De las crónicas de Sethus III

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Base de Heskel, Polo 10, islas de la Antártida. Año 573 de la N.E.

Al final decidí nombrarla Marie, cumpliendo el último deseo de su madre. Era lo único que podía hacer.
Al Consejo no le agradó escuchar que defendí al menos unas de sus peticiones.

«¡Qué nombre más pueril!», se burló Soni.

A la niña ya le habían puesto una etiqueta, una letra que confirmaba que se trataba del experimento M. Nada más. No fue hasta que Seidel insistió que todos empezaron a llamarle Marie. Menos Soni.

Marie crece y cada día se parece más a ella. Su cabello tiene los mismos destellos rojizos y los ojos son grandes y celestiales, curiosa y ávida de respuestas como ella.

Su crianza es a base de leche y amor artificial. Crece en una de las cámaras de investigación, dónde es monitoreada las veinticuatro horas del día.

Contrario a lo que todos pensábamos, posee más atributos que cualquiera de nuestras creaciones, y sorprendentemente no necesita de un gemelo para complementarse. Ella es una unidad. La observo a través del cristal, cada día crece más, en altura y fuerza. El maestro Maro cree necesario implementar vigilancia absoluta, por lo menos durante sus primeros años.

Es obediente y no me extrañaría que el consejo optara por tenerla de su lado en ésta, nuestra última misión en este planeta. La niña es extraordinaria, como su madre o quizás mejor. Sus múltiples dones nos maravillan y desconciertan; más por el hecho de ser un producto de la unión entre un mortal y una eterna. Suceso supuestamente imposible e incompatible en esta dimensión.

Es una fortuita mutación, quizás ella sea la clave para el avance de nuestra raza. Ese ha sido siempre el objetivo. Serán los sihes más evolucionados los que nos permitan perfeccionarnos e ir a la conquista de otros planetas, de otras dimensiones y galaxias.

Toda la información que se extrae de Marie se guarda celosamente. Servirá cuando emprendamos nuestra nueva misión en un planeta diferente. Eso me hace sentir asqueado.

No deberíamos jugar con sus vidas.

A Soni y al maestro Maro les agrada saber que ya estamos próximos a realizar el último recogimiento. La Tierra no lo resistirá y la destrucción será inevitable, pero nuestros gemelos al fin ascenderán a nuestro nuevo cielo y continuaremos con el ciclo enfermizo de la perfección.

El Súper Dios...

Pero para eso aún faltan muchos años. El Sunt debe aparecer, aún no ha encarnado y debemos ser pacientes. Seidel tiene a su par de rastreadores esperando su despertar.

Mientras, nos entretenemos con Marie. Seidel la visita y es él quien la entrena. Abre la cámara y habla con ella todos los días. Marie corre a su lado y se le echa encima apenas entra a la habitación de cristal. Seidel le corresponde y la llena de mimos. Le enseña bien, le habla del autocontrol y aunque es muy pequeña, absorbe las instrucciones como esponja. Ya domina la telequinesis y la teletransportación, juega con Seidel, se le esconde, desaparece ante sus ojos para luego manifestarse detrás de él riendo como si todo eso fuera muy normal.

Este es el mundo que ella conoce, luego entran los creadores y le enseñan acerca de Luhna, le hablan acerca del padre amoroso que tiene en los cielos, pero no le dicen que ella no tiene un gemelo, tal vez eso nunca lo llegue a comprender.

No le dicen tampoco que no fue producto de una creación amorosa, ni de Luhna, ni de sus hijos. Que ha sido un accidente. No le platican que su padre es una aberración a la que buscan desde hace muchos años para eliminarla, porque le temen.

Le hablan de su madre, pero la envenenan en su contra. No le dicen que vive en la ignominia. Le han enseñado a odiarla.

Al final, nada de eso importa, no puede extrañar ni amar lo que no conoce. Mientras la observo me pregunto si esto es lo que Luhna realmente quiere.

Él no habla conmigo, hace mucho tiempo dejé de escuchar su voz, después de que terminaron las guerras celestiales y me envió a este universo junto con mis hermanos. Tal parece que el maestro Maro es el único eihner que tiene el honor de recibir las instrucciones directas de Luhna. Él es quien posee los registros, los anales del Plan de Luhna y Umn, el número de creaciones y detalles acerca de la creación. Hasta el día de hoy sigue siendo el mayor, el más sabio.

Maro dice que confiemos, que ya falta poco, que volveremos a casa. Me cuesta creer que este sea el plan de Luhna. ¿Cómo un padre amoroso puede querer esto para sus hijos?
Mi sangre hierve cada vez que veo a una nueva pareja entrar en la cámara de unificaciones de Heskel.
¿Lo merecen? ¿Es esta su recompensa?

Al final de cuenta, son solo experimentos.

Y yo no puedo más que confiar, esperar y luego volver a confiar.

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Las Crónicas de Luhna #POFG2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora