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Geralt se queda en su lugar, observando la escena por muy dolorosa que sea. Asegurarse de que Jaskier esté bien es su prioridad, y si para eso debe ver al zorro en silencio hasta que se marche con el resto, entonces lo haría. 

Por desgracia, la primavera no traía tanto viento consigo como el invierno, por lo que le fue imposible oír la conversación desde su sitio. Sin embargo, en dos semanas había aprendido a leer bastante bien el lenguaje corporal del zorro, por lo que se enfocó en eso durante los eternos minutos que duró el encuentro.

Jaskier no pareció incómodo en ningún momento. A lo sumo lucía un poco nervioso, pero no lo suficiente como para encender sus alarmas. No obstante, lo que sí hizo que se tensara por completo fue ver cómo, tras varios minutos de charla, la manada de zorros finalmente retomó su camino, y Jaskier no fue con ellos.

En cambio, el zorro tomó de nuevo los guaches que había dejado en el suelo, y con las trampas entre sus dientes emprendió un ligero trote hacia la dirección en la que él estaba.

Por un momento pensó en esconderse, pero Jaskier se dio cuenta de su presencia antes de que lo intentara, comenzando a correr emocionado hacia él y, esta vez, Geralt sí dejó caer el pavo de inmediato, corriendo también hacia el omega con largas zancadas, en un desesperado intento por detenerlo antes de que volviera a dañar su pata entablillada.

—Jaskier, ¡no corras! —lo regañó en cuanto llegó a su lado, pero suavizó su mirada cuando el zorro comenzó a restregar el morro bajo su mentón. Desde que había aceptado que durmiera a su lado, Jaskier había adquirido la costumbre de invadir su espacio personal en todo momento, y en realidad, a Geralt no le molestaba tanto que lo hiciera.

Soltando los alambres enlazados, Jaskier lo miró con una sonrisa tan contenta que Geralt no pudo evitar compararla con la que tenía con los otros zorros, pero trató de disipar esa imagen de su cabeza, diciéndose que un pensamiento así era estúpido e innecesario.

—¡Geralt! ¿Viste la manada que acaba de irse? No pensé que vería a tanta gente en estas montañas, ¡y fueron muy amables! —contó con alegría, y Geralt se irguió con el cuerpo rígido mientras miraba en la dirección por donde habían desaparecido los otros zorros.

—Hm —asintió vagamente, y dejándose vencer por la curiosidad, preguntó—: ¿No te ofrecieron unirte?

Sorprendido, Jaskier se quedó en silencio sólo un par de segundos, sus orejas inclinándose hacia atrás con la clara señal de nerviosismo.

—¿Los escuchaste? —preguntó, confirmando involuntariamente su duda. Y tal vez estaba siendo malditamente inmaduro, pero Geralt asintió, mintiendo y confundido al ver que Jaskier sólo se ponía más nervioso, encogiéndose en su lugar cada vez más—. Lo siento por decirles que ya tenía manada, sé que aún no me aceptas directamente... pero esperaba que lo hicieras pronto...

Geralt pestañeó, completamente descolocado y teniendo que mirar directamente las iris azules para entender que hablaba en serio. Jaskier lo miraba de manera intermitente, golpeando levemente su cola contra la nieve.

—¿Te ofrecieron unirte y... les dijiste que ya tenías manada? —repitió, aún incrédulo ante su declaración.

—A ver, en mi defensa, cada vez me permites acercame más —comentó Jaskier, parándose para caminar de un lado al otro frente a él mientras trataba de disipar su nerviosismo—. Ya no rehúyes a mi contacto, e incluso me has estado marcando con tus feromonas.

—¿Qué? —preguntó de inmediato, parándose también por la sorpresa—. No es cierto.

Frunciendo el entrecejo, el zorro lo miró confundido: —Lo es. No me digas que lo hiciste sin darte cuenta porque juro que lloraré de decepción.

The Colors of the Fox | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora