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Eran seres totalmente distintos incluso desde las entrañas, la ideología de dominio absoluto que Makima teníapodía hacer vomitar a Gojo. Ella con una seriedad absoluta y él con esa sonrisa burlona que siempre permanecía en su rostro.
Gojo.
Caminaba por todo el pasillo que llevaba directamente a la oficina junto a Makima, me rehusaba a dejarla en la academia. Más que una estudiante era mi mano derecha para todo.
—Buenas tardes‐Salude a los ancianos para dar inicio a mis informes.
Mi estudiante no entro a la sala por lo que siguiera esperándome al menos.
—¿Makima no está contigo?
—Esta en el jardín.
—Es bueno que este aquí, ve a llamarla
La petición me pareció extraña pero la tomé en cuenta. La pelirosa reposaba en el ceped como si fuese su casa.
—Levanta el trasero, los viejos quieren hablar contigo—Ella no pareció sorprenderse en absoluto y sólo me siguió hasta llegar a la sala de reuniones. Makima se sentó a mi lado y espero a que le dijeran la razón para ser llamada.
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—Makima, estudiante de tercer año y hechicera de primer grado—La pelirosa miraba con aire inocente a todos los presentes—Debido a tus habilidades para pactar con las maldiciones y así obtener sus poderes, la capacidad de materializar la energía maldita y usarla con el simple hecho de apuntar tus dedos, entre otros grandes trucos, se te ha recomendado por los mismos hechiceros que están en esta sala para subir de rango.
Mis cejas se enmarcaron al escuchar aquello, sabía perfectamente que Makima podía ser un chaman de grado especial pero en ningún momento se me consultó acerca de esta decisión. Solo me quedaba aceptar su nuevo rango y ver que sucedía con ella.
—Muchas gracias por la recomendación, realizare todas mis misiones con exito—La pelirosa se inclino y camino fuera de la sala.
Makima.
La reunión por fin había terminado y mi profesor salió con una cara seria, sus manos reposaban en sus bolsillos. Él no dijo nada y comenzó su andar sin esperarme.
Me apresure para alcanzarlo, algo no andaba bien con Gojo.
—Profesor
—¿Si?
—¿Esta bien?
—Claro.
Nos quedamos en silencio por un buen rato hasta que él me hizo frente y volvió a tener esa sonrisa de idiota en el rostro.
—¿Has pactado con alguna maldición sin que yo me enterara?
Ahora lo comprendía, el peliblanco temía a que yo tuviese más poder.
—Pará nada, si fuese de esa forma creame que usted sería el primero en enterarse.
—Me alegra escuchar eso.
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Había algo que preocupaba al profesor Gojo y era su estudiante de tercer año la cual estaba a nada de cursar a cuarto.
Después de eso la joven por fin podría graduarse ¿había algo malo en ello? Pará Gojo si, conocía todo acerca de Makima, no quería tenerla lejos de su dominio ya que ella podía causarle problemas si caía en el lado equivocado.
No era más que una niña pequeña con una energía maldita inmensurable, mezclado con su ritual de pactar con maldiciones. El peliblanco estaba seguro de que ella había obtenido un nuevo poder que se esforzaba en ocultar mediante a manipulación de su propia energía, era como si se mantuviese sellada a sí misma.
Gojo no podía leer muy bien su ritual maldito, ni siquiera con los seis ojos.
Pero ella era incapaz de aliarse con los peces gordos, Makima era mucho más que eso.
–Niña tonta—Dijo el peliblanco antes de recostar en su habitación y finalmente dormir.