Cada vez faltaba menos para el 24 de diciembre y todos los hechiceros se preparaban para enfrentar a Geto. Okkotsu insistía en entrenar junto a Makima casi todos los días.
La pelirosa no se negaba pues consideraba un buen amigo al pelinegro. Durante esos días la conexión con Gojo se intensificó mucho más, quizás siempre fue de esa forma pero ella nunca se dio cuenta.
Sentía la libertad de abrazar al mayor cada que quería, el peliblanco se sorprendió por el cambio de actitud tan drástico de su estudiante pero a medida que pasaban los días no podía ocultar más sus sentimientos por ella.
Makima estaba en las mismas condiciones, le costó aceptar que su corazón se volvía loco al verle pasar y por alguna extraña razón le molestaba verlo junto a otras mujeres.
Pero no podía culparse a sí misma, era nueva en estos temas y no sabia como manejar sus emociones.
Makima.
Espere a que Satoru terminará de hablar con los de segundo, se suponía que yo le acompañaría a revisar una ubicación que supuestamente estaba maldita.
En cuanto termino de dar indicaciones se giro a mi dirección y me dio una enorme sonrisa.
—¡Makima! ¡Es hora de irnos!
–Si, porfesor—Lo perseguí hasta el vehículo, una vez arriba del automóvil el peliblanco apoyo su cabeza contra el cristal y se quedo en silencio.
Fueron largos minutos hasta que llegamos al sitio, era una hospital abandonado.
—Llegamos, Makima quedate aquí—Ordenó en un tono amistoso.
—¿Pará que me trajo entonces?
—Me gusta tu compañía—No pude apelar luego de escuchar aquella oración, simplemente sonreí y obedecí.
—No era nada especial, cualquier estudiante podría derrotar a una maldición así—Se quejo Satoru—Solo me hacen perder el tiempo, pienso que lo hacen solo para fastidiarme.
—O quizás eres demasiado fuerte y ya no encuentras a las maldiciones de grado especial como lo que son—Gojo me miró ofendido y después desvío la vista en uno de sus tantos berrinches.
—Nunca estas de mi lado, a veces creo que no soy tu profesor favorito.
—mi profesor favorito es Nanami.
—Bajate, traidora—Gojo abrió la puerta del coche, sabía que estaba jugando así que me reí ante su comportamiento infantil—Es agradable escucharte reír.
Ijichi nos observo por el espejo retrovisor y una pequeña sonrisa apareció en el rostro del supervisor.
—¿Debería golpearte en el rostro?—Gojo advirtió en broma como ya era común en él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
24 de diciembre. Desfile de los 100 demonios.
–Debo irme—Gojo estaba nervioso pero lo maneja a la perfección, observo a todos sus estudiantes con una pizca de cariño—Makima quedan a tu cargo.
—¿Qué?
—Eres de tercero, cuando todos los superiores se ausentan se toman decisiones muy precipitadas—El peliblanco confiaba demasiado en la joven por que ella era su sucesora.
—Ya veo, si morimos es culpa tuya Makima–Maki tomó el brazo de la pelirosa y tiro de ella—Vamos a entrenar un poco.
—no salgan de la academia, si sucede algo prometo llegar los más rápido que mi atractivo cuerpo me permita—Gojo desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
Makima
El profesor Satoru había confiado en mi para mantener a mis compañeros a salvo, la idea de reunirnos a todos para mantenerlos juntos con el pretexto de ver películas me parecía inteligente.
—Creó que iré a mi habitación—Maki fue la primera en ir a los dormitorios, poco después lo hizo Panda e Inumaki.
—¿Vas a irte?—Le pregunté a Yuta, el pelinegro parecía nervioso pero aún así me hizo frente.
—No, quiero preguntarte algo...
–Claro, ¿Qué sucede?
—¿Por qué te convertiste en hechicera? Maki me hizo la misma pregunta y no supe que responder hasta hace poco.
—¿Y que le respondiste?
–Ya no quiero lastimar a nadie más, intente encerrarme y desaparecer pero cuando alguien me dijo que la soledad es muy triste, no pude negarme—El rostro del pelinegro poco a poco fue iluminandose—¡Quiero relacionarme con otros!
Me reí ante su cambio de actitud tan drástico, aun así me parecía lindo.
—No vas por mal camino, eres un buen amigo—Puse mi mano por encima de su hombro y lo pegue a mi.
—No respondiste mi pregunta...
—No tengo un motivo tan romántico como el tuyo, solo quería un trabajo en donde fuese buena y ganara dinero por lo que mejor se hacer.
Cuando me di cuenta de que podía comunicarme con las maldiciones supe que podía sacar provecho de ello, Gojo me reclutó y no desaproveche la oportunidad.
—¿Qué fue eso?—Salimos del salón de clases con suma rapidez al escuchar esa explosión.
No pude sentir la presencia a tiempo, los estudiantes de primero estaban en el suelo con heridas graves y no pude evitar sentirme responsable de cada lesión en sus cuerpos.