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Gojo

Busque con la mirada a Makima, no la encontraba e incluso le mande muchos mensajes que claramente no fueron respondidos.

Quizás estaba en una misión o algo por el estilo.

Mis sospechas no fueron confirmadas al ver como Makima salía de la cafetería con un jugo entre sus dedos, al parecer estaba en su descanso. 

—¡Makima!—Grite para llamar su atención y moví mi mano para saludar.

—Profesor—Esta me observo con curiosidad.

—Vamos, nos tomaremos el día libre—Ella parecía confundida pues sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar "día libre"

Makima no había tomado un día libre en años por lo que me sentí un poco culpable.

—¿Pará que?—Si la dejaba continuar con sus dudas nos quedaríamos resto del día parados sin hacer nada.

Mi plan era llevarla a hacer lo que más le gustara y así conocernos aún más.

—Vamos a hacer lo que más te guste, hoy tu decides a donde ir.

( . . . )

—Makima, cuando te dije que haríamos lo que tu quisieras no me imagine que estaríamos haciendo las compras para tu hogar.

La pelirosa movía el carrito de supermercado por todo el lugar, una pequeña sonrisa adornaba su rostro cada vez que encontraba las cosas de su agrado.

—Te recomiendo este cereal–Tomé dos diferentes sabores de la misma marca y los dejé caer en el carrito.

—Casi no estoy en casa, no debería llevar tanto cereal.

—Es bastante aburrido solo tener una opción, a mi me gusta poder comer uno diferente cada mañana.

–Y es por eso que todos hablan de esos rumores acerca de que usted es un mujeriego.

—¡Yo no soy un mujeriego!

Todos a nuestro alrededor enfocaron su atención en nosotros, la pelirosa escapó del pasillo y corrí hasta encontrarla nuevamente.

Ella quiso pagar su compra pero como soy un caballero saque mi tarjeta para ser yo quien cubriera los gastos.

—Yo pago.

—Genial—Lejos de pedirme lo contrario ella aceptó rápidamente mi oferta.

—¿No vas a pelear conmigo para ver quien paga la compra?

—No, soy muy tacaña. Además incluiste en mi carrito todas tus golosinas.

(  .   .   .   )

Makima.

Entramos a la academia con las compras de hace rato, los dulces de Gojo eran realmente pesados.

—Creó que deberías ser tu quien lleve los dulces—Dije de mala gana pues el peliblanco solo tomó las bolsas menos pesadas.

Pasamos por la sala de estar qué compartíamos como área común, todos los estudiantes estaban ahí.

—¡Chicos! ¡Makima les compró golosinas a todos!—Satoru entró gritando con emoción y me señaló con las bolsas llenas de azúcar.

—¿Eso es cierto? Nuestra senpai es la mejor—Panda fue el primero en acercarse para tomar una bolsa.

—Los de tercero son muy amables—Maki le arrebato la bolsa a Panda.

—Salmón–Solo mire de reojo a Gojo, no espereba que hiciera tal cosa pero él siempre procuraba incluirme con él resto de alumnos.

—Muchas gracias Makima—Yuta fue el primero en agradecer, me ayudó con em resto de bolsas y las posiciono en la mesa.

—¡Venga ya!—Gojo tomó una barra de chocolate y la mordió para luego sonreír—Esto es delicioso.

( . . . )

Considerando las horas para salir de la academia ya me había excedido, la noche cubrió toda la ciudad por lo que me di prisa para llegar a mi dormitorio antes de que alguien se percatara de mi ausencia.

—Que linda noche—Una voz bastante sería surgió de la oscuridad, mire en dirección a mi izquierda y note a un hombre de cabellera negra.

Ignore al sujeto y seguí caminando, no perdería mi tiempo con locos.

—Que sorpresa, no eres una maldición pero tampoco una humana—El pelinegro estaba ahora frente a mi—¿Qué especie eres?

Extendió su mano en mi dirección y trató de usar su ritual.

—No puedo tomarte, confirmo que no se trata de una maldición... ¿Qué eres?

—¿Ya has terminado?—Interrupciones cómo está solo lograban sacarme de quicio.

—Mi nombre es Suguro Geto, hechicero de grado especial–Dijo con una sonrisa burlona, me recordó demasiado a Gojo—Quería proponerte algo que no puedes rechazar.

—Fue suficiente—Lo apunte con mi dedo— Jamás me pondría de tu lado, eres sumamente débil.

Gojo.

Yuta me contaba acerca de Rika y su promesa de casarse, lo escuchaba atentamente y al mismo tiempo observaba la puerta esperando a que Makima entrara en cualquier momento.

—Espero poder deshacer esta maldición.

—Yuta, el amor también es una maldición—Dije al ver como Makima entraba con un café y un cigarrillo en su mano izquierda.

—¡Makima!—Corri en su dirección y la abrace.

Comprobé mis sospechas, el rastro de energía maldita de Geto era inconfundible para mi.

Sorpresivamente ella me regreso el abrazo y por un breve segundo olvide por completo a Geto, mi corazón palpitaba con rapidez.

—¿Dónde estuviste?—Ella fue la que me separo para seguir caminado.

—Salí a dar una vuelta y me encontré con un sujeto extraño que hablaba estupideces acerca de matar a todos los seres humanos y que sólo los hechiceros debíamos habitar en su mundo perfecto—Makima le resto importancia al asunto—Y me propuso unirme a su ejército pero como tenía algo de prisa solo lo ignore y pase de largo.

—Makima...

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