En psicología se usa el término "Shock", para referirse a la incapacidad actuar, pensar, reaccionar o procesar la información, que sufre una persona en una situación de alto impacto.
Creo que ese es el término más preciso en cuanto a describir la condición de Daniel, para aquel momento. Estaba en Shock.
Todo había pasado tan rápido: Carolina había salido a buscar su celular que por un descuido, se había quedado en el auto, que estaba en el parqueadero exterior del aeropuerto. Ella caminó hasta allí, abrió la puerta de adelante del auto, se inclinó en el asiento del copiloto y revisó por los laterales unos instantes, hasta que dio con su celular, cuando se puso en pie y se dirigía a cerrar la puerta, un autobús que transportaría a turistas ingleses desde Berlín hasta Múnich, perdió el control e impacto contra el frágil cuerpo de Carolina, enviándola varios metros por el aire.
Se trató de un segundo, solo se necesitó 1 segundo para que la desgracia ocurriera. La culpa de todo la tenía Austin un turista inglés, que se había retrasado 1 minuto en el aeropuerto comprando una salchicha. Si la señora que le despachó la salchicha, no hubiese tenido que rellenar el vacío frasco de mostaza, Austin no hubiese tenido que esperar, el autobús no se hubiese retrasado 1 minuto, sino que hubiese partido un minuto antes que Carolina pasará a buscar su celular y la tragedia no hubiese ocurrido.
O tal vez la culpa era de la propia Carolina. Si ella no hubiese olvidado su celular en el auto, nunca hubiese tenido que irlo a buscar y nada hubiese pasado.
Había mil maneras de que las cosas ocurrieran, mil maneras para evitar aquella tragedia, pero de tantos caminos, tantas opciones, tantos desvíos, tantas posibles decisiones, ellos escogieron precisamente esa para que las cosas terminaran como terminaron.
A esa hora se suponía ellos deberían estar por llegar a Australia, pero contrario a eso, ahora ella estaba en un quirófano de hospital, luchando con la muerte su batalla más decisiva.
Cuando llamó a Lukas, no supo ni siquiera que fue lo que le dijo. No podía recordarlo, no había forma de que lo hiciera. Igual paso cuando llamó a su madre, su hermano, su suegra, su cuñada e incluso al propio Manuel.
Se sentía fuera de sí, como si fuera parte de un cuadro dantesco, al que no lograba encontrarle sentido y del cual no podía huir.
No era él sin duda. Vivía en una realidad que no le correspondía, que desconocía, viviendo una vida que no era suya, pues en la suya, su recién adquirida esposa y él disfrutaban de su primer día de casados en la tranquilidad de una playa australiana.
Pero de ningún modo debería estar en esa situación. Ahora él tenía que esperar fuera de un quirófano, porque el destino se decidiera entre dejarla vivir o regalársela a la muerte.
—Daniel. —Anna, su madre, le estaba hablando.
—Yo...yo... —era incapaz de poner en palabras todos sus sentimientos, no podía en orden sus pensamientos.
Lukas se sentó a su lado. Callado, como pocas veces había de verlo, aún tenía el esmoquin de la boda. Alexa lloraba en los brazos de su esposo, Barbará acunaba a la pequeña Susy y Manuel estaba recostado contra la ventana con los ojos cerrados, como esperando.
Si se hubieran puesto de acuerdo para lucir tan devastados, nunca lo hubieran logrado.
Tenían cerca de 2 horas de estar esperando. Lo más odioso de esperar, es no saber que te depara la espera, es ignorar si se esperas por algo que sucederá o que no lo hará. Mientras esperaban que llegará el momento, cerró los ojos una y otra y otra vez, deseando despertar de la pesadilla al lado de su esposa, esperando que ella le dijera que solo fue un mal sueño; pero el dolor lo consume, no sabe cuánto tiempo más deba esperar y eso está por enloquecerlo.
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Fútbol en tacones
RomanceHay historias que nacieron para no concluir bien. Quizás es parte del pago que el Karma exige para ver cumplida todas sus rarezas. Bienvenidos a esta historia, donde conocerán a 3 hombres maravillosamente humanos, llenos de defectos y virtudes...