Prólogo I: parte 2

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Veinte años después...

La planta está lista.

He tardado casi diez años en cultivarla, desde que di con el libro de druidismo oscuro casi por casualidad en las alforjas del hombre al que maté y cuyo rostro ya no puedo recordar (de todas formas, es irrelevante. Fue tan solo la víctima de una prueba. El primer cadáver sobre el que perfeccioné mi magia de marionetista de muertos, que tanto me ha costado aprender y dominar desde que descubrí que podía mover los cadáveres a voluntad y atrapar espíritus menores dentro, llamados desde el otro lado del Velo. Que tenía el don del nigromante.)

Fue un regalo del destino, de eso no me cabe duda.

Hasta los grandes espíritus deben saber que soy digna de tal poder. De llevar una corona en mi cabeza y de demostrarles a todos lo poderosa que soy, y hacerles pagar por mirarme como si fuera débil y mundana; como si no hubiera magia o potencial en mí, durante casi toda mi vida.

Desde hace unos meses, hasta la Gobernadora dragón de la ciudad, Sisaekan, y su hija han empezado a notarme, a darse cuenta de que tengo potencial (qué insultante, como si necesitara de la guía de alguien o mi poder no estuviera ya completo y madurado, cuando sé muy bien que ambas cosas son pútridas mentiras y que ya soy más poderosa que ellas), pero me enfurece que no lo hayan hecho hasta ahora. Y que parte del por qué lo están haciendo, abriéndome por fin la sección de la biblioteca de magia accesible solo para dragones como si ello fuese un favor grandioso, sea por mi hermana.

Porque Shivana, la repugnante perra arrogante, insiste desde hace unos años en que quiere «enmendar» nuestra relación, y en que se «arrepiente» de lo que me decía cuando éramos niñas.

En que quiere que seamos hermanas. Verdaderas hermanas, y no enemigas que se desprecian como cuando éramos niñas.

Desde que madre murió y la pillé llorando por ella, revelando al fin su patetismo y esa debilidad que a mí no podía ocultarme, porque siempre sospeché que, a pesar de haber nacido dragona, ello no había sido más que un error del destino para burlarse de mí, la he despreciado todavía más.

Si se hubiese ceñido a esa falsa superioridad suya, y se hubiese esforzado en desarrollar su poder como dragón Kánnmar, entonces tal vez hubiera aprendido a respetarla.

Pero no, Shivana se ha suavizado.

Ahora me sonríe y busca que seamos amigas y que la perdone, como la patética criatura que es en realidad bajo sus insultantes escamas, y le hace ojitos a la hija mestiza Khoen de la panadera y de uno de los Kánnmar de la guardia de la Gobernadora, en vez de centrarse en sus estudios.

No tiene ambiciones, y dice que está feliz con la vida que tiene y que no quiere gobernar nada o ser una poderosa hechicera. Y que quiere dedicarse a la arquitectura.

Quiero vomitar al oírla. Menudo asco me da.

No comprendo por qué el destino la eligió a ella para ser dragón. Yo hubiera sido una elección mucho mejor.

Yo me hubiera alzado, teniendo todo lo que ella tiene a su disposición por su sangre, sobre todos los demás. Y hubiera acabado gobernando mi propia ciudad.

Ese, estoy segura, es mi destino.

Pero los dragones nunca me dejarán hacer eso. Porque no soy una de los suyos. Así que tendré que tomarlo por la fuerza.

Sonrío y suspiro sobre la Mortalitaria.

La flor oscura, alimentada con la energía espiritual y la carne torturada de todos los animales y las personas que he podido capturar y asesinar sin llamar demasiado la atención, teniendo que permanecer oculta y anónima y odiándolos a todos por ello, emana tanta oscuridad y poder que mi alma se regocija de anticipación.

Pronto estará lista para consumirse, y todo el poder que ha absorbido durante estos años será mío, aumentando mis capacidades mágicas a niveles de hechicería que ni siquiera los dragones podrían alcanzar.

Solo unas horas más, nada más que unas horas, y al fin me revelaré en toda mi gloria y haré que tanto Kánnmar como Khoen se acobarden al mirarme.

Nadie volverá jamás a mirarme con condescendencia.

Y ya tengo el último sacrificio en mente con el que alimentarla para que termine de florecer.

Será perfecto.

La reina prometida (romance fantástico elfo/humana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora