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Su risa es contagiosa.

Nunca, hasta hace un par de semanas cuando le hablé por primera vez, había imaginado que vería a Aiden presentando algo más que una sonrisa sutil que corregiría a los pocos segundos. Pero aquí está ahora, riendo al punto de llevarse las manos a la barriga. De hecho, contrario a lo que imaginé, es muy risueño. Y escuchar su risa me tranquiliza, de alguna forma. Es un ruido de esos por los que uno agradece la capacidad de poder oír.

Cuando terminamos de carcajearnos, me observa, manteniendo esa sonrisa amplia. Suspiro, sintiendo el corazón acelerado —asumo por el previo intercambio de risas descontroladas.

— Sabes, Ethan —empieza, jugando con sus dedos—. Eres la primera persona que no ha dudado al mirarme a los ojos.

— ¿En serio? —alzo las cejas.

— Sí, generalmente la gente me aparta la mirada a los segundos o directamente evita de todas las maneras posibles verme directamente. Se siente bien poder hablar con alguien así, sin que parezca que le asusta que pueda volverlo piedra con la mirada o robarle el alma o lo que sea.

— No me es difícil, tus ojos son lindos —su sonrisa desaparece rápidamente, dando paso a una expresión de shock—. Son color miel, es un color muy curioso.

— Pero no es nuevo para ti, Meglody también tiene los ojos así —objeta, siendo irónicamente ahora él quien mira a otra dirección.

— Sí, pero los tuyos son particulares —lo veo fruncir los labios—. Cuando no hay mucha luz cambian, parecen volverse verde olivo. Tienen un brillo especial. No sé cómo la gente puede tener miedo de mirarte a los ojos.

Se lleva la mano al costado del cuello y se encoge levemente. Gira la cabeza aún más hacia la derecha, evitando toparse con mi mirada. Reacciono.

— Disculpa, ¿soné raro? ¿Te molestó lo que dije? —pregunto, preocupado. Niega con la cabeza y exhala, sonriendo con timidez.

— No, tranquilo, no me molestó.

— Si no te sientes cómodo me puedes decir y yo voy a...

— Ethan —voltea hacia mí rápidamente y niega con la cabeza—. No estoy incómodo. Eres la primera persona que no me hace sentir incómodo o fuera de lugar, y eso no va a cambiar solo porque digas algo así.

— Perdón, es que... —río nervioso. Antes de poder continuar, Aiden chasquea la lengua unas cuantas veces para evitar que prosiga.

— Está bien, en serio —vuelve a reír—. También eres la primera persona en decirme cumplidos. Se siente bien.

— Me aseguraré de decirlos más a menudo, entonces —sonrío, menos tenso—. Tampoco es algo que se me dificulta. Eres una persona increíble.

— Ajá —vuelve a fruncir los labios.

Puedo empezar por lo que he tenido en la mente desde hace rato.

— Tienes una risa y sonrisa hermosas.

Se le escapa una sonrisa ladina, mirándome con la esquina del ojo.

Se sonroja.

Y, seguido de un suspiro suyo, es el último ruido que se escucha aparte del río que corre frente a nosotros.

 

— Te he notado muy feliz estas semanas —comenta mi papá, alzando una ceja.

— ¿Ah, sí? —pregunto, sin hacer mucho caso, metiéndome otro bocado de la comida. Me encojo de hombros y hablo con la boca llena— No lo había notado.

— ¿Será que conoció a alguien y nos lo está ocultando? —sugiere él burlón a mi mamá. Frunzo el entrecejo, abochornado, mientras la veo reír y negar con la cabeza.

— Está así por Aiden —aclara ella.

Aunque lo que dice es verdad y me debería tranquilizar porque no hay secretos en la mesa, siento el calor en las mejillas aumentar con la sola mención del pelirrojo.

Papá chasquea la lengua, pareciera desilusionado.

— Ah, cierto, Aiden —vuelve a llenar su cuchara de comida, pero no la ingiere. Vuelve a mirarme con los ojos entrecerrados—. Ya estaría bien que la razón por la que estés en las nubes todo el rato fuera que conociste a una mujer y nos avises que te vas a casar.

Ruedo los ojos. Mamá pone una mano sobre su brazo y le sonríe, suplicante.

— Cariño, no lo presionemos. ¿Acaso no recuerdas que nosotros también nos tardamos para encontrarnos y enamorarnos?

— Claro que lo recuerdo, pero Ethan no va a conseguir nunca encontrar algo así si apenas y habla con la gente. Sus únicos amigos son una mujer comprometida y... Aiden.

Me disgusta más el hecho de que haya pausado para encontrar una "palabra adecuada" para referirse a él que el que estén hablando de mí como si no estuviera en la misma mesa que ellos.

— Creo que perdí el apetito —suspiro, empujando la silla y poniéndome de pie—. Muchas gracias por la comida.

Papá no abandona su gesto de decepción y mamá me dirige ahora a mí su mirada suplicante, como queriendo que me quede en la mesa. Pero prefiero no estorbarles. Subo las escaleras hasta mi cuarto y cierro la puerta tras mío.

Lo lógico sería que esté enojado porque otra vez mi padre me está lanzando pistas de que ya quiere que me case y tenga una casa o no lo sé, todas esas cosas de protocolo que por alguna razón ya deberían estar más que realizadas llegados los dieciocho años y que he repetido varias veces que hasta el momento no me han llamado la atención en lo más mínimo, ergo, no planeo forzarlas. Pero este no es el caso. Estoy molesto, sí, pero porque me di cuenta de que su percepción de Aiden es a conveniencia.

Él nunca lo juzgó según las creencias populares y dudo que lo haga ahora, pero siempre ha sido una persona muy preocupada por la imagen, y si ya tenía problema con que mamá le demostrara abiertamente cariño, no creo que se sienta muy alegre ante la idea de que su hijo —de ya veintidós años y aún viviendo con sus padres, sin haber desposado a una mujer—, haya formado una amistad con alguien "como él". Ahora no parece tenerlo en la misma luz de aprecio que antes de que entrara a mi vida.

Suspiro y me desplomo sobre la cama, que hace un ruido de desgaste ante mi peso.

Si pudiera cumplir un deseo con solo sonar los dedos...

Pero no, esas son fantasías de niños, me debo apegar a la realidad.

De todas formas, todas esas preocupaciones parecen alivianarse por completo con solo pensar en su risa.

redhead || foxtrap fnafhs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora