Capitulo 3

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Vaaaaaale, es todo mentira. Lo siento, es que me gusta poner dramatismo a las cosas para que no sean tan aburridamente normales, no lo puedo evitar.

La verdad es que nos llevó a un aula muy grande y bien iluminada, llena de dibujos por todas partes y con un cartelito encima de la puerta de entrada dónde ponía: "Aula de Plástica".

Ese día estaba llena de chicos y chicas de nuestra edad (lógicamente). A la mayoría les conocía, pero había una gran cantidad de nuevos. Casi todos estaban hablando, igual que nosotros.

- Mirad que chico nuevo tan guapo hay allí... ¡Ay, chicas, que me está mirando! –dijo Susi emocionada.

Lucy puso los ojos en blanco y suspiró.

- Susi cariño, no te está mirando a ti, le está mirando a Mel... Oye –me susurró mientras me daba codazos-, pues la verdad es que está bastante bueno.

- No me está mirando, seguro que solo está curioseando, ¡y para de darme codazos que me haces daño! – le dije mientras me frotaba el costado.

- Ya, pues su expresión al "curiosear" es la misma que la que pongo yo cuando paso por delante de la pastelería. Pero míralo, ¡si le brillan los ojos y todo! – dijo Lucy con una risotada.

Sí, Lucy era golosa, MUY golosa, y lo que más me sorprende es que está bastante delgada. Un misterio de mi amiga imposible de resolver.

A propósito, Lucy y Susi eran mis dos mejores amigas. Muchas veces las llamaba "las gemelas" (cosa que a ellas no les gustaba nada) porque sus nombres rimaban. A Lucy la conocía desde que éramos muy pequeñas (prácticamente desde que nací), pero a Susi la conocí cuando entré en el instituto porque nos pusieron a la tres en la misma clase.

Para Lucy inventamos diferentes formas de llamarla; Lucy, Lulú, Lily, Lailylú (este último mote se lo puso Alberto para fastidiarla. Ya os hablaré de él más adelante), o cualquier otra cosa/tontería que se te ocurra.

Para Susi solo le pusimos ese mote, ya que se llama Susana y ese es el diminutivo oficial. Ella es bastante guapa, divertida y graciosa. Además también se le va mucho la pinza, pero parece que eso es una buena arma de seducción, porque liga mucho, aunque ella no quiere nada serio, ya que dice que somos demasiado jóvenes para eso. Calo, para eso sí, pero para salir de fiesta no tanto. Típico de ella. También debo avisaros de que Susi tiene mucho, mucho dinero, aunque no tanto como para ser rica. O igual sí... Nunca se lo he preguntado,  pero aun así no la envidiamos. Creo.

Bien, ahora vayamos con Lulú. Ella también es guapa, pero no tiene tanto éxito con los chicos. Va un poco a su bola en ese tema, le preocupa mucho más ser buena en lo suyo, que son los deportes. Se pasa tooooodo el día corriendo, saltando, moviéndose, o lo que sea, pero sudando.

Espera... ahora entiendo porque no engorda nunca. Lo siento, me cuesta lo mío pillar las cosas, es lo que tiene esto de ser rubia.

Pasados cinco minutos de aquella conversación con las chicas, entró un profesor en el aula y recitó tres listas de alumnos como si fuesen un poema. Cada lista era de una clase diferente de bachillerato: A, B y C. A medida que decía los nombres, los alumnos se iban juntando en tres diferentes grupos y, por desgracia, llegó el momento que había temido: a mí me tocó en otra clase diferente a la de Lulú y Susi.

 Para mí eso significaba que podía haber un posible cambio en nuestra amistad, cómo distanciarnos un poco, hacer nuevos amigos, y todo lo que eso conlleva. A pesar de todo, yo no entendía porque nos separaban después de CUATRO años juntas en la misma clase, no tenía sentido.

Y, además, por si no hubiera tenido suficiente, resulta que el chico con la cara de pasar por la pastelería estaba en la misma lista que yo, lo que significaba que iríamos a la misma clase.

Pues vaya.

Las movidas de MelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora