Mierda, ya llego tarde. Son las ocho menos cuarto y yo me acabo de despertar. Haga lo que haga llegaré tarde al instituto, pero aun así empiezo a vestirme súper-rápido en un intento de solucionarlo.
Un momento... Esta es la excusa perfecta para poder ir al insti en autobús.
- ¡Jorge! –grito desde mi habitación- ¡Hoy voy en autobús, así que ahora tienes un euro y cincuenta céntimos menos en tu cartera!
Salgo corriendo por la puerta antes de que mi hermano me intercepte por el camino y me haga devolverle el dinero, y aunque lo consigo, he podido escuchar como bajaba a toda prisa las escaleras pisándome los talones.
A pesar de todo el esfuerzo, llego tarde a clase. Abro la puerta lentamente con pudor para no interrumpir al profesor, pero inevitablemente todo el mundo se gira para mirar quien ha abierto la puerta. Me siento en mi sitio ante las curiosas miradas de mis compañeros y pido perdón al profesor. Dejo la mochila en el respaldo de la silla y, al girarme para sacar la libreta, veo que Pablo me mira fijamente. Asusta un poco.
- Si quieres puedes parpadear, eh. –le digo.
- Bonitos ojos. –contesta entrecerrando sus ojos.
- Gracias...
Me giro confundida sin entender nada, y me topo con la mirada de Sandra, que también me observa.
- Venga ya, ¿hoy os habéis puesto todos de acuerdo para mirarme? –pregunto molesta.
- Luego quiero que hablemos un momento. –dice Sandra, y vuelve la vista al frente.
Asiento sorprendida y abro los libros.
Pues empezamos bien la mañanita.
Después de una aburridísima clase de castellano, Sandra me coge por banda.
- ¿Qué intenciones tienes tú con Pablo? –pregunta sin darme tiempo a reaccionar.
- ¿¡QUÉ!?
- ¿Qué pasó el otro día en el gimnasio? –dice con algo más de calma.
- ¡Ah, eso! –digo destensándome- Nada. Vino Susi diciendo que había pelea y fuimos los dos corriendo para ver qué pasaba. Y gracias a ti y a Alberto me quedé sin saber qué quería Pablo.
- Ah...
Se la ve un poco avergonzada después del numerito, pero no es para menos.
Entre clase y clase, antes de que venga el siguiente profesor, Lucas se levanta y escribe algo en la pizarra. Cuando termina, dice:
- Bueno chicas, como ya llevamos una semana de clases, creo que ya es hora de que nos vayamos conociendo mejor. Aquí tenéis mi número de teléfono. La que quiera que me agregue en WhatsApp.
Me quedo mirando la pizarra y dudo en si apuntármelo. ¿En serio querría el teléfono de alguien que se lo da de esta forma a todas las chicas? No pensaba que fuese ese tipo de chico...
Sigo pensando cuando llega el profesor y comenzamos la segunda clase.
Cuando todo el mundo y está sentado en su sitio, noto un estirón de pelo y me giro sobre la silla con un gemido.
- Melo, tu "Romeo" –dice Pablo mirándome serio, refiriéndose a Lucas- te llama.
- Que tonterías dices Pablo –dice Lucas riéndose-. Nada Melo, que como te he visto dudosa, si quieres ya te agrego yo.
Me lo pienso unos segundos, pero finalmente asiento y le apunto mi número. Pablo no se pierde detalle.
Cuando terminan las clases, salgo del instituto y me despido de mis amigos, ya que hoy me desviaré de mi camino habitual para ir al supermercado más cercano a comprar algo para comer, ya que la simpática de mi madre nos ha dejado verdura y no me apetece NADA.
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Las movidas de Mel
Novela JuvenilAlgo así como una hora después, recibí un WhatsApp de un número desconocido. *Dime que tu hermano no me ha timado y me ha dado bien tu número, Melo.* Me dio un vuelco el corazón. Por la foto de perfil pude ver que era Hugo el que me había escrito aq...