Cap 5 - Espectro vs Conejo

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Llegó el siguiente día. Comenzaron las primeras rondas de pelea, tú y yo íbamos a la cabeza. Cada uno iba derrotando a su contrincante rápidamente mientras que el público emocionado aclamaba nuestros nombres.

Finalmente llegó el primer momento de enfrentarnos. La gente estaba demasiado emocionada, las apuestas eran muy altas. Todos querían ver la pelea entre el mejor peleador que tenían desde hace tiempo y el nuevo peleador enmascarado.

Al entrar al rin me deshice de la máscara, ya no me importó cualquier riesgo. Quería que vieras mi rostro pues tenía la esperanza de que en algún momento me reconocieras. Hubo un silencio por parte del público, luego unos cuantos comenzaron a animarme y de ahí otros más le siguieron hasta que nuevamente una gran cantidad de gente gritaba mi nombre.

"¡Acábalo, conejo!" gritaban algunos mientras que otros te apoyaban animosamente a ti. "¡Termina con él, espectro!" decían, entre otros comentarios por el estilo.

Sonó la campana para iniciar el round y de inmediato comenzaste a lanzarme golpes con aquella rapidez voraz que aniquilaba a todos tus contrincantes en unos instantes.

Para sorpresa tuya y del público, pude esquivar cada uno de esos golpes con apenas unos milímetros de distancia.

Se notó cierta confusión de tu parte, ciertamente no lo esperabas. Sacudiste un poco la cabeza e intentaste golpearme nuevamente.

Yo seguía esquivando tus golpes. El público enloqueció, era el primero en no caer los primeros segundos del round, estaban sumamente emocionados.

Aunque quisiera poder adjudicar todo esto a mis habilidades, la verdad iba más allá de eso. Durante casi tres años convivimos a diario, pasábamos más tiempo juntos que con nadie más. Nuestros cuerpos habían desarrollado una especie de sincronía. En aquel entonces, por ejemplo, cada uno conocía el ritmo de la respiración del otro y sin mayor esfuerzo nos acoplábamos simultáneamente hasta en ese tipo de detalles. De manera inconsciente percibíamos cuando uno iba a dejar de hablar para que el otro comenzara o cuando uno hacía algún movimiento, el otro le daba continuidad.

Ciertamente estaba tratando de esquivar esos golpes, pero lo que me permitía hacerlo era el hecho de que, de manera inconsciente, mi cuerpo podía leer a la perfección el tuyo y anticiparse a lo que hacía. Realmente todo era gracias a esa sincronía que habían desarrollado nuestros cuerpos. Sentí una gran felicidad ante la esperanza de que aún tuviéramos esa conexión.

Solo tenía que comprobar si a ti también te pasaba lo mismo. Comencé a atacarte a toda velocidad, cada uno de nuestros pasos, los míos para atacar y los tuyos para retroceder parecían estar perfectamente coreografiados.

Para mí esto significó que tenía muchas esperanzas de que en algún momento recodaras todo.

Sin embargo no me esperaba lo que venía a continuación...

- Continúa en Cap.6 -

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