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Deseando haber escuchado mal pero entrando de todos modos, en realidad, Geralt no se sorprendió cuando detectó un rápido movimiento a unos metros de él, donde sólo quedó el pequeño zorro rodeado de unas viejas ropas en el piso. Alambres, trozos de madera y telas cayeron a su alrededor mientras rodaban fuera de una vieja mesa, y no tuvo que hacer más que ver la nerviosa mirada ojiazul para confirmar sus sospechas.

—Jaskier —masculló entre dientes.

—Nada.

—¿Qué?

—No.

—No te...

—¡No estaba haciendo nada! —chilló el omega con escasa convicción.

Geralt cerró los ojos y suspiró profundamente. Cuando volvió a abrirlos, el zorro seguía frente a él. Ahora, comenzando a azotar nerviosamente su cola contra el suelo de madera.

—No te he dicho nada —dijo con paciencia.

—¡Pero ibas a hacerlo! —se quejó el zorro.

—¡Porque volviste a desobedecerme! —contraatacó, mirando de manera evidente las ropas en el suelo, sin poder creer que no sólo se había transformado, sino que hasta se había dado el tiempo de vestirse y trabajar en lo que sea que hubiera estado haciendo.

—¡Ah, no vuelvas a gritarme! —amenazó el omega, recogiendo lo que se le había caído debajo de la mesa—. Estaba responsablemente haciendo una tablilla, ¿ves? Es para mi pata. Ahora, te agradecería si me ayudas a ponérmela.

Geralt alzó una ceja, sorprendido ante la aclaración pero aún con la duda en su semblante. Los alambres no parecían haber sido usados en la tablilla, por lo que supuso que era una verdad a medias.

Suspiró nuevamente, pero terminó asintiendo antes de acercarse y tomar la tablilla improvisada con su hocico. El zorro agitó la cola más tranquilo mientras se dejó poner la estructura de madera y tela, y sólo bastó unos suaves tirones con los dientes y la pata contra el piso para que Geralt pudiera ajustarla perfectamente.

—¿Duele? —preguntó por lo bajo porque le preocupaba que, si el hueso necesitaba ser acomodado, entonces una tablilla no sería suficiente. Pero encontrar un sanador ahora era absolutamente imposible, y aunque él podía transformarse también, sus conocimientos como curador estaban lejos de ser suficientes.

—Bastante, pero se siente más cómodo así, gracias Geralt —dijo el zorro con una genuina sonrisa, y ahora que lo tenía más tranquilo Geralt aprovechó para volver a atacar.

—Bien, ahora explícame qué es eso —ordenó, apuntando con su nariz los alambres atados con nudos corredizos a pequeñas estacas. Geralt sabía que eran guaches*, pero no entendía para qué los necesitaba.

—Bueno... —comenzó el zorro, removiéndose en su lugar—, no puedo depender de ti para alimentarme, Geralt, esa nunca fue mi intención.

Frunciendo el entrecejo, Geralt dio un paso más cerca, sin entender todavía: —Jaskier, me alimentaste a  —dijo con obviedad.

—Ya, pero es diferente.

—¿Diferente cómo? —preguntó, comenzando a perder la paciencia.

—Diferente porque... —Jaskier hizo una pausa, tragando saliva y evitando mirarlo directamente. Sus orejas inclinadas hacia atrás también delataban su nerviosismo—. Yo... lo hacía para ganarme tu simpatía, porque quería que me aceptaras como parte de tu manada.

The Colors of the Fox | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora