Penélope - Pt. 2

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Luego de aquella noche de pasión, habían empezado a ir de forma recurrente al bar donde nos conocimos, y la dinámica siempre era la misma, llegaba al bar, me sentaba en la barra, pedía un whisky en las rocas, y simplemente me dedicaba a esperar, con la mirada fija en la entrada, esperando ver de nuevo a mí bella y ardiente dama de rojo. Pero ella jamás se apareció, a veces pensaba que lo acontecido esa noche fue solo un sueño, o alguna aventura de esas que solo vives una vez en tu vida, nadie la conocía, pregunté en otros bares, incluso con otras personas que iban regularmente al bar si la habían visto, pero nadie sabía darme alguna pista sobre su paradero, era como si se la hubiera devorado la tierra, algo que francamente me tenía extrañado. ¿Acaso lo había soñado? ¿Acaso fue producto del alcohol?, Yo sabía que lo sucedido aquella noche era real, y sabía que la encontraría, aunque no de la forma que esperaba.

Ya habían pasado semanas, y la verdad, estaba algo resignado, aquella belleza parecía solo un recuerdo de mi imaginación, nadie sabía de ella, sin embargo, el destino estaba preparándome para su encuentro. Recuerdo aquella noche, había quedado con unos amigos a tomar unos tragos luego del trabajo, fuimos a un bar del centro al cual solíamos ir con cierta frecuencia, nos sentamos en la barra y pedimos unos tragos. No habían pasado ni diez minutos cuando una pareja entró al lugar, el hombre estaba vestido elegantemente, podía notarse que el traje era costoso, era un tipo de dinero era obvio, sin embargo no era el hombre quien se llamó la atención, la mujer que lo acompañaba era una belleza, vestía un enterizo de color rojo, sumamente elegante y sexy, su figura era exquisita, el porte, sus firmes pechos, y esa curva que dibujaba su espalda hasta llegar a sus derrière, eran cosas que terminaban atrapando no solo mi mirada, sino que también la del resto de personas del lugar.

— ¿Viste a esa belleza que acaba de entrar? — preguntó uno de mis amigos.

— Claro que sí, al igual que el resto de varones aquí presentes. — contesté.

— Vestida así, es obvio que va a llamar la atención de todos.

— ¡Tú lo has dicho! — exclamé mientras levantaba mi trago para hacer un brindis.

Hasta ese momento no le había visto el rostro, cuando aquella dama volteó la mirada no pude evitar mi expresión de asombro, era ella... Penélope. Había pasado semanas buscándola sin dar con su paradero, y como por arte de magia, ella estaba ahí, a unos metros, sentada con alguien a quien tomaba la mano y le decía "cariño" con dulzura, recuerdo mirar con más detenimiento y pude notar un anillo en su dedo, ¿Acaso era casada? No puede ser, lo pudo haber dicho la vez que lo hicimos, nada hacía creer que lo era, ni siquiera tenía el puto anillo puesto, estaba sorprendido, tanto que mi amigo se dio cuenta, me preguntó qué me pasaba, pero solo respondí que la dama se me hacía conocida, pero no podía recordar donde la había visto, mi amigo me dio una palmada en el hombro y me invitó a seguir bebiendo con él y los demás chicos con los que estábamos.

Traté de seguir como si nada hubiera pasado, pero no podía evitar voltear a verla, no podía quitarle los ojos de encima, estaba atento a cualquier cosa que hacían mientras que un deseo por tenerla en mis brazos empezaba a crecer en mi interior, tenía que hablarle, deseaba tenerla, aunque sea una vez más, ¡Diablos! había estado las últimas semanas como un demente intentando encontrarla y ahora que la tenía tan cerca no iba a dejar pasar la oportunidad de hablarle. De pronto, ella se levanta y se va con dirección al tocador, mientras que la persona que estaba con ella se quedó ahí, mirando el teléfono, era el momento perfecto, me levanté, y fui hacia la misma dirección de manera disimulada, con cada paso que daba mi corazón se aceleraba, está a punto de tenerla frente a mí una vez más, el deseo por ella empezaba a crecer de nuevo, está vez no se me escaparía.

Entré al pasillo que se encontraba al final de la sala, y sin pensarlo abrí la puerta del baño de mujeres, para mi suerte no había nadie más excepto ella, quien se miraba al espejo sin percatarse de mi presencia, caminé con pasos muy suaves y casi imperceptibles, y cuando estuve detrás de ella, la tomé por la cintura de forma sorpresiva, Penélope abrió los ojos, y cuando lo hizo me vio detrás de ella, tomándola por la cintura.

Historias Lascivas Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora