspiro, sin despegar la mirada de sus ojos —ella odia que le desvíe la mirada cuando tenemos una charla seria.

Me quedo en silencio, por varios segundos, procesando lo recién oído. Puedo asegurar que tengo los ojos llorosos.

A fin de cuentas, tiene razón. Es tal como le dije ayer a Aiden: no he sido tan feliz jamás como lo he sido desde que empezamos a ser amigos. Peor aún, desde que empecé a sentir algo por él. Y tal vez eso es lo aterrador, que esta felicidad sea frágil. Que un solo error lo pueda desmoronar todo. Y no hablo solo de su respuesta, aunque eso sea lo que más me preocupa; sino de todo lo que llevar un amorío secreto conlleva, todos los ojos que estarían sobre nosotros si se enteran. Lo que le podrían hacer a él, porque sé que este pueblo está esperando cualquier excusa para tirársele al cuello.

— Tengo cosas que pensar —digo, finalmente—. Esto no es una decisión que puedo tomar deliberadamente, ¿entiendes?

— Entiendo —vuelve a encajarse en su asiento, mostrando su sonrisa victoriosa nuevamente. Y sonríe así porque me conoce, y sabe que de todas formas voy a ceder.

Porque tal vez y no tengo nada que pensar, y solo estoy intentando hacer tiempo. ¿Para qué? No lo sé.

— Meg... —murmuro con la boca pequeña, logrando que despegue la mirada de las últimas gotas de café que quedan en su taza— Gracias por preocuparte por mí.

— Tú harías lo mismo por mí —sonríe de lado—. Si te hubiera contado lo de Joy al principio, seguro quien habría recibido ese monólogo motivacional habría sido yo. A pesar de que ni tú mismo lo seguirías —me hace reír, y niego con la cabeza.

— ¿Por qué no me contaste hasta tanto después? —inquiero, duda que me ha dado curiosidad desde que me lo confesó.

— De hecho te lo iba a contar el día que me dejaste plantada por ir a hablar con Aiden por primera vez —levanto las cejas—. Las cosas pasan por algo. Igual ya llevábamos tiempo para entonces.

Una sonrisa sutil y cálida se asienta en su rostro, adornada por un rubor ligero que su pálida piel hace parecer más fuerte de lo que es. Sostiene la taza con delicadeza cerca suyo.

— Hablo desde la experiencia cuando te digo todo esto, yo también estaba muerta de miedo cuando empezamos a salir —suspira—. Por eso puedo asegurarte que el riesgo vale la pena.

— Me gusta verte feliz —comento—. Hasta pareces un ser humano.

Me patea la pierna por debajo de la mesa.

redhead || foxtrap fnafhs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora