Pilastra, Etrasia. Año 599 de la N.E.
Sábado 5 del mes doce.
Jan se quedó dormido hasta las tres de la tarde de ese sábado. Le dolía la cabeza, la resaca apenas comenzaba; ya era normal en él beber en exceso casi todos los días. Secó el sudor de su frente y se dio una ducha breve. Intentaba apartar sus pensamientos de Ahnyei. No quería, no tenía ánimo de volver a cazar ni de volver a verla nunca. Pero estaba atrapado en Pilastra, bajo la instrucción de la Orden y de su padre. Ojalá ella se alejara pronto.
Se rio de sí mismo mientras el agua resbalaba por su abdomen. ¿No era eso acaso lo que siempre deseaba cuando encontraba a uno de ellos? ¿Que simplemente se alejara?, pero no eran esos los designios de Dios.
Separó de su closet el traje azul que Beka le había comprado en días anteriores para la ocasión, y sus dedos temblaron cuando rozó la dura tela de su traje especial de combate. Se aproximaba el tiempo de su siguiente evaluación como cazador.
En ese momento recibió la llamada de Beka.
—No puedo ir, es Aris —sollozó—. Está muy mal, acaba de llegar una ambulancia por él.
Por su condición, Aris era asiduo a pescar enfermedades de toda naturaleza. Jan lo lamentó. Era injusto que el pequeño pasara la mayor parte de su vida en el hospital. La lotería genética a veces podía ser cruel.
—Iré en cuanto todo esto termine —prometió Jan—. Me daré prisa, Beka. Todo estará bien.
Ella no dejó de llorar en ningún momento.
—Ojalá sea pronto —le dijo.
Un poco nervioso, Jan terminó de vestirse para la ceremonia. Su brazo estaba mejor, solo punzaba y usaba el cabestrillo de vez en cuando. Se preparó un poco para ayudar en el oficio, y decir unas palabras para Sofía —la novia y amiga de su infancia, pero que francamente apenas recordaba—. Improvisó un breve discurso acerca de las cualidades de Sofía, y contó una que otra anécdota divertida de cuando eran niños. A la gente todavía le gustaba escuchar ese tipo de historias, costumbres del pasado, pensó. Después de eso, Mason los unió en matrimonio.
***
Vio su reloj con preocupación, ya eran más de las nueve de la noche. Tenía que apurarse para llegar a Almena. Tal vez usaría un automóvil de Mason y le ordenaría al chofer que lo trasladara lo más cerca posible a la ciudad, aunque luego su padre lo reprendiera. Empezó a planear la mejor ruta, quizá simplemente caminaría hasta la estación del tren... Sus vagas conjeturas se perdieron de golpe en cuanto la vio entrar en el jardín, con pasos inseguros. Sin poder creer lo que sus ojos veían.
Tuvo la certeza de que cuánto más quisiera alejarse, más cerca la tendría.
Ahnyei con su cabello alzado, pulcro, largo y brillante. Pasadores de cristal ceñían la elegante coleta. La cara pálida y alargada, los ojos vivaces y broncíneos eran desconcertantes.
Sus labios carnosos teñidos de rojo parecían insinuantes. Caminaba erguida, como una reina, con un precioso y corto vestido azul, que al caminar, dejaba entrever sus piernas desnudas. Los hombros estaban cubiertos con un suéter de lana blanca, pero el escote del vestido llegaba justo ahí donde sus pechos se dividían. Una joya negra, quizás pulida por ella misma, descansaba en la coyuntura. Era como una visión angelical, una que la gente no podía ignorar. Juraría que pudo escuchar su propia mandíbula descender hasta los suelos, así como la de los invitados. Comprendiendo su belleza, era casi divina.Se veía confundida, sosteniendo aún en sus manos la invitación. Nerviosa y con ganas de retirarse desde el primer momento en que las miradas se posaron en ella.
Para variar, la anfitriona de la fiesta tuvo que conducirla aún más cerca. Jan contuvo la respiración cuando la vio tomar asiento justo frente a él.
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Las Crónicas de Luhna #POFG2024
FantasyEn un conflicto celestial, los dioses Umn y Luhna desatan una guerra que provoca la caída accidental de sus creaciones inmortales en la Tierra. Luhna, el dios creador, encarga a sus hijos, los einheres, la misión de recuperar a estos seres durante d...