06. pena y calentura

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Altagracia Sandoval

– Después de algún rato caí en cuenta que estaba encima de José Luis Navarrete, un hombre casado e intente levantarme de encima de él con un sonrojo agresivo invadiendo mis mejillas; intentos fallidos pues José Luis me agarraba fuerte de la cintura, el hecho de que estaba dormido me hacía sorprenderme aún más, pero momentos después abrió los ojos y se apoderó por completo de mis labios y luego murmuró un "Buenos días" sonriendo.

Después de eso fue que me pude levantar para caminar al baño y cerrar la puerta con seguro. Me mire al espejo viendo las marcas que estaban en mi cuello y clavículas con sorpresa pues eran muchas y algunas se veían preocupantes por lo moradas que estaban, termine dándome un baño de agua fría para luego salir el bata para ponerme mi ropa interior, José Luis parecía dormido y no lo dudaba pues siempre solía tardar mucho en la bañera.

Bajo la bata de baño blanca tenía mi ropa interior roja. Me senté al lado de José Luis y casi de una vez sentí como me acercaba a el con brusquedad.

— Te bañaste, corazón? – dejó un beso en mi cuello –

— Si, tu también tendrías que ir a bañarte, es tarde para ir a la empresa – Acaricie su mejilla sonriendo –

— Me gustaría pasar el tiempo contigo – estaba dejando candentes caricias en mi cintura –

— No somos nada "Luchito" – Me levanté y me senté en su vientre –

— Pero podríamos serlo – Se acercó a mi oído lamiendo el lóbulo de mi oreja – Que te parece? Podemos tener una relación clandestina – Susurró en mi oído haciéndome sentir escalofríos en mi columna – De la que sólo sepamos tu y yo.

— Porque tendría que aceptar? — sonreí mordiendo su labio inferior –

— Porque te gustó y tú también me gustas, mi güera – Terminó por besar mis labios y correspondí como respuesta a su pregunta –

– acarició mi escote vehemente mientras desabrochaba de nuevo mi sostén dejando caer mis pechos en un rebote al estar presionados ahí. Comenzó chupando mi pezón izquierdo de manera lenta al mismo tiempo que iba quitando mi bata por completo dejando ver mi cuerpo. Mi otro pezón lo atendía con sus dedos pellizcando y jaloneando este haciéndome gemir del pequeño ardor y placer que causaba esa acción en mi.

Ya su miembro duro presionaba contra mi intimidad queriendo invadirla rápidamente pero el estaba prolongando este momento torturando mi cuerpo mientras mi vagina se mojaba más y más.

Bajé su boxer dejando salir su polla y apartando mi tanga para sentarme encima de su miembro con fuerza gimiendo fuerte y mordiendo mi labio.

Comencé a saltar sobre su miembro fuertemente haciéndolo gemir cuando ya mis caderas se cansaron me balanceaba de un lado a otro sobre su miembro que seguía más duro que cuando entro en mi.

José Luis Navarrete

– Altagracia se movía sobre mi polla de manera muy placentera pero a mí parecer era hora de cambiar de posición. La acosté bruscamente boca abajo rompiendo su tanga para entrar en ella de nuevo escuchando sus deliciosos gemidos fuertes.

La noche de ayer fue mágica y llevaba esperando eso tanto tiempo, Altagracia vivía en mis fantasías desde que la conocí pues ese sublime cuerpo no se podía conseguir en cualquier lado y mucho menos su delicadeza y determinación.

En este momento Eleonora me importaba tres cominos, me estaba follando a la mujer dueña de mis fantasías luego de que aceptara ser en pocas palabras mi amante y estábamos celebrando con sexo algo salvaje.

Termine en sus nalgas que estaban rojas por las recientes nalgadas, salí de encima de ella con cuidado y me tiré al lado de ella en la cama sonriendo por la reciente acción pero ya había que salir del paraíso para atender nuestras responsabilidades laborales.

Altagracia Sandoval

Eres un animal, me rompiste la tanga – Me subí encima de él a besarlo de nuevo –

— No me arrepiento de nada – Dijo José Luis poniendo sus manos en mis nalgas –

– Nos vestimos y hoy decidí no ir a la empresa y se lo comunique a José Luis antes de irme, quería ir a ver a mis sobrinos y me encontré con que ya se iban a la casa así que ayude con los tres mientras veía la cara burlona de mi papá, era obvio que me estaba contradiciendo de nuevo pero bueno, me veía en la obligación de cuidar de tres pequeñas copias que aunque no eran mías, llevaban mi sangre. Aunque no era para nada unida con Mónica me quedé a su lado para tratar de ayudarla con los tres pequeños tan inquietos.

Al estar examinando a los trillizos me di cuenta que hoy no quedaba un rastro de marrón en sus ojos, cosa que me parecía extraño pero tampoco tanto.

Me los lleve en sus pequeños nidos a mi cuarto con el permiso de mi hermana para cuidarlos, de alguna manera tenía conocimientos sobre los bebés y me encantaba estar con ellos, le dejé en claro a Mónica que si quería ser su madrina de una manera muy seria, no podía bajar la guardia con ellos.

Los bebés se quedaron dormidos y yo también a su lado para darle calorcito a todos, luego cuando desperté ellos estaban despiertos pero tranquilos así que solo los cambié de ropa pues según Mónica ya los había bañado, los cuide hasta muy tarde pues a parte también que Mónica descansara.

En la noche José Luis me escribió diciendo que había adquirido un departamento donde podíamos encontrarnos y que en la mañana me iba a entregar la llave. Me parecía algo muy precipitado pero como no era yo la que había gastado en eso me quede tranquila.

Deje a los trillizos en sus cunas bien cubiertos para luego acostarme en mi habitación a ver las estrellas desde el gran ventanal que había en esta, al ser casi la más pequeña tenía la habitación más grande de la casa y eso me hacía feliz.

Mariana entro a mi habitación con emoción para empezar a contarme algo que me dejó aún más mal parada de lo que estaba.

— Alta, hoy conocí al amor de mi vida en tu empresa – Hablo entrando a mi habitación y sentándose a su lado – Su cabello es negro azabache, sus ojos son marrones y es impecable, me encanta.

— Pero como se llama? – La miraba un poco extrañada pues ella jamás diría eso o al menos no a mi –

— Se llama José Luis Navarrete, pero es casado. Aún así me encanta – De repente mi boca se secó al escuchar el nombre que había salido de sus labios –

— Yo conozco a ese hombre, no es bueno para ti Mariana. Es mejor que te alejes de el – hablé alejándome de el –

— Pero por qué Altagracia? El es muy hermoso, y hoy me dijo hermosa. Dios, lo amo – Se estiró en mi cama, no solía tratarla mal pero esto me había dejado fuera de lugar –

— Ya te dije lo que tienes que hacer, sal de mi cuarto Mariana – Dije seria entrando al baño y dejándola sola –

Hole amiguites, Esto se podría contar cómo maratón?

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