Olvidar el Pasado

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Capítulo 14

El disparo en el brazo solo me rozó, así que después de pasar por el hospital para que me
hicieran una limpieza en la herida y me clocaran una venda, me fui a mi departamento, basta
de trabajo por hoy.

Mi cuerpo se sentía agotado, nada que un buen baño de inmersión no pudiera solucionar.
Necesitaba sacarme toda esa bronca que me invadía, todavía no podía entender cómo esos
tipos nuevamente se habían salido con la suya, teníamos muchas cosas de que hablar con mis
amigos, pero hoy no era momento. Alguien nos estaba jugando sucio, no encontraba ninguna
otra respuesta a lo que había sucedido en la fábrica abandonada está madrugada.
Al salir de la ducha era otra persona, mi espíritu había vuelto a mi cuerpo y había decidido que
no me iba a quedar todo el bendito día metido aquí adentro.
Caminé muy despacio hasta La Course tenía la necesidad de respirar un poco de aire fresco, el
barrio comenzaba a despertar, varios negocios ya habían abierto sus puertas y otros lo
estaban haciendo, ese era el caso de Sofía, se encontraba ubicando su caja con libros al
costado de la puerta, iba a ingresar al café sin saludarla, ya que ella no me había visto porque
se encontraba de espaldas, pero no podía, ni quería quedar como un mal educado, tosí un
poquito antes de llegar a dónde ella estaba, no quería que se asustara otra vez.

—Hola Sofía como estas.
—Hola Gabriel todo bien y vos.
—Estaba por tomarme un café ¿me querés acompañar? ¿O ya tomaste tu dosis de la mañana?
—Nunca, pero nunca podría decir que no a un café. Si querés adelántate, yo busco la llave
cierro y cruzo.
—Por supuesto te espero y voy pidiendo.

—¡Hola muchacho! Que raro verte a esta hora por acá.
—Lo mismo digo yo Armand ¿tu horario no es el de la tarde, que haces acá?
—Hicimos un cambio con Franc tengo que acompañar a mi esposa al médico la tarde.
—¿Está todo bien?
—Sí, si va a estar todo bien.
—Armand. Quiero pedirte disculpas por lo del otro día, me comporté cómo un idiota.
—Nada que disculpar muchacho, yo sé muy bien el tipo de persona que sos, lo veo en tu
mirada.

—Bonjour Armand, comment vas-tu?
—¿Le petit Sofí est de retour ?
—La culpa es mía Armand, cuando me disponía a entrar Sofía estaba afuera y le pedí que me
acompañará con un café.
—Hiciste muy bien muchacho, no pudiste elegir mejor compañía. Esta niña es una maravilla.
—No le creas todo lo que dice Gabriel, él lo dice porque me quiere. —Por eso también. Ya les
traigo su pedido.
—Pedí dos cafés con leche y un eclair para compartir ¿está bien?
—Perfecto, muchas gracias.
—Hace mucho tiempo que conoces a Armand, te tiene mucho cariño.
—Al poco tiempo de llegar a Francia empecé a trabajar en Diogène, en ese momento su dueña
era la señora Clarice y me ofreció trabajo sin conocerme, yo ingresé a su negocio buscando un
libro, ella era un ángel, tenía ochenta y dos años y atendía la librería sola ¿podes creerlo?
Amaba los libros eran su vida, cuando tomaba un libro nuevo en sus manos, lo primero que
hacía era olerlo y suspirar, después me miraba y me decía:, Sofí, no hay aroma más exquisito
que el de un libro nuevo, aunque usado. Y te puedo asegurar que tenía toda la razón. Así fue
como conocí Armand, casi todas las mañanas antes de empezar a trabajar venía por un café,
más tarde con el tiempo veníamos con Clarice que era habitué del lugar y pasábamos largo
rato charlando de su vida, tenía tanto por contar y siempre eran historias nuevas. Muchas
veces me preguntaba si lo que me relataba era realmente su vida o lo que leía en los libros.
—Perdón, creó que te volví a aburrir, cómo en la caminata de la vez pasada.
—Estás muy equivocada sí pensás de esa manera Sofía, en ninguna de las dos oportunidades
me aburriste, todo lo contrario disfrutó muchísimo de hablar con vos. Y puedo saber como
llegaste a ser la dueña de la librería, ¿qué paso con Clarice?
—¿Yo también puedo preguntar? O solo voy a hablar y vos no vas a contarme nada.
—Sí, decime ¿Qué querés saber? —¿Por qué dejaste Buenos Aires, para venirte a Francia? ¿Hay
algún motivo, o simplemente querías conocer otro lugar y ver como te sentías fuera de casa?
—Por lo que veo vas directo al hueso. ¿Querés la verdad? ¿Tenés tiempo?
—Siempre a las dos preguntas Gabriel, no acepto mentiras en mi vida.

—¿Podés mirar por la ventana por favor?
—Sí, claro
—¿Qué ves?
—¿Es una broma? Mi librería veo.
—Exactamente, la primera vez que me senté en esta mesa, la primera imagen que vi fue la tuya
leyendo un libro, tu cabello caía de costado y eso no me permitía ver tu rostro, entonces te imaginé y cuando al fin te tuve en frente descubrí que eras tal cual te había pensado. Te miré y
en el brillo de tus ojos pude ver que eras un ser especial. Si te digo todo esto es porque lo que
voy a contarte me cuesta muchísimo, cuando llegué a esta ciudad al poco tiempo conocí a uno
de mis socios, que hoy es mi mejor amigo, Tony, después de casi dos años de habernos
conocido pude contarle el porqué había dejado Buenos Aires para instalarme acá. Por ese
motivo sé que sos especial, porque hace muy poco tiempo que te conozco, sin embargo, voy a
abrirte mi alma, algo que no hice con nadie, ni siquiera con mis amigos.
En el año 2014 mi vida cambió para siempre. Desde ese momento no tengo paz y no sé si
alguna vez la tendré. Mi padre era un juez de la Nación muy reconocido, tenía muchas causas
muy complicadas, una de ellas estaba relacionada con el tráfico de drogas y armas. El 12 de
julio asistía junto a mi madre y mi hermana a una cena que había organizado su juzgado con
motivo del nombramiento de uno de sus mejores amigos.
—Discúlpame, todavía me cuesta mucho hablar de aquella noche.
—No es necesario que sigas Gabriel, no quiero que te sientas mal.
—Está bien Sofía, quiero contarte que fue lo que paso.
—Era una noche lluviosa el asfalto estaba mojado, un auto embistió al de mi familia
provocando un accidente que se llevó la vida de todos ellos, los detalles prefiero reservarlos
para mí, no quiero volver a ese momento, no puedo, día a día trato de borrarlos de mi mente.
Desde entonces me quedé solo en el mundo. Los responsables del asesinato de mi familia
eran parte de una banda de traficantes a los que mi padre meses antes de su muerte había
condenado a veinte años de prisión.

Después de esa fatídica noche me quedé en Buenos Aires cuatro meses para seguir de cerca
la investigación. Fue ahí donde me enteré de que los traficantes eran siete, de los cuales cinco
fueron condenados, los otros dos pudieron escapar, también me informaron en esa
oportunidad que no se conocían entre ellos, solo eran contratados para cuando tenían
entregas muy importantes, los que se fugaron eran los jefes.
Y ese es uno de los motivos por los que me encuentro acá, es por eso que decidí instalarme en
este país.

Hace seis años que lo único que busco es vengar la muerte de mí familia y no creo que pueda
encontrar la paz que necesita mi alma, hasta que no vea a los responsables pudrirse en la
cárcel.
Después de todo lo que te acabo de contar, voy a entender que no quieras volver a saber de
mi, ni siquiera para compartir un café. No puedo cambiar mis sentimientos, estoy lleno de
odio, me quitaron todo lo que tenía, no tuvieron piedad con mi familia, ¿Por qué yo tendría que
tenerla con ellos? Te pido que me disculpes sí mis palabras te molestaron, pero no puedo
evitar esto que siento.

—Lamento tanto todo por lo que tuviste que pasar Gabriel, te juro que no encuentro palabras que pueda decirte para ayudarte a aliviar todo ese sufrimiento que no te permite ser un hombre pleno

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—Lamento tanto todo por lo que tuviste que pasar Gabriel, te juro que no encuentro palabras
que pueda decirte para ayudarte a aliviar todo ese sufrimiento que no te permite ser un
hombre pleno. Cómo todavía no me conoces lo suficiente, voy a decirte que yo jamás me
apartaría de vos por esta situación, muchas gracias por confiar en mí.
—Gracias a vos Sofía, hoy fue un día muy difícil para mí, poder contarte parte de mi historia,
alivió un poco mí dolor…

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