Makima despertó y lo primero que hizo fue cerrar la ventana de su habitación, sentía la garganta con un picor y escurrimiento nasal.
¿Qué era esto? Escurrimiento nasal y otro tipo de síntomas se reflejaban en el cuerpo de la menor. Trató de calmarse pues jamás se había resfriado.
Era imposible, ni siquiera era humana.
—Calma—Se dijo a sí misma y recordó que los humanos se enferman con bajas temperaturas o cambios climáticos.
Observo su reloj y apenas estaba amaneciendo, no podía ir gritando que se estaba muriendo debido a una sucia y vulgar enfermedad que sólo afecta a los humanos.
El cuarto más cercano era el de Yuta e Inumaki así que corrió a gran velocidad, ni siquiera tocó la puerta solo giro la perilla y entró.
Los dos chicos abrieron sus ojos de golpe y se asombraron demasiado al ver como la pelirosa cubría su nariz y les miraba con horror.
—Estoy muriendo.
—¿Qué?–Yuta encendió la luz y analizó a la chica de arriba a bajo, las mejillas de Makima estaban rojas, sus ojos un poco inflamados y con ojeras—Makima, no vas a morirte.
—No se que me pasa—Continuó describiendo sus síntomas, a medida que hablaba más y más su voz se iba perdiendo hasta quedar afónica.
—Tienes una infección en la garganta—Inumaki busco rápido en su mesita de noche algún medicamento que él usaba para su garganta.
—¿Mostaza?
—Que inteligente eres Inumaki—Yuta tomó el jarabe y le dio una breve leída a la etiqueta, todo bajo la cautelosa mirada de Makima.
La chica no dijo nada y se tomó todo el bote de golpe, Yuta le arrebato el contenedor asustado.
—¡No!—Cuando sujeto en envase se percato de que estaba un poco por debajo de la mitad—Mierda, te lo has bebido casi todo...
—Nunca había tomado nada para esta enfermedad–Se excuso ella—Debiste decirme primero.
Inumaki tenía el celular entre sus manos, se levantó rápidamente y le mostró a Okkotsu las reacciones secundarias por ingerir grandes cantidades de dextrometorfano.
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Yuta.
Debíamos ocultar a nuestra compañera, la pelirosa no dejaba de reír y hacer cosas extrañas. Lo peor de todo es si la encontraban en nuestra habitación pero era mucho más grave dejarla sola.
Una cosa era clara y es que Gojo nos mataría si ve a su estudiante estrella bajo el efecto de sustancias.
—Y-U-T-A—Ella procedió a deletrear mi nombre con un tono de voz burlón—¡Bang!
Apunto sus dedos a mi dirección, no logré reaccionar a tiempo.
—¡Diablos!—por suerte no podía controlar su energía maldita, de lo contrario ya estaría muerto—Inumaki, debemos hacer que se duerma.
Makima.
Todo me daba vueltas y las náuseas eran horribles, no entendía por que me había enfermado, yo no era vulnerable a estas cosas.
¿Pasar tanto tiempo con humanos me esta afectando? No podía controlar muy bien mis acciones o lo que decía, era similar a ser presa de mis instintos.
—Makima, cuenta conmigo—La voz de Yuta se escuchaba lejana.
Esa sensación me asusto, así que me levante de golpe y abrace a Inumaki con fuerza.
—Tengo miedo.
–Atún.
–Es asqueroso el atún.
Yuta.
—Llevaremos a Makima al entrenamiento, no podemos dejarla sola.
Maki fue la primera en verla de forma sospechosa, Panda también la observo fijamente.
—¿Qué?—La pelirosa se acercó a ellos dos con una sonrisa burlona—¿Quieren pelear?
—No la tomen en cuenta, esta enferma—Dije intentando cubrir a la pelirosa.
Antes de que Maki dijera algo una enorme ave blanca bajo del cielo.
De la boca de aquella ave salieron más personas, entre ellas dos chicas la mas bajita sujetaba una cuerda entre sus manos y la otra un celular.
—¿Quienes son ustedes? a Yuta no le gustan los intrusos ¡Váyanse!—Grito Panda desde su lugar.
–Váyanse antes de que Yuta les dé una paliza–Maki le siguió el juego Panda. Era obvio que buscaban problemas para mi.
El hombre pelinegro se posiciono frente a mi y me tomó las manos con fuerza.
—Mucho gusto, es un placer conocerte Yuta Okkotsu—Me sorprendió su velocidad, era demasiado rápido.
Makima retrocedió torpemente y se coloco tras Inumaki en busca de protección.
—Solo quiero ofrecerles un mundo perfecto en donde los hechiceros vivan en perfecta armonía...
—Deja de predicar tus disparates a mis estudiantes—La voz de Gojo hizo que me relajara y me alterará al mismo tiempo pues no podía enterarse del estado de Makima.
–¡Satoru! ¡Qué gusto!—Exclamó aquel hombre.
—¿Quieres alejarte de mis niños, Suguro?
—Me habían dicho que los de primero eran excepcionales pero ahora lo entiendo, con que era obra tuya. Un humano maldito clase especial, un Yugai anómalo, un usuario de discurso maldito y también el fracaso de la familia Zen'in.
Makima.
Toda esta situación me parecía irreal, apenas y podía comprender lo que sucedía con ese tal Suguro. Gojo estaba parado frente al intruso y desde esta posición se veía demasiado atractivo.
¿Siempre fue así de guapo? Se veía serio e intimidante.
—¿Qué esperabas conseguir al venir aquí?—Hablo el peliblanco.
—Declararles la guerra.
Desde que dijo Guerra mi mente se perdió en recuerdos pasados, ¿24 de diciembre? Justo en navidad... que injusto, este año tenía planeado colocar un árbol de navidad muy bonito en la academia.
Chocolate caliente y malvaviscos con forma de muñecos de nieve.
Gojo.
Todos mis estudiantes estaban en guardia y preparados para pelear en cualquier momento, todos menos la pelirosa de ojos brillantes. Ella parecía pensar en otras cosas, sus mejillas estaban rojas y su energía maldita no dejaba de subir y bajar, estaba descontrolada.
—Lo siento Satoru, las chicas insisten en probar las crepas de la calle Takeshita, con permiso me retiro.
–¿Y crees que dejare que te vayas?
–No te lo recomiendo—Una maldición enorme apareció frente a mi, los muchachos también estaban rodeados de maldiciones.
Makima ni siquiera le prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor, definitivamente ella estaba extraña.