Ayúdame I

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La habitación era lúgubre, las paredes estaban pintadas de azúl, la única ventana permanecía cerrada con rejas. La cama estaba tendida con un cubrecamas negro, las sábanas eran azules.

Las repisas solo tenían libros de matemáticas y cosas unisex. Había un escritorio frente a una repisa cubierta de libros también. Pero en medio de esos libros había una cámara oculta, que grababa continuamente en alta definición.

La puerta se abrió de golpe, entró un hombre sujetando con fuerza a un joven de cabellos bicolor quien estaba pálido y muy asustado.

El hombre lo miraba con odio mientras lo arrastraba al interior de la habitación y más en concreto hacia la silla situada frente al escritorio donde tenía sus útiles.

Allí lo obligó a sentarse, y le encadenó la muñeca izquierda al posabrazos de la misma silla, mientras le decía con intenso odio.

- ¡Aquí permanecerás hasta que acabes tus tareas escolares! Luego veré si es que quiero soltarte maldito anormal.

- Por favor no me dejes aquí. ¡Padre!
- ¡No me llames así! ¡No soy tu padre! Mi hijo no debe ser un anormal y tú denigras el nombre de mi familia. No puedo creer que te encante encamarte con otros hombres. Asco y repulsión es lo que ocasionas.

Luego se fue dejandolo solo. El joven de cabellos bicolor miró la cámara mientras forcejeaba y empezaba a llorar. Miraba la cámara suplicante al tiempo que decía.

- Por favor, ayúdenme. Se los imploro, sáquenme de aquí. Por favor. Mi nombre es Kawaki y los necesito, él me tiene prisionero. Ya no soporto más. Ayúdenme por dios.

Su voz se le quebró y empezó a llorar con intenso dolor.

La cámara se detenía en ese momento para quedar la pantalla en negro con rayas horizontales blancas. Naruto respiró hondo sintiendose en extremo triste y desesperado por ayudar a ese misterioso joven que bien podría ser su hijo y clamaba por ayuda.

Respiró profundo intentando calmarse. El rubio era abogado y había encontrado aquellos videos entre las pertenecias abandonadas que dejaron en la casa donde ahora vivía tras comprarla.

Pero la habitación donde Kawaki era encadenado no concordaba con ninguna de las habitaciones de esa casa. Por tal razón le resultaba casi imposible encontrar la casa adecuada o al joven de la cámara.

Tampoco pudo dar con el padre y eso que lo estuvo buscando. Con el correr de los días, su obseción iba en continuo aumento como así también su gran deseo por llegar a ese joven tan hermoso como sufrido.

Naruto se levantó y se quitó toda la ropa para darse una ducha tibia, y así relajarse aunque más no sea un poco. Pero la imagen de Kawaki encadenado en la silla suplicando ayuda, no se iba de su cabeza.

Furioso con el hombre que debía protegerlo, y en vez de hacer eso solo sabía torturarlo, golpeó la pared con su puño derecho mientras apretaba sus labios.

- Te salvaré Kawaki, solo espero que resistas un poco más.

Cuando salió de la ducha su celular sonó. Desnudo aún fue a atender. Era su hijo Boruto, quien tenía la misma edad que el pobre Kawaki. La voz de su hijo le devolvía la paz que los videos de Kawaki le quitaban.

- Hola hijo
- Papá ¿hasta cuándo tendré que vivir junto a mi familia materna? Estoy harto de ellos.

- Calma Boruto, en pocos días tendré los papeles de tu tenecia legal. Y recién podré ir por tí hijo.

- Los Hyuuga solo quieren usarme para atacarte papá. Pero no quiero odiarte.
- Te salvaré hijo, confía en mí.

Al colgar cerró los ojos sabiendo que si no podía salvar a su propio hijo menos lograría dar con Kawaki y liberarlo de su dolora tortura. Como abogado que era estaba a una firma de poder recuperar a su hijo. La madre de Boruto lo había dejado por otro y murió con su amante al poco tiempo.

Los Hyuuga se empecinaron en culparlo por todo y le arrebataron a su único hijo. Estuvo peleando la custodia de Boruto en tribunales hasta haberle ganado a ellos.

Pero necesitaba una última firma del juez para llevarse a Boruto a casa. Al día siguiente tendría los papeles listos. Boruto tenía 16 años de edad, y permanecía encerrado en la casa de sus abuelos maternos la mayor parte del tiempo siendo atacado verbalmente por ellos y su tía Hanabi.

Boruto solo anhelaba escapar de esa casa y de ellos, quienes destilaban odio intenso por su papá Naruto.

Boruto estaba en su habitación, sobre su cama apoyado al respaldo de la misma rodeando sus piernas con sus brazos. Apoyaba su cabeza sobre las rodillas mientras lloraba en silencio.

Ayúdame papá, sacame de aquí por favor. Estoy harto de los Hyuuga, están locos.

Naruto Y KawakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora