Lukas había tenido una de las mejores prácticas de su vida, el entrenador estaba feliz, si jugaba el domingo el partido como lo había hecho en el entrenamiento de ese día entonces, seguro ganarían.
Tenían que estar en la concentración del equipo del equipo desde las 7:30 p.m., eso era una regla general, cuando los partidos estaban tan cerca ellos se tenían que alejar de sus esposas, de los bares y de cualquier actividad que no les permitiera rendir el 100% en el partido que se avecinaba. Era algo tan común que hasta sus esposas se acostumbraban a eso. En la concentración solo podían dormir, comer, entrenar, hacer ejercicios y volver a entrenar. Era todo un incordio.
Si pensaban que la vida de los jugadores de fútbol era solo unos sueldos obscenamente altos, jugar cuanto partido quisiesen y andar de rumba en rumba con sus mujeres o con una chica cualquiera, estaban muy equivocados, ellos no la tenían tan fácil. Sobre todo en temporadas como las que estaban viviendo por eso días.
Lukas venía saliendo de la ducha con unos simples pantalones de chándal azul y una camiseta tipo esqueleto blanca, se aproximó a donde estaban sus compañeros comentando la estrategia que el coach planteaba para jugar el partido y la formación que utilizarían, se unió a la conversación cuando hablaban de lo difícil que sería marcar al portugués, el mejor jugador de fútbol del mundo, todos sabían que el partido a disputar el domingo sería durísimo, pero si se enfocaban podían ganar.
Daniel tenía fe en que el buen estado de animo de Lukas duraría hasta el partido y esperaba con todas sus fuerzas que así fuera, porque si jugaba tan bien como lo había hecho hoy, el mundo debería comenzar a replantearse quien era realmente el mejor jugador.
En la entrega del balón de oro el año pasado, cuando Lukas solo tenía 23, lo habían nominado, pero el portugués había ganado de mano, este año la ceremonia estaba lejos pero Lukas está trabajando duramente en ganarse el trofeo.
Cuando la mayoría de los chicos se pararon pues decidieron ir a jugar en la X-Box y los otros ir a nadar un rato, Lukas y Daniel pudieron hablar al fin.
—Entonces ¿Qué te hizo Carolina para que estés tan feliz?
Él aludido lo miro y sonrió cual tonto, el mero hecho de escuchar su nombre ya le alegraba el rato.
—Nada, no me hizo nada, de hecho se negó a darme su número de celular.- recordó sonriendo. — pero me las arreglé para dejarle mi número, espero que al menos me llame pronto.
—¿Cómo estas tan seguro de que lo hará?
—No lo estoy, es más creo que no lo hará, pero me gusta saber que ella al menos tiene mi número, tiene algo que es mío y me gusta que sea así.-sonrío de nuevo y alzó la vista al cielo, eran las 8:30 p.m. y habían una nubes rojas en el cielo, podría apostar que esa noche llovería y que haría un frío quiebra hueso como él que solía hacer allí, se acercaba el invierno, él lo sabía; se preguntó si carolina ya estaba en su casa, se preguntó dónde vivía y si no estaba en su casa, se preguntó si lo estaría pronto, no quería que se enfermara a causa de la lluvia, pero entonces recordó que ella era una mujer inteligente y eso lo tranquilizó.- Es profesora
—Ya lo sé. —murmuro Daniel en voz baja, él también estaba perdido en sus pensamientos, pensaba en el porque a su amigo le gustaba tanto esa chica, que recién conocía, cerró los ojos y se imaginó a su amigo casado con la joven castaña que a él le parecía bonita, supuso que hacían buena pareja, pero aquel pensamiento le revolvió el estómago, cuando los había visto por la mañana conversar en medio del atasco del tráfico se maldijo a si mismo por haber alertado a Lukas, pero entonces recordó quien era él. Ella no era su tipo.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Lukas.
—Solo lo supuse, tiene cara de intelectual.-dijo sonriente.
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Fútbol en tacones
RomanceHay historias que nacieron para no concluir bien. Quizás es parte del pago que el Karma exige para ver cumplida todas sus rarezas. Bienvenidos a esta historia, donde conocerán a 3 hombres maravillosamente humanos, llenos de defectos y virtudes...