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— Cuando dije que quería aprender sobre ser amigos, me refería a que quería aprender contigo. Como... pasar tiempo contigo —dice, inconforme—.  No creo que esta sea una buena idea.

— Ya te dije que va a estar bien, y en todo caso si se comporta mal contigo le voy a poner freno —contesto, confiado, aunque a medida que nos acercamos a lo de Meg, empiezo a sentir cierto nerviosismo.

Si algo sé de Meg —y es cierto que sé mucho de ella—, es que una vez algo se le mete en la cabeza es casi imposible hacerla cambiar de opinión. Pero sostengo la esperanza de poder lograr que se hagan amigos. Aiden realmente me agrada, y no quiero tener que resignarme a aceptar que eso iría de la mano con Meg hablando pestes de él. Antes podía soportarlo medianamente, pero ya no, no ahora que Aiden es oficialmente parte de mi vida.

A la distancia, vemos que Meg sale de su casa y se apoya en el marco de la puerta, sosteniendo entre sus manos una taza de cerámica blanca, vacía. Siempre me he preguntado de dónde sacó ese juego de vajilla que parece tan refinado y de alta calidad, pero nunca se lo he preguntado. Ey, ese podría ser un buen primer tema de conversación.

Claro, lo sería si Aiden dejara de aminorar la velocidad y pudiéramos acercarnos al lugar a tener una charla.

— ¿Estás bien? —pregunto, deteniéndome y volteando hacia él. Su expresión es una mezcla rara de timidez, disgusto y tristeza.

— Sí, no, no sé —se masajea el tabique y tras suspirar, continúa—. Hablar contigo me ha resultado relativamente fácil estos días porque al menos tengo la certeza de que te agrado, y siempre logras sacarme conversación y hacerme sentir cómodo, y lo agradezco un montón. Pero no puedo sentirme igual con respecto a hablarle a alguien que sé que ha deseado que yo esté... que no le caigo bien.

Abro los ojos, desconcertado. No tenía idea de que Aiden estaba consciente de que Meg ha dicho ese tipo de cosas sobre él.

Recién ahora empiezo a caer en cuenta de que puede que esté cometiendo un error.

— Tienes razón, perdón —clavo la vista en el suelo, avergonzado y enfadado conmigo mismo—. Creo que me emocioné de más, si no estás listo para hablar con otras personas, no te voy a apresurar a nada.

— Lo siento —dice y enseguida meneo la cabeza de costado a costado.

— No, no te disculpes —alzo la mirada y le sonrío—. Iremos a tu ritmo.

Me devuelve la sonrisa, como la forma más honesta de agradecerme. Estamos a punto de dar la vuelta y devolvernos por donde vinimos, pero algo llama la atención de ambos.

— ¡Spring! —Meg notó mi presencia. Giro en torno a ella y la veo sonriendo, lo que cambia totalmente cuando se percata de que atrás mío está Aiden.

Deja la taza sobre la mesa exterior a su casa, libera aire por la boca y se sostiene el vestido para poder caminar hacia nuestra posición, varios metros lejos de su casa.

— Eeey, Meg —la saludo, inexplicablemente nervioso, como al tener ese típico presentimiento de que algo saldrá mal.

— Te estaba esperando, como avisaste ayer que ibas a pasar por aquí, ya había puesto a hervir el agua y... —se detiene abruptamente. Vuelve a asomarse por encima de mi hombro para ver que Aiden sigue atrás mío, petrificado. Meg frunce el entrecejo— Hubiera sido bueno que me advirtieras que tenías otros planes, ¿sabes?

— ¿Eh? —enarco una ceja. Segundo y medio después reacciono, volteando a ver a Aiden y luego a ella una vez más— ¡Oh, él! ¡No, no! De hecho esto es un malentendido gracioso. Hace varios días le conté que haces el mejor café del mundo y...

— De eso también me hubieras avisado —alza una ceja.

De hecho, eso sí fue a consciencia. Sabía que al minuto de proponerle invitar a Aiden a alguna de nuestras charlas matutinas movería cielo y tierra con tal de negarse.

— Intenté advertirle —objeta Aiden, llamando la atención de Meg—. Lo siento, sé que no soy bienvenido. Voy a...

— No —interrumpe Meg, cerrando los ojos y suspirando—. Spring logró arrastrarte hasta aquí, no va a ser eso en vano.

Sonrío, mirando a Meg, diciendo "gracias" con los labios pero sin pronunciarlo en voz alta. Ella, contra todo pronóstico, también esboza una sonrisita.

Meg también sabe mucho de mí, no por nada somos mejores amigos, y si en algo coincidimos y ha hecho nuestra amistad tan entretenida al pasar de los años, es que yo tampoco me rindo fácilmente cuando una idea se me mete en la cabeza. Y al final del día siempre apoyamos al otro en nuestras locuras.

Volteo a ver a Aiden, que mira con sorpresa a Meg. Carraspea y da un paso adelante, extendiendo la mano.

— Gracias —murmura. Meg duda varios segundos antes de corresponder el saludo.

— Meglody —se presenta ella.

— Aiden —contesta él.

— Estoy consciente —Meg me dirige una mirada burlona por unos segundos y carraspeo, evitando dar paso a la risa tonta.

 

¡A Aiden sí le gustó el café! Y él y Meg parecieron entenderse enseguida, aunque aún hay mucha tensión entre los dos. Igual, estoy seguro de que eventualmente se llevarán bien.

A la final me olvidé de preguntarle por el juego de vajilla. Tal vez no era tan importante.

redhead || foxtrap fnafhs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora