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Hermosa mañana, apenas empezaban a salir los primeros rayos de sol. Se podían escuchar los pájaros que deleitaban con sus hermosos cánticos. Las olas chocaban contra aquel muro de madera desgastado con varias explosiones.

Dentro de esa muralla se encontraba una pirámide, donde el desorden reinaba. Cofres medio abiertos, cosas tiradas por el piso, pelos de oso por todo el lugar y goteras. Ese polvoriento, asimétrico y desgastado sitio pertenecían a un karmaliense con el nombre de Quackity, que se encontraba disfrutando de su cómoda cama.

Se escuchó un sonido fuerte, eso hizo que el karmaliense se sobresaltara y cayera de la cama.
Después de lanzar varios insultos al aire se colocó su chanclas de bolillo y caminó hacia el bulto blanco que sobresalía de las tablas de madera.

-"A ver, pinche Osito Bimbo." Llamó el recién levantado.

Soltó un gruñido de advertencia al percatarse de la presencia del humano. Quién ignoro la señal hostil y se acercó a dejar un pescado al lado del oso.

-"Ya. Tragate eso y bajale a tu desmadre." Y se regresó a la cama.

Tenía ojeras que demostraban que algo había perturbado sus sueños y no era la primera vez.

El karmaliense dio un bostezo y miró alrededor.

-(Si que necesita un arreglo...) Pensó acerca de su desorden, pero ese no sería el día en que lo arregle.

El se cambió la ropa, se maquillo para que no se notarán las ojeras. Desayunó unos huevos que encontró en el fondo de un cofre y salió de su desordenada casa. Al estar afuera tomó asiento en la orilla de su puente.

Durante un tiempo hubo un silencio extraño, no se escuchó nada. Sin pájaros. Sin las olas del mar chocando. Ni siquiera el viento. La respiración de Quackity comenzó a agitarse al ver una enorme plataforma de tierra flotar justo enfrente de el, rápidamente se levantó, sacó su tridente y tomó impulso para llegar hasta aquella construcción.

Pero cuando estaba a punto de alcanzarla, desapareció. Cayó en el mar con frustración en su mirada, el quería saber qué le estaba pasando. ¿Que eran todas esas cosas que veía? No sólo eran sueños, a veces sentía que era algo que ya había vivido.

Con todos esos pensamientos dándole vueltas a su cabeza entro a su casa a cambiarse la ropa mojada. Tal vez había alguien que pudiera ayudarlo con los sueños extraños. Sapo Peta. Si, seguro el sabrá algo. Con destello en los ojos, se apuró y volvió a salir de su casa.



Al estar frente a la cabaña de Sapo Peta notó que el nombrado no se encontraba ahí. Se acercó a las puertas y las abrió con facilidad. Ya adentro tomó asiento en una silla que estaba al lado de unas estanterías.

Después de no más de 2 minutos se cansó de estar sentado y se levantó a esculcar entre las cosas de Sapo Peta. Encontró varios libros viejos y botellas vacías. Agarró una botella con un extraño líquido rosa se acercó la botella para probar.

-"¿Quackity?"
Aún con la botella en la mano se dió media vuelta y se encontró a Sapo Peta.
-"¡Suelta eso!" Ordenó.
El druida corrió hacia Quackity y le arrebató la botella de la mano
-"¡Con esto no se juega, Quackity!"
-"Ya, ya perdón." Retrocedió para dar paso a Sapo Peta que se dirigía a devolver la botella a su lugar.
-"¿Que necesitas?" Le preguntó a la par que ordenaba las cosas que Quackity había tirado por ahí.
-"¿Quieres ir a comer algo?"
La pregunta lo tomó por sorpresa.
-"¿Ha eso has venido?"
-"No exactamente." Hubo un silencio antes de que volviera a hablar. "Me han pasado cosas raras estos últimos días."
-"¿A que te refieres?"
-"Es algo raro..."
Al subir la vista se encontró con Sapo Peta quien ahora estaba frente a él.
-"Si quieres que te ayude tienes que ser más específico."
-"A ver... son sueños pero siento que... ya los viví." Hacia señas extrañas con las manos mientras explicaba con detalle lo que había estado pasando.
-"Y también había alguien cubierto con algo verde y lava y-"
-"Ok, ya entendí." Lo interrumpió Sapo Peta.
-"Si, muchos de tus amigos me han contado algo similar, que han tenido una vida antes de todo esto. Pero desafortunadamente no puedo hacer nada por ti."
-"¿Nada?" Repitió Quackity.
Sapo Peta sabía a qué se estaba refiriendo Quackity pero se quedó callado y asintió.
-"¿Nada nadita?" Insistió.
El mayor soltó un suspiro. -"Si puedo hacer algo." Dio la vuelta y tomó una botella vacía. -"Puedo darte la misma poción que le di a Rubius."
A Quackity le brillaron los ojos.
-"Pero."
El joven suspiró
-(Siempre hay un pero)
-"Tal vez lo que veas no te guste, eso puede traerte grandes consecuencias si no sabes cómo controlarte."
Quackity rodó los ojos.
"Ay. Ni que fuera a ver cómo asesinan a alguien, solo dame la poción wey." Y extendió su mano.
"No tan rápido muchacho, necesito algunos ingredientes para prepararla."
"Ok, llámame cuando los tengas."
Quackity dio media vuelta pero antes de que pudiera caminar algo lo detuvo, algo estaba agarrado de su brazo. El bastón de Sapo Peta.
"Tú irás por los ingredientes faltantes." Le entregó un papel que indicaba los ingredientes para crear la poción. "Suerte con las abejas." Le dió unas palmaditas en la cabeza y lo empujó hacia la salida.
"Pinche viejo sexy." Se quejó Quackity.

Cruzó el pequeño puente y se encaminó a buscar los ingredientes.

Sabia que valdría la pena.

La memoria perdida [K!Q] [Karmaland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora