Al día siguiente, los estudiantes del colegio empezaron a ponerse chapitas con frases como: " CIERREN PATTERICK FELL", "NO QUEREMOS DESECHOS EXTRANJEROS", "MANTÉNGANSE ALEJADOS DE NUESTROS GENES".
Los chicos de la clase de Roger no las llevaban. Su interés se dirigía, como siempre, a los partidos del domingo, la pesca, las chicas. Pero todas las amigas de Linda llevaban una. Y Linda se había prendido seis, bordeando el pico de su jersey.
La señorita Gold, la maestra, levantó la vista tras pasar lista.
-Quítatelas, Linda -dijo suavemente.
-¿Que me quite el qué, señorita Gold? ¿Las medias? -la chica se echó a reír.
La señorita Gold no contestó. Empezó a anotar algo en su registro.
-¿Qué es lo que debo quitarme, señorita?
-Esas chapas.
Linda se cruzó de brazos, dispuesta a luchar.
-¿Por qué?
-No importa. Quítatelas.
-No es justo. Mire a los chicos. Llevan montones de chapitas. Y usted no les dice que se las quiten.
-Ven aquí, Linda.
Linda se acercó rápidamente a la profesora. Disfrutaba con la escena. La señorita Gold intentó hablar con ella en voz baja, evitando un enfrentamiento público. Pero toda la clase estaba en completo silencio.
-No es lo mismo, Linda. Las chapas que llevan los chicos son distintivos de los clubes a los que pertenecen, o medallas que han ganado en ciclismo o atletismo. Pero las que tú llevas, en cambio, expresan una opinión muy polémica, además. Esta clase no es el sitio adecuado para exhibirlas.
-Tengo derecho a defender mis opiniones, ¿no? Éste es un país libre.
-Tienes derecho a ponerte lo que quieras y a decir lo que quieras fuera del colegio cuando no lleves el uniforme. Aquí tienes que ajustarte a las reglas y dejar las discusiones políticas para la clase correspondiente.
-¿Qué quiere decir todo eso? Queremos discutir el tema ahora. Se trata de nuestras vidas. Lo que están haciendo en Patterick Fell puede matarnos a todos. ¿De qué nos sirve estar aquí sentados, aprendiendo estos estúpidos verbos franceses y cómo era la vida en un monasterio benedictino, cuando mañana podemos morir todos de golpe? Si un colegio no sirve para discutir las cosas verdaderamente importantes, entonces no es más que una pérdida de tiempo.
-Los eslóganes no son un diálogo -dijo la señorita Gold con firmeza-. No son más que dogmas impresos. Un sucedáneo barato para quienes no se esfuerzan en pensar.
Linda abrió la boca para contestar, pero la campanilla tocó a asamblea. Roger se dio cuenta del alivio de la señorita Gold.
Linda regreso a su pupitre para recoger el libro de himnos.
-¡Asesino! -silbó, mientras su falda rozaba la mesa de Roger.
"No tengo que preocuparme por ella", pensó el muchacho. "Por lo menos no puede enfrentarse conmigo en el verdadero campo de batalla, en los vestuarios o detrás del campo de deportes".
De todas formas, le tranquilizó ver que la chica se quitaba las chapitas y las guardaba en su banco. La oyó murmurar:
-¡Vaya un colegio! ¡Retrasados!
Roger se sintió aliado de la señorita Gold.
Se puso en fila con los chicos de su clase y fueron a la sala de juntas. Miró a su alrededor con aprensión. Inmediatamente vio muchas más chapitas, sobre todo en las clases superiores. Lo mismo los chicos que las chicas. Y, sobre todo, los de último cursos. Sintió que la tierra se hundía bajo sus pies. Estaba solo e indefenso. La señorita Gold parecía haber ganado su batalla contra Linda, pero daba la impresión de que los profesores de los otros cursos ni siquiera lo habían intentado.
A lo mejor su maestra lo habían hecho por amabilidad para que Roger no se sintiera ofendido.

Alarma en Patterick Fell - Fay Sampson *SIN EDITAR*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora