No hacía falta llevar a Peter de vuelta al colegio. Ya estaba en su casa, Ian y Roger montaron en el asiento posterior y dejaron a Colin Richards solo, como si fuera un chófer.

  Los muros de piedra pasaban a toda prisa junto a ellos, mientras bajaban por la carretera, y las oscuras calles de la ciudad parecían saltar a su encuentro. Pronto acabaría la jornada escolar, con los empujones en los vestuarios, el autobús del colegio lleno de cuerpos adormilados, de brazos que se agitaban, de bolsos que se balanceaban; luego la carretera fría y desierta, colina arriba, el viento afilado en la garganta, y los chasquidos del brezo seco.

  Cruzaron la verja de entrada y se encontraron con una bandada de adolescentes. Todo parecía haber cambiado. Tanto, que Roger pensó en un primer momento que se trataba de una alucinación. Pero luego vio las pancartas y comprendió. El colegio se había vuelto loco.

  Los letreros, fijados en largos palos, se balanceaban sobre el mar de cabezas como trompas de elefantes buscando fruta.

      NINGÚN NEUTRÓN ES BUENO
PROHÍBAN LOS RESIDUOS NUCLEARES
     CIERREN PATTERICK FELL

  Una vez separado el impacto inicial, la mente de Roger conservaba la fuerza suficiente para sentirse furioso. ¡El mismo día en que había sido suspendido el programa nuclear! ¿Qué más querían? Está gente era de una ignorancia increíble. Nada de lo que decían los carteles tenía sentido. No era científico. Era pura y simplemente peligroso. ¿Qué pensarían esos estúpidos que ocurría si les concedieran los que pedían? ¿Iban a dejar que el material radiactivo se fuera cociendo solo, hasta salirse de la olla y destruirlos a todos?

La riada de alumnos obligó a detenerse al pequeño coche.

  En las pancartas se leían palabras airadas. Pero los rostros mostraban excitación y diversión, sobre todo los de las chicas, mientras empujaban para abrirse camino hacia la salida.

  El puño de Colin Richards se cerró sobre el freno de mano.

  - Idiotas -dijo para sí mismo.

  - ¿Ha venido Einstein a convertirte? -preguntó Ian-. Yo creía que estabas de su parte.

  - Siempre hay más de dos maneras de enfocar una cuestión, y no todas pasan por el mismo sitio.

  -Gracias a Dios que te das cuenta -dijo Roger, contento de tener un aliado que no esperaba-. Suprimir la energía nuclear va crear más problemas de los que se resuelvan. Y cerrar Patterick Fell es lo peor que puedan hacer. 

  - No quiero decir eso -replicó sombríamente Colin.

  Linda James se acercó a la ventanilla del conductor. Colin Richards permanecía sentado, inmóvil. La muchedumbre se agolpaba alrededor del coche, balanceándose ligeramente y oscureciendo las ventanillas con los colores del uniforme del colegio. Linda abrió la puerta e introdujo la cabeza en el coche.

  -¡Venga, señor Richards! Estamos haciendo una marcha de protesta. Vamos a bajar por la calle Mayor hasta el monumento a los caídos. Vamos varios alumnos de los últimos cursos hablarán -lanzó una risita-. Me pidieron que lo hiciera yo, pero no sabría que decir. Vendrá usted y pronunciará unas palabras, ¿verdad?
Colin Richards bajo lentamente del coche. Un fuerte grito de las chicas saludó su gesto. Pero él levantó la mano pidiendo silencio. Roger e Ian vieron cómo discutía con Linda. La muchacha lo había cogido del brazo y reía mientras intentaba llevarlo con ella. Varias chicas estaban a su alrededor. Poco a poco lo vieron desaparecer entre la multitud.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2022 ⏰

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Alarma en Patterick Fell - Fay Sampson *SIN EDITAR*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora