The Colors of the Fox | Geraskier

5

Geralt se estaba arrepintiendo de haber expresado su agrado por el campo de flores.

Gracias a eso, ambos llevaban varias horas en medio de la pradera, él recostado sobre la nieve y, con una emoción que no mostraba intención de menguar, Jaskier se hallaba corriendo de flor en flor, sacando delicadamente las semillas con el hocico antes de volver a su lado para, muy a su pesar, esconderlas bien dentro de su pelaje. Al principio fue bastante incómodo, pero a estas alturas, Geralt ya se había acostumbrado a sentir el cosquilleo de la nariz contraria restregándose contra su lomo.

La idea era que se las sacudiera al llegar a la cueva. De esta manera, con el tiempo nacerían nuevas flores allí, y él podría verlas sin tener que caminar hasta la pradera. Aunque Geralt no estaba seguro de si brotarían por esos lados también, Jaskier se lo había dicho con tanta ilusión que le resultó imposible negarse. Así que aquí estaba, con una seria expresión en el rostro y esperando a que el zorro decidiera que por fin tenían semillas suficientes.

—No olvides pararte lentamente cuando nos vayamos, Geralt, voy a llorar mucho si se caen antes de que lleguemos —le dijo el ojiazul regresando a su lado, volviendo a dejar las semillas entre su pelaje y retirándose por centésima vez.

—¿Eso significa que terminaste? —preguntó girándose para mirarlo, pero el zorro parecía lejos de terminar.

—No, no, aún no, tenemos que llevar muchas porque seguramente no todas germinarán.

Geralt suspiró, volviendo a mirar hacia el frente y, al menos, disfrutando del silencio. De pronto, una leve sombra lo distrajo, reconociendo en ella la forma de un águila. Miró hacia arriba y confirmó su teoría, pero se quedó tranquilo al saber que, con él ahí, el ave no vendría por Jaskier.

—Jaskier, no vengas aquí solo —advirtió volviendo a mirarlo. El zorro se giró hacia él, ladeando la cabeza en confusión—. Las praderas son peligrosas —explicó simplemente, recibiendo un repetido asentimiento a cambio ya que nuevamente tenía el hocico ocupado con semillas.

Cuando las dejó sobre él, Jaskier volvió a hablar: —¿Tienes hambre? Puedo cazar algo antes de que volvamos.

Geralt resopló una risa: —¿Cómo eres tan hábil cazando? —preguntó con genuina curiosidad. Desde el principio a él no se le había dado bien, no entendía cómo Jaskier podía alimentarlos a ambos sin siquiera cansarse.

—No soy tan hábil, es que tú eres muy malo —respondió el ojiazul con un tono de diversión. Geralt rodó los ojos y Jaskier se rió empujando el morro contra el suyo, y aunque el gesto lo sorprendió un poco, no dijo nada al respecto—. En realidad, creo que es porque todavía no aceptas tu lado salvaje.

Salvaje. La palabra sonó más fuerte y cruda ante sus oídos. Se tensó involuntariamente en su lugar, y sin girarse a mirarlo, preguntó: —¿A qué te refieres?

—Bueno, hace unos días dijiste que no te gustaba hablar del pasado —comenzó Jaskier con un tono cauteloso—. No te enojes, Geralt, pero creo que es porque no has podido superarlo y, por ende, no has aceptado al nuevo tú, al que es un lobo.

Geralt carraspeó, removiéndose incómodo antes de mascullar: —¿Qué se supone que no he superado? ¿El destierro? Porque eso nunca me afectó en realidad.

—¿Así es como lo llamas? ¿"El destierro"? —preguntó Jaskier, sentándose frente a él y observándolo con la cabeza ladeada—. Para mí, eso fue una masacre. Nunca nos dieron la opción de irnos, simplemente intentaron erradicarnos y ya —suspiró lentamente y desvió la mirada. Esta vez, fue Geralt quien lo miró con atención—. Bueno, tal vez la masacre no es lo que te está afectando, pero creo que hay algo que sí te da vueltas y, por eso, no has podido aceptar a tu lobo —dijo parándose nuevamente, sacudiendo su cabeza y volviendo a sonreír con naturalidad—. Pero no te preocupes, hasta que lo hagas, me tienes a mí para alimentarnos a ambos.