Capítulo 14 - ¿Quién es quién?

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Maratón 🏃 (3/3).

No soy una persona confianzuda. Pero, cuando la información resultaba tan creíble, tendía mucho a hacer caso a lo que me decían. Y era por eso que justo ahora íbamos camino a una de las casas de Martínez. Información que me había suministrado el japonés.

Por alguna extraña razón creí que él estaba trabajando para Martínez. Pero me sorprendió el hecho de que recibiera una llamada suya para confirmarme que Yadel estaba muerto y que el responsable de dicho atentado había sido él.

Para Martínez, Yadel era sus ojos. Sí él no estaba, atraparlo sería más fácil, era un obstáculo menos. Si él hubiera sido un poco más listo, quizás estaría ocupando el puesto de Martínez. Pero, no tomó las mejores decisiones y había terminado como ya sabemos.

Ahora, lo siguiente que seguía era más difícil. Debía saber hacer mi siguiente jugada muy bien. Sentía tanto miedo de presionarlo y que en su desespero la matará. Pero, debía saber hacer los movimientos correspondientes para no afectar su vida. Haber llegado hasta donde estaba no había sido fácil. Los problemas, la movilidad, las estrategias... Todo era tedioso y me afectaba notablemente. Mas que todo en mi autocontrol, que se ha visto perjudicado varias veces conforme entro a cada propiedad de Martínez.

A veces me gustaría tener poderes mágicos o algo por el estilo. Algo, que me pudiera ayudar a hacer muchas cosas que para un ser humano son imposibles. Como teletransportación o invisibilidad. Si los tuviera, sería más fácil para mi rescatarla. No obstante, la realidad era otra. Es más dolorosa y atosigante; así era la vida. Se debía aprender a vivir con las cosas que pasaban, y que muchas veces sucedían por las mismas decisiones que tomaban las personas. Tal vez, si no hubiera sido narcotraficante, mi vida al lado de ella habría sido más sencilla.

Miré a Paula por el retrovisor y me di cuenta que miraba a Max. Estaba sonrojada y fruncia el ceño mientras hacía un mohín. Mismos gestos que hacía cuando yo la molestaba. Tal parecía que pasar tiempo con mi guardaespaldas le había sentado de maravilla para olvidarse de mí.

En un movimiento rápido, vi como este alzó su vista y le guiñó un ojo. Dejándome sumamente sorprendido.

¿Qué había pasado en estos días mientras él la vigilaba?

Me encogí de hombros restándole importancia. No era mi asunto, pero si me interesaba saberlo. Después de todo, ella era una mujer con comportamientos extraños. Y saber sus intenciones y movimientos para con mi personal, era importante para mí, porque me permitiría estudiarla y así saber más o menos cuales eran sus planes. Mi forma de saber cómo era una persona, era mirando su actitud con los demás. Cuando mi mente estuviera más tranquila le preguntaría a Max.

El teléfono de Paula comenzó a sonar y todos nos miramos.

Número desconocido.

—Puede ser él — dije refiriéndome a Martínez. — Ya sabes qué hacer.

Asintió en respuesta y atendió. Lo colocó en altavoz para que todos escucharamos.

—¿Diga?

—¡Hola hermosa! — Sí era él. — Necesito que me ayudes.

—¿Hablo con...?

—¡Martínez! ¿No reconoces mi voz dulzura? ¿después de todo lo que hemos pasado juntos?

Max se giró sobre su sillón con cara de pocos amigos y yo levanté una ceja en señal de pregunta. Volví a mirar a Paula y esta siguió hablando.

—¡Ah, claro! ¿Cómo estás bombón?

Por la cara de Max supe que ese apodo no le gustaba.

—Bueno... Te diría que bien, pero en realidad no. —se aclaró la garganta. — Mira te llamaba para un favor, me enteré por ahí que tú amorcito está vivo.

Arrugué mi entrecejo extrañado. ¿Cómo sabía que estaba vivo?

La imagen del japones llegó a mi mente.

Le dije que seguías vivo. — dijo el japonés con profundo orgullo.

Y lo hiciste ¿Cómo por qué?
—No te sulfures. Quiero que sepas que lo hice como estrategia. Para que ustedes dudarán de mí y así ganar confianza con Martínez. Inteligente ¿no? Los japoneses no somos tontos.

—Humm... ¿sabes algo? no te creo.

—¡Créeme! ¡Lo hice por ti! —sonrió. — Bueno, en realidad lo hice más por mí. Soy muy curioso, y esta sería una maravillosa oportunidad de saciar mi curiosidad y conocer a la chica que los tiene locos a los dos. —comenzó a reír — Quién lo diría, disolver Martínez una sociedad por una chica. Debe ser muy linda.

—Preciosa — corregí.

—Preciosa. — Repitió — ¿sabes? Logré impedir que él la matará, le dije que te chantajeará. Así que si te llama acepta sus condiciones y ve hasta donde esta. Y si no te la da no te preocupes, yo tengo su ubicación. Mis hombres no te dejaran solo, están ocultos pero atentos a todo...

Volví a la realidad cuando Rodrigo me tocó el hombro. Martínez le acababa de preguntar a Paula si podía contactarme para reunirnos, quería rendirse.

Fruncí mi ceño y asentí dando consentimiento. Algo en esto no me estaba gustando.

—Está bien, yo me comunicaré con él. —respondió Paula— Espero que esta vez no me traiciones como aquella vez.

—¡Prometo no tocarle un solo cabello a tu amado! —comenzó a reír. — Te mandaré la ubicación, espero puedan llegar rápido.

Colgó el teléfono y me miró.

—¿Irás? Puede ser una trampa.

—Soy consciente de eso.

Segundos pasaron cuando Martínez envió la ubicación del lugar. Y lo extraño era, que su ubicación era diferente a la que me había dado el japonés.

Maldita sea.

¿A quién debía de creerle? ¿al hombre que mató a la mano derecha del sujeto que buscaba? O ¿al sujeto que tenía a mí bravucona y quería dialogar? Esto me estaba matando ¿Y si era otro engaño del japones? ¿y si en verdad Martínez se iba a rendir? ¿Quién me iba a traicionar esta vez? No tenia la mas remota idea.

—Son diferentes. — dijo Rodrigo diciendo lo que ya sabía. — ¿Qué harás?

—Dividirnos. Yo voy con Paula a dónde él nos dice, y tú ve con Víctor a donde dice el japonés.

—¡No, separarnos es peligroso!

—Es la única solución factible que veo— lo miré. — Quizás ella esté donde dice el japonés, no lo sé, por eso necesito tú ayuda.

—Pero es que tú...

—No importa lo que me pase a mí, búscala a ella. — Rodrigo me miro triste y luego chasqueo su lengua frustrado.

En el transcurso del camino todos estuvieron callados. Analizaba a cada momento las circunstancias. Paula ya me había traicionado una vez. ¿Qué me constaba que no lo hiciera otra vez? Una mujer enamorada y despechada podía ser alguien muy difícil de entender.

Por el momento, mi situación no era la mejor, no confiaba en nadie que no fueran mis amigos y Max. Los demás, me generaban una duda tremenda porque no lograba confiar completamente en su palabra.

¿Era este el sacrificio que debía soportar por acarrear esta vida llena de cosas fáciles?

Era un castigo que me perseguirá hasta el final de mis días.

Era un castigo que me perseguirá hasta el final de mis días

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Fin de la maraton, esperen el extra.

El Duro Corazón Del Narco: La Venganza De Hugo [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora