Olvidar el Pasado

33 5 0
                                    

Capítulo 2
Que difícil se hacía luchar con el pasado, hasta cuando tendría que cargar con todo aquello.
Haber dejado la oficina temprano podía tener sus beneficios, la tarde estaba cayendo lentamente,
todavía se podían distinguir algunos rayos de sol, el clima en esa época del año se prestaba para
una caminata por el barrio, hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esas pequeñas cosas,
estaba demasiado enfrascado en el trabajo.
Abril es un mes de temperaturas suaves y eso había que aprovecharlo, aunque las precipitaciones
siempre son parte importante de este bello país.
Decidido a despejar mi cabeza de recuerdos dolorosos, busco prendas cómodas en el clóset y
salgo a caminar por Saint-Jean.
Es como redescubrir mi barrio nuevamente, no me había dado cuenta hasta está tarde, lo
encerrado en mi mismo que me encontraba.
Tenía una vida sociable activa, participaba de reuniones que no podía rechazar por mi trabajo, con
mis amigos solíamos salir a bailar y a divertirnos de vez en cuando, no era algo que me gustará
demasiado. Tony al igual que yo, no estábamos de novios, Lucas y André estaban comprometidos
y muy pronto tendríamos boda por partida doble.
Al poco tiempo de llegar a Francia conocí a Tony, ingrese a una escuela de artes marciales y
técnicas militares y él era parte del grupo, llevaba varios meses ahí y a partir de ese momento
construimos una gran amistad. Mi amigo fue muy importante desde mi llegada a este país, aún sin
saberlo se convirtió en mi salvavidas.
Con el caer de la tarde, los negocios empiezan a bajar sus persianas, observo esos rostros
cansados, donde se refleja el agradecimiento del final del día, en su mayoría son hombres.
Seguí mi recorrido no solo con los pies, sino también con los ojos. Al llegar a una esquina, un
negocio que mantenía todas sus luces encendidas llamó mi atención Librairie Diogène
Podía distinguir a través de la vidriera sentada detrás de la caja a una mujer, se encontraba
sumergida en un libro y parecía haber perdido la noción del tiempo, el cabello de un castaño claro
le caía a un costado del rostro y eso me impedía descubrirlo con claridad, había algo en ella que
me atraía como un imán, permanecí parado un buen rato mirándola a través de la vidriera, nunca
levantó la mirada de esas páginas que la mantenían atrapada, así que emprendí mi regreso a
casa…
La noche había caído abruptamente, casi sin darme cuenta. Nuevamente en mi departamento, con
esa soledad que ya comenzaba a molestarme, con casi treinta años todo giraba en torno a mi
trabajo y nada más. Y así pretendía que mis amigos no me dijeran todo el tiempo que era un
aburrido.
Con la caída de la noche se hacían presente mis fantasmas, pesadillas habían vuelto y con ellas los
recuerdos, esos que quería enterrar para siempre, esos que no me permitían pensar en otra cosa
que no fuera encontrar a los responsables, que habían dejado en mi vida un vacío que no podía
llenar con nada, me había convertido en una persona oscura, malhumorada, triste, nada quedaba
del Gabriel de Buenos Aires ese había muerto hacía seis años junto a su familia… En algún
momento de la noche el sueño me venció…
Abro los ojos muy temprano como es habitual en mí, miró por la ventana y me encuentro con una
mañana gris, como suelen ser casi todas en Francia…
Estaba llegando al centro de Lyon, nuestra oficina se encontraba ubicada en un edificio sobre la
calle Dardally, manejar bordeando el río Ródano era uno de esos momentos que me permitía
disfrutar, me dejaba ir en esas aguas y añoraba todo lo que había tenido.
A ella también la echaba de menos a pesar de los años, me hubiese gustado saber que fue de su
vida, sé que actúe como un cobarde, pero en ese momento no podía pensar, no había nada que
hacer, no tenía nada para ofrecerle, estaba completamente perdido y no era justo para ella cargar
con una persona que estaba deshecha, llena de odio y venganza…
—Buenos días Marie, ¿Cómo está hoy todo por acá?—Muy buenos días Sr. Gabriel, todo esta
tranquilo.
—En la sala de reuniones ya se encuentran esperándolo el Sr. Antony y el Sr André, solo falta el Sr
Lucas que acaba de avisarme que está un poco retrasado.
—Muchas gracias Marie, ¿Cuándo va a llegar el día en que dejemos el Sr de lado? Aquí somos
todos demasiados jóvenes —Está bien Sr. Perdón Gabriel, es que me cuesta acostumbrarme.
—Todo bien, nos vemos en un rato.
—Enseguida le alcanzo su café —muchas gracias.
—Bonjour Gabriel, comment vas-tu? —Tout va bien et toi André
—Aquí me ves, desde temprano haciéndome cargo de mis responsabilidades.
—Pourquoi ce visage deTony, des problèmes?
—He tenido esta cara desde que nací, ¡bueno algunos cambios que me fueron favoreciendo!
—Si vos lo decís así será, no voy a discutir con respecto a tu ego.
—Mejor toma asiento amigo tenemos mucho de que hablar…

Olvidar el Pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora