La noche había envuelto por completo la ciudad y con ella la academia, cierto profesor de cabellos blancos vigilaba a su estudiante mientras está dormía.
Y no es que fuese un acosador, simplemente quería asegurarse que estaba bien luego de ingerir un medicamento completo y estar enferma.
A veces se engañaba a sí mismo para no aceptar que había desarrollado sentimientos por su estudiante.
Quería protegerla de todos, sabía perfectamente que ella no era como el resto de personas que había conocido en el pasado. Makima tenía una personalidad oscura, rozando entre la maldad y el egoísmo puro.
—Gojo...—Susurró la joven entre sueños a la vez que se removia entre sus sábanas.
Gojo.
Ella era cruel, lo supo desde que la conocí y todo el mundo quería apartarla debido a su fría personalidad.
La familia que la había acogido le tenía miedo por ese extraño poder, era peligrosa y aún así decidí cuidarla y protegerla de sí misma.
Yo era lo único que la mantenía bajo control, sabía que si Makima se apartaba de mi lado se perdería totalmente en la oscuridad.
Le tome demasiado cariño, me sentía atraído por su belleza y esos ojos tan despiadados, quizás ella me mataría en la primera oportunidad que tuviese pero para mi solo era una niña pequeña que jamás tuvo el calor de una familia o alguien que se preocupara verdaderamente por ella.
—¿Estas despierta?—Me acerque más a su cama y ella abrió los ojos mirándome con sorpresa.
—¿Gojo?—Sonreí y tome su mano con delicadeza y con mi otra mano acaricie su cabello removiendo cualquier mechón que estorbara en su rostro.
–Me alegra que estés mejor, debió ser una tarde complicada para ti–Me aleje para darle espacio.
—Me siento rara—tenía una extraña expresión en su rostro, una mezcla de confusión y miedo.
Cosa que jamás vi en ella, siempre me pareció que no era humana pero ahora tenía un poema en la cara que decía frágil.
—tranquila, estoy aquí para ti— dije con total sinceridad esperando a que Makima se diera cuenta que yo estaría con ella en todo momento.
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Makima
—¿Qué me está pasando?—Le pregunté con enojo.
—Tu misma lo hiciste, dejaste de creer que eras la más fuerte–Me explico la maldición con la que pacte por primera vez hace años—Estás provocando esto y estas recuperando tu humanidad.
—Yo no soy humana.
—Alguna vez lo fuiste pero te hicieron trizas tantas veces que renunciaste a eso para ser más poderosa.
—Hagamos otro contrato—Dije con autoridad.
—Yo no pactaria con una niña asustada, busca a alguien más.
Sin decirme mas desapareció dejándome completamente sola en aquella sala.
Debía buscar alguna explicación para todo esto, algún detonante... podría ser la llegada de Okkotsu, alguna maldición muy poderosa o quizás el mismo Geto Suguru.
Arregle mi abrigo antes de salir de aquella sala de reunión que ahora se encontraba en total oscuridad. En cuanto abrí la puerta el frio golpeó mi cara con fuerza y debo decir que la sensación fue perfecta.
La nostalgia llegó de golpe en cuanto mis manos se congelaron, me traía recuerdos que creí olvidados.
—¡Makima!—Yuta me tomo del brazo y me arrastró por toda la escuela hasta llegar a la cafetería.
Las luces estaban apagadas y pequeños ruidos me pusieron nerviosa, busque el interruptor para encender las luces, al hacerlo me percate de que todos los estudiantes estaban reunidos junto a Gojo, Nanami y el director Yaga.
—¡Feliz cumple años!-
Los sentimientos de alegría y emoción se sentían tan bien que quería conservarlos por siempre.
Observe a todos y me di cuenta de que todo este tiempo tuve personas a las que si les importo realmente.
¿Por qué había renunciado a algo tan maravilloso como esto?