Altagracia Sandoval
– Después de la pelea que tuvimos la noche anterior me desperté algo temprano para ir a la playa, cuando fui a la habitación ya José Luis no estaba cosa que me desánimo, pero no iba estar de mal humor todo el día solo por eso, entre a arreglarme y a bañarme con sales de baño y esas cosas, me tomó bastante tiempo pero ahora estaba notablemente aún más relajada.
Al salir de la habitación el característico olor a tulipanes se hacía presente desde la sala donde al caminar hasta ahí, se encontraba José Luis con un rico desayuno y un ramo de tulipanes gigantes.
Corrí hasta el y besé sus labios con amor, suponía que el no tenía ni idea que me encantaban los tulipanes; tampoco tenía porque saberlo pero el detalle me encantó
— Perdoname, mi reina. Estoy arrepentido por tratarte mal anoche – Dijo entre besos mientras juntos íbamos a la recamara –
– Después de un mañanero fuimos juntos a la playa pues eran fácilmente las 7 de la mañana y aún no salía completamente el sol así que la playa, a parte de el poco sol que probablemente tenía, estaba sola para los dos, para el y para mí.
Obviamente Matamoros venía detrás de nosotros como el dolor de culo que era. Al llegar al lugar en el que quería estar me senté sintiendo la brisa en mi rostro.
José Luis se sentó a mi lado para luego tomarme de la cintura para tirarme al mar de golpe, después de que lo maldije me tomo de las piernas besando mi cuello y clavículas.
Hubiera deseado que el momento durará para siempre pero como todos los días, tocaba ir a trabajar y a comprar algunas cosas que necesitaba para el evento que iba a tener lugar mañana en la empresa de José Luis.
Había un detalle y era que tenía que estar presente en la junta con José Luis para poder poner en contexto a los socios cosa que me tenía un tanto nerviosa pues no había preparado nada y el bueno para nada me decía una hora antes de la junta. Pero antes me llamo para hablar sobre un tema importante.
— Hola princesa, quería hablar contigo de algo importante – Comentó José Luis al verme entrar en la oficina y con una sonrisa beso mis labios –
— Si, dime – Me senté en frente de él y me sentía rara pues normalmente no me sentaba ahí –
— Voy a ser breve, me casé por bienes mancomunados por lo que si me divorcio la mitad será para mi esposa – Dijo con tranquilidad – Quiero pasar mis vienes a tu nombre al menos por un año para poder divorciarme sin tener que darle parte de mis empresas a esa loca.
— Sabes que encantada pero como sería eso, no te entiendo – hablé con una voz desconcertada solo para aparentar, sabía de qué se trataba todo –
— Tengo que pasar todas mis propiedades a tu nombre, pero para que no piensen que es fraude o algo así – con mucha atención lo miraba hasta que de un momento a otro sacó un anillo del bolsillo de su traje – Cuando Eleonora firme el divorcio nos casamos. Quieres casarte conmigo?
— Wow, vamos como que un poco rápido ¿No crees? – Dije asustada, nunca había pensado en casarme –
— Vamos princesa, hazme este favor, de verdad lo necesito – se acercó a mí besando mi cuello – Juntos vamos a armar un imperio grande, Sandoval. Sólo piénsalo.
– Lo que dijo José Luis era cierto, nuestro imperio podría ser gigante si así lo quisiéramos, termine aceptando esta estupidez, pero habían ciertas pautas que había que arreglar con nuestros abogados además de un acuerdo prenupcial, no me iba a dejar joder si ese era su plan.
Luego de la junta fuimos al centro comercial a comprar algunas cosas para el y también iba a comprar maquillaje, más maquillaje, del que había traído. Para alistar nos fue toda una odisea pues José Luis era bastante perfeccionista por lo que se tardó bastante y el era el primero que tenía que llegar al evento por lo que yo empecé un poco más tarde o más bien, después de ayudarlo a el; empecé yo con mis cosas como el vestido y eso mientras escuchaba música relajante.
Después de tres horas al fin estuve lista, maquillaje de noche, mi pelo ondulado y bien peinado, un vestido negro hasta el tobillo y ceñido al cuerpo, acompañado de tacones.
Según Matamoros me veía jodidamente hermosa y le daría una sorpresa bastante buena a José Luis. Me subí en la camioneta negra que iba a conducir Matamoros hasta la empresa de José Luis.
Al llegar muchas personas tenían su mirada en mi, Altagracia Sandoval, José Luis se acercó a mí para "Saludar" y besar mi mejilla.
Holaa, cómo andan?
