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Tras su declaración, el zorro frente a él parpadeó sorprendido, boqueando un par de veces mientras bajaba lentamente sus patas al suelo.

—Eso... ¿quiere decir que me aceptas en tu manada? —preguntó Jaskier con una sonrisa nerviosa, y Geralt rió suavemente, dándole un amistoso lengüetazo en la frente.

—Quiere decir eres mi manada, Jaskier, por el tiempo que así lo desees —asintió, y conociendo al ojiazul, se apresuró a poner la pata entera sobre el lomo anaranjado, tomando las debidas precauciones para no verlo rodar cerro abajo. Sin embargo, el zorro aprovechó la cercanía para restregar cariñosamente la cabeza bajo su mentón, y él se preguntó cuándo había pasado de tolerar sus demostraciones de afecto a sentir agrado por ellas.

Ambos se recostaron allí durante la hora siguiente, dispuestos a ver las auroras boreales hasta que desaparecieran, aun si tardaban toda la noche en hacerlo.

—La primera vez que vi las auroras fue en Kaer Morhen—comentó Geralt en voz baja, casi susurrando—. Vesemir me ayudaba a entrenar con la espada cuando aparecieron, y por primera vez me dejó detener el entrenamiento sólo para verlas.

—¿Vesemir? —murmuró el zorro con interés, ladeando su cabeza.

—Un viejo brujo —explicó—. Me crió a mí y a otros niños mientras nos convertíamos en brujos también —confesó, una leve inseguridad ante la reacción del zorro se alojó en su nuca, pero de reojo vislumbró una sonrisa, y rápidamente esa incertidumbre desapareció.

—Oh, como un padre —dijo Jaskier de inmediato, el entusiasmo en su tono de voz.

—Sí —resopló una risa suave—, como un padre.

—¿Entonces tienes hermanos también? —preguntó en seguida. Geralt escuchaba la cola agitándose un poco más abajo y las iris contrarias mirándolo con interés.

—Hm —asintió—. Eskel y Lambert son los que se criaron conmigo, aunque... —titubeó, pero dejó ir la punzada de dolor en una lenta exhalación por su nariz—, desconozco si siguen vivos.

—Oh... —soltó Jaskier por lo bajo, volviendo a mirar las luces durante unos segundos antes de girarse hacia él otra vez—: ¿Cómo son ellos?

Geralt alzó ambas cejas ante la pregunta, un poco sorprendido y sin saber por dónde empezar, pero sólo bastó un pequeño esfuerzo de su parte para rebuscar entre sus recuerdos, y pronto una sonrisa se alojó en sus fauces, comenzando a relatar la primera vez que los vio.

No supo cuántos minutos u horas estuvo hablando, generalmente en un tono bajo pero subiendo la escala ante los acontecimientos más emocionantes. Le habló de las pruebas, del ataque a la fortaleza, de su primer monstruo e incluso de Blaviken. Y sólo cuando notó que las luces comenzaban a apagarse levemente, fue cuando se dio cuenta del extenso tiempo que llevaba sumido en los recuerdos de cada invierno que pasó en Kaer Morhen, completamente desconectado del mundo exterior.

Se volteó hacia el zorro al volver a la realidad, y se sorprendió al encontrarse de vuelta con la mirada azulada que le observaba atentamente, las orejas alertas y el cuerpo inclinado levemente hacia adelante.

—Vesemir es mi favorito —comentó el zorro de inmediato, la emoción en sus ojos se mantenía intacta—, casi pude oler las comidas que preparaba cuando lo contabas, me habría encantado tener un padre como él. Estricto pero gentil, suena como un padre ideal.

Resoplando una risa, Geralt negó con la cabeza: —No sé si ideal, pero fue una buena figura, sí —dijo removiéndose en su lugar, esta vez girándose hacia el omega—. ¿Qué hay de tu familia?

The Colors of the Fox | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora