Capítulo 4

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A centímetros

Después de una amena charla, Dragón logró saber algunos pequeños detalles sobre Big durante el camino. A simple vista, Big parecía ser del tipo de persona rebelde, pero su aspecto para nada iba con su reservada personalidad y esa manera tan amable y educada de hablar, siempre con una dulce voz y una sonrisa tímida; Dragón estaba orgulloso por ello. Para él, era como haber ido a dar una vuelta con su esposa y ahora la traía a casa, de esa manera se sentía, y por ello estaba sonriendo.

—Es aquí— mencionó Big, mientras Dragón se estacionaba frente aquella pequeña casa de madera, color blanco y de borde azul.

—¿Vives con tus padres?— Dragón todavía no lo quería dejar ir, 10 minutos de camino no eran nada.

—Sí, estamos rentando la casa— Dragón también se dió cuenta de que Big, una vez entrando en confianza, decía las cosas con lujo de detalles.

—Oh, muy bien— Eran chicos de dos mundos distintos gracias a la economía de sus padres, pero Dragón estaba pensando en conocer el mundo de Big y enseñarle el suyo, no podía esperar por ello —Big— llamó de forma determinada.

—¿Sí?

Pero al ver a los ojos del chico que le gustaba, se sintió cobarde y tuvo que reprimir sus sentimientos, Big no era tan femenino como para estar completamente seguro de si era gay o no, así que no lo quería arruinar. Si lograba ser más cercano a Big, estaba confiado en que podría enamorarlo y cambiarlo de bando.

—¿Entonces vamos a ensayar a mi casa?

—Si no voy a incomodar a nadie, está bien.

—Claro que no, siempre estoy solo, creo que el beneficiado sería yo.

—Entonces nos vemos.

— Pásame primero tu número, así estaremos mejor comunicados.

El rostro de Big cambió —Lo siento, no tengo teléfono.

—No te preocupes, hasta mañana entonces.

—Hasta mañana y gracias, Mangkorn.

“¿Qué persona no tiene teléfono en estos días?” pensó Dragón.

Big entró a su casa mientras era observado por Dragón, quien ahora tenía en mente el posible regalo que le haría a Big cuando lo hiciera su novio. Sonrió ante su idea antes de marcharse y vió el asiento dónde Big había estado hace unos segundos.

—Que envidia.

Era claro que Dragón esperaba ansioso el siguiente día. Big, por su parte, se sentía muy feliz de algo que todavía no quería aceptar, repitiéndose que solo era un buen día, un día ordinario que alguien había hecho uno inolvidable. Así era Big en realidad, le prestaba mucha atención a los pequeños detalles.

Llegada la noche, ambos sonreían en sus respectivas casas, en sus respectivas camas, recordándose el uno al otro y esperando por el siguiente día con una sonrisa en sus rostros.

En la mañana, Big estaba afuera de su salón, estaba nervioso pero lo que quería impedía que su timidez venciera. Entonces vió a Dragón llegar, siendo saludado por algunos mientras seguía acercándose. Cuando se vieron el uno al otro, sonrieron. Dragón pasó por su salón directo hacia Big, le dió los buenos días y la mano.

Big Dragon (Bigdragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora